Italia
Aniversario del Barbiere redescubierto: 1969 - 2019
Lars Hvass Pujol

Como nos recuerda Luca Baccolini en el programa de sala de este Barbiere di Siviglia, el 2019 celebra los cincuenta años de la primera edición crítica de una ópera italiana, justamente de Rossini, y evidentemente su Barbiere. La nueva edición, publicada por Ricordi en el 1969, empezó gracias a las inquietudes y perplejidades acerca de algunos pasajes imposibles de tocar en la vieja edición de Ricordi que llevaron al director de orquestra Alberto Zedda a comparar la edición con el manuscrito original de Rossini que se conserva en el Museo Internacional y Biblioteca de la Música de Bolonia. Tantas fueron las correcciones que Zedda escribió en la partitura alquilada de la casa editorial, que al devolverla le fue pedido que pagara la partitura como nueva porqué la había dejado inservible para otros teatros.
El director se excusó explicando que cada una de las anotaciones que había escrito eran necesarias y las demostró una a una a través de su método filológico. Fue así que Ricordi pidió a Zedda que en lugar de pagarla hiciera la nueva edición crítica de la ópera de Rossini. A partir de esa edición partiría la llamada Rossini renaissance, o sea el descubrimiento de toda la producción operística de Rossini, que había quedado prácticamente olvidada con la sola excepción del Barbiere. Empezaba también así la revolución de la filología musical en la ópera, que sigue aún hoy en día con numerosas empresas editoriales de ediciones críticas de diferentes autores.
Digna de este acontecimiento se ha mostrado la producción del Teatro Comunale di Bologna del 2019, gracias a la dirección artística y a la dirección musical. La dirección artística ha sido obra del joven Federico Grazzini, que había ya presentado un Barbiere muy similar en el Teatro Fraschini de Pavia en el 2016. Su visión humorística, lejos de caer en el ridículo o el vulgar, está llena de vitalidad y de aquella retórica cómica de larga tradición en el teatro italiano. Su atención por la justa y atenta lectura dramatúrgica del Barbiere, despojándola de los errores de lectura que su larga tradición le ha ido imponiendo, se combina con el trabajo hecho hace 50 años en la partitura musical.
Una relectura del peso de los personajes (la prima representación del Barbiere en Roma en el 1816 se llamaba Almaviva, o sia L’inutile precauzione), de su carácter teniendo en cuenta la sociedad en la que vivía Rossini y de la comicidad intrínseca en el meta teatro, emblema de las comedias rossinianas, se mezclan con una escena queridamente simple (quizás menos de lo que aparenta) y funcional para dejar claro al espectador que se está asistiendo a un espectáculo bufo, pero estudiadamente bufo.
La escena está predominada por el blanco, el verde y el azul de fondo, muy dominador y en cierta manera atemporal, con vestidos de época muy llamativos (como el amarillo de Rosina) sin ser del todo inverosímiles y una iluminación que ayuda a crear una atmosfera un poco surrealista a la René Magritte. Y de hecho es este tipo de surrealismo solar que acerca el pintor al compositor. Grandes escenas en las que el mundo parece pararse, una suspensión de la acción que da paso, en el caso de Rossini, a momentos más cómicos y a música más intensa, en un diálogo entre la dramaturgia y el tiempo que dota al espectador de una visión extremamente elevada de la acción, de la música y del propio papel como público en el teatro. Grazzini ha sabido sacar mucho provecho de estos momentos y darles la importancia necesaria también a nivel escénico.
Musicalmente, la Orchestra del Teatro Comunale dirigida por Federico Santi, se sentía claramente a gusto con el director y con el repertorio, e igualmente el Coro del teatro que ha mantenido alta la tensión musical y escénica que requiere su papel en esta ópera. El elenco segundo, que ha cantado este 24 marzo, ha mantenido un perfecto balance entre sus componentes, la orquestra y la escena. Destacan el barítono Marco Filippo Romano en el papel de Don Bartolo, voz límpida, naturalmente presente, de timbro bellísimo y de grande comicidad; la mezzosoprano Cecilia Molinari, que debutó Rosina en el 2016 dirigida por el mismo Alberto Zedda, presenta un maravilloso instrumento vocal, por su calidad sonora, por su agilidad y por su expresividad. El tenor chileno Diego Godoy ha resultado un Conde de Almaviva muy creíble, por su nacionalidad y por su vocalidad (un extra la cavatina acompañándose a sí mismo con la guitarra), voz bella, ágil y ligeramente estridente, en la línea que siguen actualmente los tenores rossinianos, que para nuestro gusto podrían mantener un poco más de cuerpo sonoro. Completan el elenco Vincenzo Nizzardo como Figaro, Andrea Concetti como Basilio, Laura Cherici como Berta, Nicolò Ceriani como Fiorello, Sandro Pucci como un oficial y Massimiliano Mastroeni como Ambrogio.
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