Reportajes

Innovation: la actualidad de la música antigua.

Jose V. Sánchez Albertos
martes, 6 de agosto de 2019
Innovation © York Early Music Festival 2019 Innovation © York Early Music Festival 2019
0,0005458

Desde que a principios del s. XX se estableciera la interpretación de música antigua como una nueva corriente estética, se han escrito miles de páginas al respecto de cuestiones como la autenticidad en la interpretación, instrumentos recuperados y nuevos tipos de voz. Durante estos años, ha convivido la paradoja del repertorio antiguo y olvidado, con la innovación, lo moderno, lo atractivo a los oídos de la actualidad.

Así que con el título “Innovation” se presentaba este año el Early Music Festival de la ciudad inglesa de York, organizado por el Centro Nacional para la Música Antigua, que tiene sede en este histórico enclave. El título, según la propia organización, ha sido inspirado por el 500 aniversario del nacimiento de Leonardo Da Vinci, considerado uno de los más grandes innovadores que ha habido nunca. El festival quiere recordar a todos aquellos músicos, intérpretes, constructores de instrumentos y pensadores que hicieron avanzar la música, aquellos mismos que osaron ser diferentes.

L’Orfeo 

El festival se inició el viernes 5 de julio con una propuesta arriesgada. Se ponía en escena una de las primeras óperas de la historia, la favola in música L’Orfeo de Claudio Monteverdi; y se hacía desde un prisma un tanto diferente. No había escenario ni decorados, solo unas plataformas que rodeaban a los músicos del grupo I Fagiolini, dirigidos por Robert Hollingworth, en donde actuarían los cantantes. Además de la orquesta, la sección de metal con instrumentos antiguos corrió a cargo por el English Cornett & Sackbut Ensemble, que fascinaron con un sonido brillante y bien ejecutado. A estos se añadieron cantantes de la propia universidad de York, donde Hollingworth es profesor de música. El diseño fue de Ruth Paton y la dirección de escena de Thomas Guthrie.

Tanto Orfeo como Eurídice fueron representados por dos marionetas portadas por los propios cantantes y una ayudante en cada caso. Esta idea fue una innovación en un anterior proyecto de Guthrie en Londres, con Dido y Eneas de Purcell. Con todos estos datos, nos queda una velada en una sala de conciertos universitaria, y, casi como si de una fiesta de fin de curso se tratara, la interpretación fue sencilla, aunque tuvo momentos muy bien desarrollados. La sala se llenó por completo, pero como viene siendo tristemente habitual, la media de edad era bastante elevada.

¿Y por qué marionetas? En las propias palabras del director Guthrie, tanto las marionetas como el teatro, tienen el poder de inspirar nuestra imaginación, de liderar la introspección necesaria para descubrir nuestras propias historias. Podemos leer en  TheArtsDesk que estos objetos transaccionales -las marionetas-, paradójicamente hacen más humano el drama. La posición de los cantantes y la ayuda externa a la hora de manejar la marioneta conseguía el resultado esperado, animación de lo inerte, recreación de la fantasía. Felicitaciones a la dirección musical y a Matthew Long como Orfeo, que arrancó los mayores aplausos de la noche. Como punto negativo a la puesta en escena, las plataformas por las que se movían los cantantes hacían tanto ruido que interfería en el desarrollo esperado de la obra.

Thomas Tallis

Dentro de las actividades paralelas a los conciertos que programa el festival y que ponen en valor las investigaciones que se desarrollan, a la vez que introducen a los asistentes en el tema a tratar en el concierto, pudimos disfrutar de una interesante charla del Dr. Skinner sobre las innovaciones que introdujo Thomas Tallis en la música de la liturgia anglicana. Tallis, que sirvió a cuatros monarcas Tudor desde Enrique VIII hasta Elisabeth I, fue el responsable de mucha de la música de la reforma anglicana. Se le encarga a Thomas Tallis la composición de música para la nueva liturgia, en la que se abandona el estilo melismático propio de algunas composiciones en latín, hacia un estilo silábico en inglés, que tuviera una función didáctica, a la vez que estética.

Para ilustrar estos cambios estilísticos, Skinner puso como ejemplo una composición de Tallis, Gaude gloriosa en su versión latina, que pasaría a tener un texto en inglés, en colaboración con la propia reina Katherine Parr, la última esposa de Henry VIII. Esta contrafacta, cuyo texto en inglés no se conocía y ha salido a la luz por las investigaciones de este musicólogo inglés, fue el plato estrella del concierto (Canciones de Reforma) del grupo vocal Alamire.

El concierto se organizó en dos partes diferenciadas por la lengua de las obras. Así, en la primera parte escuchamos motetes compuestos en latín para la liturgia católica en Inglaterra creados en diferentes momentos de la vida de Tallis. Durante los sucesivos reinados católicos y anglicanos de los reyes Tudor, el compositor nunca mostró ninguna preferencia religiosa, con lo que evitó que las controversias religiosas del alrededor le afectasen en su vida o en su trabajo. La segunda parte incluyó las primeras composiciones que se realizaron para el nuevo rito anglicano. Thomas Cranmer inspiró el nuevo estilo compositivo de Tallis y sus contemporáneos, un estilo más severo, buscando la claridad de “una nota para cada sílaba” y que pudimos admirar en la Litany, que Tallis compuso para la primera celebración litúrgica reformada por Cranmer.

Dispuestos a modo de coro catedralicio, Alamire procesionó sobre la planta de la encantadora St Michael le Belfrey Church, justo en el costado derecho de la Catedral de York. Tras una serie de canciones para la reforma en inglés, llegó el momento cumbre del concierto, la interpretación de la contrafacta See, Lord, and behold. Compuesta, como la Letanía, para ese evento anglicano de propaganda en mayo de 1544, el texto es un símbolo patriótico de gran magnitud incrustado en el antiguo estilo musical de Tallis. Es de destacar que tanto Alamire como Skinner están de lo más cómodos interpretando a Tallis, con un sonido delicado y cuidado como sello personal. Hubo numerosos cambios de cantantes y de registros, desde un If ye love me cantado por un cuarteto de hombres solamente, hasta las obras centrales del concierto, que fueron interpretadas por los doce cantantes del coro.

An Enduring Voice

Avanzando en el festival, y dejando de lado otras propuestas instrumentales, el martes 9 de julio tuvimos el placer de asistir al concierto de The Sixteen, dirigidos por el incansable Harry Christophers. Con el título An Enduring Voice (Una voz imperecedera), se presentaba un concierto dedicado a las numerosas advocaciones que tiene la Virgen María en el cristianismo, como reina del cielo, trono de sabiduría, madre de Dios o estrella del mar. Ella es el corazón del Eton Choirbook, la más antigua colección de música latina de la época Tudor, así como el centro de este programa de concierto que abarca seis siglos de composiciones y dos continentes, desde canto gregoriano y polifonía renacentista hasta obras corales contemporáneas.

Los que pudimos disfrutar del The Sixteen Insight Day descubrimos algunas curiosidades del repertorio que sería presentado en esa noche, en una conferencia del musicólogo John Milson y con música en directo de algunos componentes de The Sixteen. Milson nos introdujo en los elementos compositivos que Robert Fayfax había utilizado en la composición de su antífona Eternae laudis lilium, a cinco voces. El texto, que está dedicado a la genealogía de Jesús, está construido sobre el acróstico “Elisabeth Regina Anglie” (Elisabeth, Reina de Inglaterra) dedicado a su benefactora, Elisabeth de York, mujer de Henry VII. El otro homenaje musical que Fayfax le rinde lo encontramos en la palabra Elisabeth, que aparecerá resaltada por una frase de carácter imitativo. En la segunda parte de la cita, Sally Dunkley, nos hizo un recorrido por su trayectoria como cantante profesional en los numerosos coros de primer orden en los que ha cantado. Sally recordaba los tiempos en los que iba de gira por Japón o Australia con The Tallis Scholars, y las dificultades que conllevaba tener tantos conciertos en un espacio de tiempo reducido.

Pero llegó el momento esperado del concierto central del festival, el único que se celebra en la York Minster, la segunda catedral gótica más grande del norte de Europa, por detrás de la de Colonia. Según los datos del programa, de 32 cantantes que han ensayado el concierto, son 21 los que actúan cada noche. Esto da como resultado un sonido más grandioso de lo habitual en coros ingleses profesionales. Podemos afirmar, sin lugar a duda, que Christophers ha buscado una sonoridad mayor para esta peregrinación coral, que celebra los 40 años de un grupo que se fundó en 1979 con 16 cantantes que cantaban precisamente polifonía del S. XVI. Mientras interpretaban una introducción de canto llano, Salve Regina, tanto en voces masculinas como femeninas, la mitad de los cantantes entraron en la catedral a modo de procesión, algo que ha perdurado en la tradición del rito anglicano.

Tras esta introducción monofónica, y de modo contrastante, se fue desarrollando el concierto polifónico que alternaba compositores de música antigua, como John Sheppard o Robert Wylkynson, con compositores contemporáneos, como Sir John Tavener o el más actual, Eric Whitacre. Nivel altísimo para un programa bien cuidado, pero que en la práctica resulta algo deslavazado, casi difícil de escuchar por los cambios entre las técnicas compositivas renacentistas y las modernas armonías de composiciones más actuales.

Otros conciertos que se dieron cita en esta semana de la música antigua en York fueron, por ejemplo, un concierto de fortepiano de Andreas Staier, con obras de Mozart, Haydn o C.P.E. Bach; los Conciertos de Brandemburgo de J. S. Bach, interpretados por el grupo instrumental inglés Florilegium, dirigidos por el flautista Ashley Solomon; o el coro continental Vox Luminis, que con Lionel Meunier al frente, interpretó un repertorio completo dedicado al legado de la familia Bach. En las últimas fechas del festival, se realiza una competición de jóvenes artistas de todo el mundo, y que en su edición 2019 ha ganado L’Apothéose, un grupo español formado por la flautista Laura Quesada, la violonchelista Carla Sanfélix, Asís Márquez en los teclados históricos y Víctor Martínez al violín barroco. Enhorabuena a estos jóvenes artistas, que con este premio demuestran que el nivel de los grupos españoles de música antigua está reconocido a nivel internacional. Les seguiremos la pista.

Comentarios
Para escribir un comentario debes identificarte o registrarte.