Entrevistas
Daniel Casares: Tenemos que quitar a la guitarra ese estigma de que no vende, no llena, no gusta
Irene García Cañedo

El guitarrista flamenco Daniel Casares y la Orquesta de Mujeres de Madrid interpretaron el Concierto de Aranjuez en el festival Noches del Botánico. La cita tuvo lugar el día 17 de julio en el Real Jardín Botánico Alfonso XIII de la Universidad Complutense de Madrid. Este concierto se celebra en el marco de una triple efeméride, pues se cumplen 20 años desde el fallecimiento de su autor, el maestro Joaquín Rodrigo, 80 desde su creación y 50 desde que el Apollo 11 llevase en su interior una partitura del mismo.
Irene García Cañedo. ¿Qué fue lo que le cautivó de esta obra? ¿Tenía en mente esta triple efeméride que se celebra?
Daniel Casares. Empecé a tocar con la Orquesta Filarmónica de Málaga a través de una obra que compuse, La luna de Alejandra, hace unos años. Cuando la estrenamos, Juan Carlos Ramírez, gerente de dicha orquesta, me ofreció seguir trabajando juntos y una de las opciones era prepararnos el Concierto de Aranjuez. A mí me gustó muchísimo la idea, es una obra que todos los guitarristas conocemos y tenemos previsto hacerla en algún momento. Lo presentamos en Málaga, mucho antes de grabar el disco. He girado estos dos repertorios en varios países y no lo grabé antes con la única intención de ir madurando la obra, poder llegar a entenderla y tocarla de la forma más cercana a cómo la siento. Aunque no lo parezca, no tenía en mente esta fecha de efeméride. Nos dimos cuenta de casualidad, lo cual sumaba para bien en este caso.
¿Cómo se le presentó la oportunidad de acompañar a la Orquesta de Sinfónica de Mujeres de Madrid?
Hemos hecho por ambas partes. Siempre con un interés musical y con ganas de labrarnos un camino por separado y juntos, en este momento, al final llegamos a un entendimiento y todos tenemos muchas ganas de que llegue el 17 de julio.
Junto a este concierto, comparte cartel con grandes músicos de estilos muy diferentes al suyo. ¿Cree que es normal encontrar mezclas tan heterogéneas en la oferta de festivales de nuestro país?
La guitarra flamenca no tiene para nada “poco que ver” con el resto de músicos, siendo un instrumento que representa a nuestro país, España, y después de los grandes genios que ha dado la guitarra flamenca. Esta mezcla ocurre en cualquier festival de cualquier parte del mundo. Vengo de estar un mes en Bangladesh en un proyecto musical precioso que hacen allí una vez al año y trata de eso, de invitar a músicos de otras disciplinas, que toquen otros instrumentos, diferentes voces de distintos estilos musicales, juntarlos a todos y tocar una misma cosa. Afortunadamente, visito muchos países y estoy en la programación de muchos festivales de este tipo.
¿Cómo es el recibimiento que se le hace en el extranjero a una guitarra flamenca?
El recibimiento es increíble. Siempre salgo de cada sitio muy agradecido por el respeto tan grande que le tienen otros músicos y todo el mundo al flamenco. Es de agradecer que se valore tanto en países en los que nunca has estado y no eres para nada conocido. Los teatros, que no son pequeños ni nada, están llenos, no hay entradas. Quizás por el hecho de que aquí en España es más habitual, más nuestro y lo tenemos en el día a día, pero aquí cuesta mucho llenar un teatro.
¿En España no se valora de la misma manera?
No creo que la gente no lo valore aquí, pero es una parte que tenemos que trabajar, a través de los medios de comunicación, los organismos oficiales. Que de una vez se den cuenta de que la guitarra es el instrumento que mejor nos representa y que deberían luchar un poco más para ponerla en el valor que realmente se merece.
En España he vivido en más de una ocasión que, cuando en un festival hay dos salas, una más pequeña, el concierto de guitarra va en la sala pequeña. Partiendo de estos pequeños grandes detalles, tenemos que quitar a la guitarra este estigma de que no vende, no llena, no gusta, porque es totalmente incierto. La guitarra gusta y tenemos que trabajar para que en España, nuestro país, se llenen los teatros con ella.
También representó a la cultura europea en la Expo 2010 de Shanghái.
Pues sí, he ahí el ejemplo. La guitarra y el flamenco sorprenden y gustan muchísimo allá donde vayan. Yo lo hablo con compañeros que también están en giras y no paran de visitar otros países y otras culturas. Al final el denominador común es ese, la sorpresa que nos llevamos cuando, vayamos donde vayamos, hay un recibimiento espectacular por parte de la gente que nos contrata y el interés que tiene el público por ir a ver los conciertos de flamenco.
Comenzó muy joven a tocar la guitarra. ¿El flamenco ha sido desde el principio su estilo indiscutible?
Es mi lenguaje, es mi estilo. Pero como siempre digo, el flamenco es una música independiente de la pureza que quiere defender algunos. En la época en la que vivimos, con tanta información, el flamenco tiene que tener la mente muy abierta para aprender y alimentarse de otras culturas musicales. Tenemos que intentar no perder la identidad, filtrar lo que aprendamos de otras culturas para después hacerlo nuestro. El riesgo está en que pierda su identidad y que lo que salga por tus manos, por tu boca o por tus pies no sea lo que tú eres. No todo vale. Con independencia de que yo esté a favor de hermanarnos con otras músicas, estoy completamente a favor de no perder la identidad que cada uno tenemos. Yo ahora estoy con una obra representativa en el mundo clásico, el Concierto de Aranjuez, pero no puedo ser clásico o cambiar mis formas, porque entonces estaría engañando al público.
¿Qué siente cuando se enfrenta a un público con su guitarra?
A mí me llena, me proporciona la libertad que no encuentro en otros sitios. El flamenco es un lugar donde voy a sentirme libre, me permite ser yo realmente. Me da la oportunidad de llorar y reír sin que nadie me vea, aunque al mismo tiempo me vea mucha gente. Para mí, tocar en un escenario es una vocación, donde realmente disfruto. Después tiene una parte muy oscura, porque el músico trabaja para superar sus errores, que primero hay que encontrar. Uno trabaja horas y horas para ver cuáles son sus defectos, sus errores, no para disfrutar de sus virtudes. Se pasa por momentos muy oscuros, tenebrosos, casi depresivos, pero te permite conocerte mucho mejor como persona.
¿Cuál puede ser su meta musical después de tantos años de música?
Mi secreto es no ponerme metas. Las cosas van llegando, voy trabajando. La vida me ha dado cosas que no hubiera imaginado y no hubiera pensado en ningún momento, y las he disfrutado más que cualquier cosa que tuviera planeada. Hay que estar abierto en todos los sentidos para poder disfrutar de todo lo que venga y poder asumirlo con la mayor serenidad posible para sacarle el mayor partido posible.
¿Algún nuevo proyecto entre manos?
El 31 de mayo grabé el que va a ser mi próximo disco en el auditorio Felipe VI de Estepona, mi pueblo. Vuelvo al mi formato más flamenco, y lo grabo en directo. Es la primera vez que me enfrento a una grabación con público, pero tengo muchísimas ganas de afrontar este nuevo proyecto y este nuevo repertorio. Se titulará Magiterráneo.
¿Dónde podremos escucharle este verano tras su concierto en Noches del Botánico?
El día 2 de agosto tengo un concierto que me hace mucha ilusión, en el castillo Sogeil de Fuengirola, en un sitio y marco precioso, con la Orquesta Filarmónica de Málaga. El repertorio será el Concierto de Aranjuez y La luna de Alejandra, y traeremos como artista invitado a Dulce Pontes. Ese y el de Madrid son dos conciertos que tengo muchas ganas de hacer.
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