Discos

El gran teatro de la nueva música

Paco Yáñez
lunes, 29 de julio de 2019
Pierluigi Billone: FACE. Anna Clare Hauf, voz. PHACE. Leonhard Garms, director. Reinhard Fuchs y Andreas Karl, productores. Alfred Reiter, ingeniero de sonido. Un CD DDD de 59:03 minutos de duración grabado en la Philharmonie de Luxemburgo, el 5 de diciembre de 2016. Kairos 0015040KAI.
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Tal y como adelantamos hace dos semanas, cuando el dúo de guitarras eléctricas OM ON (2015) visitó nuestra sección discográfica, de la mano del compositor italiano Pierluigi Billone (Sondalo, 1960) y del sello vienés Kairos nos llega una de las ediciones en disco compacto más importantes del 2019 (año en el que Kairos celebra su vigésimo aniversario): la partitura para voz y ensemble FACE (2016), una obra que con la mezzosoprano Anna Clare Hauf y el ensemble PHACE, todos ellos bajo la dirección de Leonhard Garms, alcanza aquí una lectura impactante, conjugando la habitual inventiva tímbrica de Billone, una expresividad poderosísima y una serie de guiños al pasado que tanto podemos entender como un homenaje a aquellos que el italiano considera sus maestros como un carpetazo a la pasada centuria, ya casi en la tercera década de este tercer milenio, con la firme voluntad de instalarse en la que sería música propiamente del siglo XXI, de la cual FACE perfectamente podría ser una de sus más aquilatadas muestras (si es que algo significativamente diferenciado nos permite hablar de un tiempo nuevo, y no de una variación en el proteico rizoma del pasado).

Y es que la muerte y el pasado son dos de los elementos fundamentales de una partitura, FACE, que parece remedar una antigua tragedia griega, con la mezzo austriaca Anna Clare Hauf como oficiante y protagonista, dando voz a un lenguaje inventado por el propio Billone con claras reminiscencias del griego antiguo (aunque, por momentos, también del japonés, pues ecos del teatro Nō se asomarían a una forma de narrar en la que la voz se desprende de sentimentalismos y subjetividades, pareciendo abrir una ventana a un mundo arcaico y ritual; asimismo, señalado por la sequedad y acerada articulación de este lenguaje tan nuevo como antiguo, que tanto nos remite al Prometeo (1981-85) de Luigi Nono como a la deconstrucción silábica en las partituras de Helmut Lachenmann: dos compositores cuya influencia y cuyas voces se asomarán a FACE y que podemos reconocer en fragmentos del lenguaje inventado de Billone, como éste: «Kàk-to Ktà-ā Mā-ta / Kò-xu Ma-xi Ktì-kon Kos-mo / Ka-li Sà-vi Ktò-ma / Knē-te Dèno tòno / Krò-to Jú-mu tu Kol-lī-ve-ro / Pu-mú Kèu to Skā-pos / Kal-lī go-ktò»).

Así pues, si «En el principio fue el Verbo», tal y como evangélicamente Pierluigi Billone rememora con respecto a la génesis de FACE, en su partitura ese verbo es aún sustancia puramente musical, esencia de esa divinidad despojada de carga semántica para el hombre: pura potencia comunicativa de la que se capta únicamente su pulso, la sensualidad de su prosodia y la dureza (digna del Antiguo Testamento) de su fonética. Todo ello genera un paisaje instrumental que diría análogo, con su áspera sonoridad; por momentos, cuasi desértica, incluida una percusión de piedras que convoca ecos de otras partituras, como la Steine (1985-90) de Péter Eötvös; cuando no, las formas musicales más primitivas. Es algo que sucede en FACE una y otra vez, ya no sólo con respecto a partituras de autores del siglo XX y actuales, sino con el propio catálogo de Pierluigi Billone, pues las sucesivas irrupciones de guitarra eléctrica (de nuevo, como en anteriores lanzamientos de Kairos, con el guitarrista israelí Yaron Deutsch) nos harán rememorar tanto la antes citada OM ON como el ciclo Sgorgo (2012-13). Así, la partitura rescata, una y otra vez, la sequedad de los teatros mediterráneos en la época clásica, tanto los del sur de Italia como los propiamente griegos; unidos aquí a esa dicción tan dura y velada de la recitadora.

Pero, como antes adelantábamos, FACE es un ágora de música y palabra en la que el pasado y el presente se interpelan para crear una estética que, si no es la del futuro; al menos, sí es la más potente de nuestro tiempo. A que tal excelencia se fragüe han colaborado las improntas de algunos de los maestros cuyas voces aquí escuchamos: Helmut Lachenmann, Luigi Nono, Karlheinz Stockhausen, John Cage y Giacinto Scelsi, abanico que cubre un espectro sustantivo de las corrientes dominantes en la segunda mitad del siglo XX. Billone procura que estos «fósiles encontrados» en los archivos de la palabra (de la fonografía) nos provean significados imperecederos, como los que John Cage nos comunica al hablar de su fascinación por los sonidos que escuchaba cotidianamente en Nueva York, independientemente de que se hubiesen conformado intencional o artísticamente; algo que perfectamente se enlaza con las reflexiones de Luigi Nono sobre la calidad del sonido (más que sobre su sustancia). Toda una galería de compositores y pensadores que, como Billone, reinventaron en su momento el sonido vocal-instrumental y que aquí espolean periódicamente desde la voz en off nuestra propia escucha, la delicadísima diseminación de efectos extendidos a través de los cuales Billone nos abisma a la erosión de los materiales, cual el propio tiempo, sobre piedra, música y palabra. Entre dichas sonoridades, Billone utiliza instrumentos europeos tradicionales llevados a sus límites técnicos (como las poderosísimas intervenciones del estupendo Michael Kreen en el saxofón), además de todo un conjunto de instrumentos y sonidos ad hoc que nos remiten tanto a Sudamérica, con el palo de lluvia, como a Persia o al antes citado Japón, por lo que este teatro de la palabra arcaica se convierte, como diría Calderón de la Barca, en el gran teatro del mundo. De este modo, el intérprete de instrumentos ad hoc (en este registro, Alex Lipowski) adquiere una gran importancia, vinculado como lo está a la voz, a modo de iniciador y mediador, generando algunas de las sonoridades más enigmáticas y tímbricamente indefinidas que escuchamos desde el comienzo de FACE (mientras que instrumentos como la flauta están indisolublemente asociados a la voz, a la que filtran; quedando el ensemble en conjunto funcionando como una suerte de coro teatral clásico con «vagas resonancias» -señala Billone- de Bruno Maderna: otro tan agudo escrutador de la antigüedad griega, como lo fue Luigi Nono).

En este tan personal acercamiento a lo teatral, Billone revierte los procedimientos y las jerarquías al uso en la relación palabra-música; de forma que en FACE es primero la vibración del cuerpo y el sonido mismo de la voz que la palabra, rehuyendo el habitual orden de texto y posterior musicalización, para recaer en lo que el compositor italiano dice un cuerpo (el de la cantante) que «mastica, devora, bebe, escupe, vomita y reconstruye la palabra», pues para Billone éste es el procedimiento más importante en la actualidad; de ahí que, según Bernhard Günther, FACE sea la culminación de la búsqueda efectuada por el compositor de lo que el propio Billone dice «una comprensión moderna de la voz, completamente abierta, en la cual la vocal no es ya un acto extrovertido de cantar tal y como lo conocemos a partir de las viejas y nuevas tradiciones». De este modo, el concepto vocal se estira y amplía, abarcando todo cuanto es posible a través de la voz, para llegar (no sé si habría que apostillar que antitéticamente) a un nuevo espacio artístico-musical en el que, según Billone, «la voz ha de mostrar el vacío. Primero, ha de renunciar a su identidad, y luego dejar emerger algo nuevo, incluso aunque (con orgullo) se dirija a un lugar vacío en el futuro». De este modo, Billone confía en esa direccionalidad que hereda de los referentes aquí convocados (que podrían ser más, pues pensemos en las reflexiones, a través de obras como la Oresteïa (1966), de Iannis Xenakis sobre la palabra, el teatro y la antigüedad; o en las mismas Aventures y Nouvelles Aventures (1962-65) de György Ligeti), alcanzando lo que Bernhard Günther dice trascendencia del lenguaje mismo, como sonido, significado y emoción (aseveración que, en todo caso, habría que poner en tela de juicio, ya que, si la voz trasciende el propio sonido, ¿estaríamos hablando de música?).

Afortunadamente, FACE es pura música enraizada, por múltiples vías, tanto conceptuales, como estilísticas y estéticas, en lo mejor de la tradición artística del siglo XX, de muchos de cuyos artífices y mejores exponentes Billone es heredero, tan fehacientemente como él mismo reconoce en esta partitura, dando voz a algunos de sus maestros. Si estos son una inspiración para hacer evolucionar (¿transcender?) los límites del lenguaje, los paisajes ya conquistados de la música, no menos lo ha sido el ensemble que aquí escuchamos, PHACE, pues es para esta agrupación para la que la Philharmonie de Luxemburgo y el festival Wien Modern encargaron FACE: obra que este mismo conjunto estrenó en Viena en 2016 con los excelentes resultados que en este compacto escuchamos, aunque la versión que Kairos ahora nos presenta fuera registrada a finales de dicho año en la propia Philharmonie luxemburguesa. Destacar, nuevamente, a la mezzo Anna Clare Hauf, con una voz que nos introduce en una sequedad calcárea y terrosa, haciendo que sus palabras parezcan brotar desde el polvo de los viejos teatros mediterráneos, cuyas piedras y materiales espolea el canto aquí concebido por Billone, como los coros de instrumentos ad hoc y el sonido de un ensemble, PHACE, de una modernidad sin ambages, tan seca y precisa en sus engranajes tímbricos como la química inorgánica que sintetizó los materiales desde los que (se) canta este teatro del tiempo.

La grabación, a cargo de Alfred Reiter, es estupenda, y no lo tenía fácil aquí el ingeniero de sonido por la espacialización del conjunto y la tensión microscópica que en muchos momentos caracteriza al enfoque sonoro de Billone, en contraste con súbitas erupciones (en guitarra eléctrica, saxofón y percusiones, destacadamente) que no hacen en absoluto sencillo el registro de una propuesta como FACE. Por lo demás, las notas corren a cargo del ya varias veces citado Bernhard Günther, soberbias (además de trufadas de diversos textos para acompañar a Billone en esta mirada al pasado, con fragmentos de Lutero, Goethe, Mendelssohn y del propio compositor); un ensayo que se enriquece con (plásticamente bellísimos) fragmentos de la partitura, con el texto completo de la obra (ya en el lenguaje inventado por Billone, ya la transcripción de las palabras de los compositores en sus respectivos idiomas), con fotografías de los músicos y del propio Billone, además de las biografías de rigor de intérpretes y compositor. Todo ello para una edición en disco compacto de FACE que, se trascienda o no la historia, se efectúe o no un paso sustancial en la misma (que lo dudo), se sitúa entre las obras mayores de su creador, así como entre los discos más interesantes del 2019.

Este disco ha sido enviado para su recensión por Kairos.

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