Empecemos por decir, como todo el mundo, que el regisseur Barrie Kosky reafirmó su excepcional talento como director de escena con un Orfeo en los infiernos de irresistible coreografía y movimiento de coros y cantantes solistas. Sigamos coincidiendo en que la Filarmónica de Viena bajo la dirección de Mazzola presentó un Offenbach vibrante y luminoso.
¡Y qué cantantes! Empezando por Joel Prieto como ese violinista paganinesco e hipócritamente estúpido. Convincente también el Jupiter de Martin Winkler. ¡Y qué maravillosa las voces de de Kathrin Lewek (Euridice), Nadine Weissmann (Cupidon) y Vasilisa Berzhanskaya (Diana)! Anne Sophie von Otter se presentó hablando en sueco como una Opinión Pública que Kosky imaginó como la mujer de un pastor protestante. Y al comienzo de la segunda parte hasta nos cantó unos simpáticos cuplés, mientras…
Comentarios