Recensiones bibliográficas
De las auroras que todavía no han despuntado
Juan Carlos Tellechea

El polifacético filósofo alemán Peter Sloterdijk (Karlsruhe, 1947), un eminente crítico y buen diagnosticador de nuestro tiempo, aunque no exento de polémicas, calumnias, malentendidos y acusaciones en su contra, registra prolijas y jugosas anotaciones desde hace años sobre el acontecer en Alemania y el mundo. Hojeando algunas de sus páginas, las escritas entre 2011 y 2013, constatamos que a este país lo ha descrito como un gigantesco centro de tratamientos, terapias y sistemas de relajación, algo así como un gran spa, en el que todos se recrean cuando regresan del extranjero y por el que, a los ojos del Estado, deberían estar obligados a pagar más impuestos.
Al controvertido ex canciller socialdemócrata (SPD) alemán Gerhard Schröder, casado entretanto ya por quinta vez, lo ha calificado de individuo con un poderoso atractivo fálico. De la canciller democristiana (CDU) alemana Angela Merkel, con esa sonrisa suya que marca siempre una especie de punto final en todas sus declaraciones públicas, decía que bastaba entonces con que bostezara para que la oposición cayera al abismo.
Los tiempos han cambiado un poco desde entonces. A Schröder, junto a su actual mujer, 24 años más joven que él, se lo ve mucho más desgastado y envejecido, y a Merkel, relevada al frente de la CDU por la todavía vacilante Annegret Kramp-Karrenbauer, con síntomas de sobrellevar a duras penas un extremado agotamiento físico.
Sloterdijk, entretanto de 72 años de edad y que se ufana de afirmar públicamente lo que otros no se atreven a decir, ha decidido entregar todo su archivo que comprende numerosos manuscritos, correspondencia con otros pensadores contemporáneos, borradores y notas, así como fotos y documentos digitales, sobre ensayos, conferencias y textos de sus libros al prestigioso Deutsches Literatur Archiv, de Marbach, la ciudad natal de Friedrich Schiller.
Entre otras curiosidades, el legado comprende asimismo 140 cuadernos de aforismos filosóficos, diarios de viaje y comentarios sobre los acontecimientos políticos del día, como los que mencionábamos más arriba.
Al corpulento autor de Crítica de la razón cínica (1983), Esferas I, II y III (1998-2005), y La revolución de la mano que da y el futuro del capitalismo (2010), títulos de la renombrada editorial Suhrkamp, de Berlín, entre más de medio centenar de obras, se le acaba de dedicar un libro de casi 300 páginas, Von Morgenröten die nicht geleuchtet haben, Symposium zu Peter Sloterdijk (De las auroras que todavía no han despuntado. Simposio sobre Peter Sloterdijk), editado por el artista austríaco, nacido en Odesa/Ucrania, Peter Weibel, que recoge las contribuciones vertidas por diversos filósofos e intelectuales de varios países en un congreso con motivo del 70º aniversario de Sloterdijk en 2017, organizado por el Zentrum für Kunst und Medien (ZKM) de Karlsruhe.
Sloterdijk fue rector y catedrático de filosofía y estética de la Staatliche Hochschule für Gestaltung (HfG) de su ciudad natal. El filósofo es además libretista de la ópera en siete actos Babilonia del compositor y clarinetista Jörg Widmann (Múnich, 1973), estrenada por la Bayerische Staatsoper de Múnich, con dirección musical de Kent Nagano, el 27 de octubre de 2012 (revisada en 2019), sobre la vida en una metrópolis multirreligiosa y multicultural.
Entre los 18 ponentes de la reunión de Karlsruhe que toma por título una inscripción india (del Rigveda, el texto más antiguo de la Tradición Védica, compuesto en sánscrito entre el 1500 y el 1200 aC) recogida por Friedrich Nietzsche (1844 – 1900) en su autobiográfico Ecce Homo (1888), figuran los alemanes Norbert Bolz, Peter Trawny, y Heiner Mühlmann, el británico Nigel Thrift, el español Isidoro Reguera (catedrático emérito de filosofía de la Universidad de Extremadura), el francés Olivier Mannoni, el neerlandés Laurens ten Kate y el austríaco Thomas Macho.
Para Sloterdijk, la forma más desagradable de la filosofía académica no es la analítica, que, a pesar de su cercanía con la irreflexión, a veces muestra su propio esplendor, sino la alianza del profesorado en este país con las afirmaciones de un cambio mundial. No es fácil imaginar que el universalismo abstracto se extienda a otros lugares tan desinhibidamente como en esta parte del mundo, aparte de Francia, de donde proviene. Uno lo reconoce por la demanda de que son los otros quienes deben cuidar a los demás, escribía el filósofo en uno de los cuadernos con observaciones de la vida actual.
En sus controvertidas afirmaciones sobre la ola migratoria que invade el Viejo Continente, Sloterdijk apuntaría que
nada es tan europeo como la acusación de que los principios europeos se están aplicando de manera demasiado selectiva. Probemos al revés: ¿por qué no se otorgan premios iraníes de derechos humanos? ¿Dónde está la nación árabe que otorga asistencia social a los refugiados políticos de Europa del Este? ¿Qué país asiático otorga a los inmigrantes occidentales el derecho básico de asilo? ¿Dónde está el país africano que garantiza a sus desempleados un ingreso mínimo? Son los europeos y solo ellos, junto con sus culturas filiales allende los oceános los que establecen altos estándares morales, hasta el nivel de las declaraciones de derechos fundamentales, y luego se fustigan a sí mismos e invitan a la crítica desde el exterior cuando no están en situación de cumplirlos cabalmente.
Refiriéndose al lenguaje de la filosofía (Die Sprache der Philosophie) y a las citas de memorables frases acuñadas, escritas o pronunciadas en diferentes momentos por Sloterdijk, acota Jochen Hörisch, profesor de literatura y ciencias de la comunicación de la Universidad de Mannheim y otro de los participantes del simposio:
la metafísica, el ultramundo, según Sloterdijk, es el parásito más antiguo del mundo, un diagnóstico que no conduce automáticamente a la estima y al respeto por el pensamiento postmetafísico, como muestra una segunda cita. Esta concierne y afecta a (el filósofo y sociólogo) Jürgen Habermas (Düsseldorf, 1929)...cuyas publicaciones acerca de la teoría de la acción comunicativa...se pueden leer como hojas informativas sobre el desmontaje final de campamentos de base en terrenos llanos,
según Hörisch citando a Sloterdijk.
Dicho sea esto al margen, este mismo año la revista Cicero ubicó a Habemas en segundo lugar después de Sloterdijk entre los intelectuales más importantes de los países de habla alemana. Sobre Habermas, y con motivo de su 90º aniversario, Suhrkam publicó hace unos días un mamotreto de dos tomos y casi 2.000 páginas titulado Auch eine Geschichte der Philosophie (También una historia de la filosofía), que será sin duda el testamento que habrá de dejar a la posteridad este destacado representante de la segunda generación de la Escuela de Frankfurt. Habermas es uno de los exponentes de la Teoría crítica desarrollada en el Instituto de Investigación Social, entre cuyos aportes figuran la construcción de la mencionada teoría de la accion comunicativa, la ética del discurso y la teoría de la democracia deliberativa, que los críticos y estudiosos siguen deglutiendo hasta hoy.
Pese a la cantidad de libros que ha publicado, y a que no rehuye a la espectacularidad que le dispensan los medios de comunicación, es dificil encasillar a la filosofía de Sloterdijk. Un crítico neerlandés decía no hace mucho, Sloterdijk es un liberal socialdemócrata de izquierda, derecha y elitista con ideas originales, dura afirmación que el aludido filósofo cita con descaro y entusiasmo, sin desesperarse, en la seguridad de que a las palabras se las lleva el viento, y de que hay que resistir el tren del tiempo para fluir oportunamente cuando se produce un vacío de esa rebeldía; una intransigencia que es como un llamado de atención. Cuando ella se detiene lo abraza a uno el silencio de la fugacidad y uno se ve así casi tragado por ésta.
Ninguno de los folios de esas cuadernetas tienen pérdida. Sus sentencias bien podrían ser colgadas en un almanaque a la vista de todo el mundo. La nueva enfermedad de nuestro tiempo se llama sobredocumentación, advierte Sloterdijk. Son demasiados los que proporcionan en exceso para muchos, a través de los medios de comunicación, internet y las redes sociales. Toda política es hoy psicopolítica. Cada disertación frente al público se transforma en postulaciones, acusaciones y reclamos. Religiones, no son más que sentimientos de culpa con diferentes días festivos, así de sencillo. Y con esto me viene a la mente aquel famoso cuento del cristiano, el musulmán y el judío que se encuentran en una taberna y en la que de pronto entra Dios al que asedian y abordan con insistencia para saber cuál de sus creencias es la legítima, a lo que el Gran Arquitecto del Universo responde soberanamente: de ese invento humano que es la religión no quiero saber absolutamente nada de nada, y no quiero tener nada que ver, subraya.
Para Sloterdijk, el socialismo era la última forma de optimismo cognitivo y político moderno, basado en la creencia de que uno podría gobernar la vida económica de una nación o´de un conjunto de naciones desde una ubicación central panorámica, óptimamente informada. La despedida de esta ilusión resultó en el semi-socialismo dominante, que se llama capitalismo en el lenguaje mundial.
Esto ofrece la ventaja de mantener espacios abiertos para criticar las condiciones reinante. Quienes deseen seguir siendo críticos no deben admitir que las demandas socialistas son inmanentes al sistema mismo. El principal órgano del semi-socialismo impulsado por el capital son las oficinas de Hacienda, que examinan a la sociedad a través de la obligación, generalmente implantada, de la declaración de impuestos. Incluso si quedan zonas oscuras que están más allá del control fiscal, la confluencia de pagos de millones de fuentes de diferentes extensiones crea un enorme polo monetario. Su distribución demuestra que el estado es, con mucho, el sujeto económico más fuerte, señala el filósofo y escritor.
Comentando algunos de los asertos en su libro Was geschah im 20. Jahrhundert? Unterwegs zu einer Kritik der extremistischen Vernunft (2016), [¿Qué pasó en el siglo XX? En camino hacia una crítica de la razón extremista], señalaba Sloterdijk que el siglo XX fue un siglo muy hablador, muy significativo, del que emanó una larga nómina de sugerencias, pero sobre todo fue el de la Era sin precedentes de la sobreexplatación de la Tierra que tiene y tendrá aún más consecuencias de un extremo al otro en el siglo XXI.
El aristócrata ilustrado, sociólogo y filósofo francés Henri de Saint-Simon (París, 1760-ídem, 1825) , uno de los primeros socialistas de la primera mitad del siglo XIX presentó una fórmula que realmente no entró en juego hasta el siglo XX reemplazar la explotación del Hombre por la explotación de la Tierra por el Hombre. En este libro, he tratado de describir con cierto detalle cómo la naturaleza en su conjunto se ha transformado en una especie de subproletariado por debajo de la civilización. Y así, la palabra clave para entender el siglo XX sería que hay un tremendo cambio en la explotación de la sociedad, en la relación entre el Hombre y la Naturaleza que nos afecta a todos sin excepción y que tendrá consecuencias inimaginables aún para el medio ambiente y la Especie Humana.
Concluye Jochen Hörisch en su intervención en esa asamblea de pensadores homenajeando a uno de los suyos que en el futuro sería razonable aplicar un lenguaje agudo, sabio, entusiasta, sereno, épico, cauteloso, alegre, poroso y aforístico como el que desde los tiempos de Nietzsche no se oye más en estos círculos teóricos. Efectivamente, y cita por último al autor de Aurora (1879-1881) y de Así habló Zaratustra (1883-1885) en La gaya ciencia (1882),
nosotros los filósofos, los espíritus libres, ante la nueva de que el Dios antiguo ha muerto, nos sentimos iluminados por una nueva aurora; nuestro corazón se desborda de gratitud, de asombro, de expectación y curiosidad, el horizonte nos parece libre otra vez, aun suponiendo que no aparezca claro; nuestras naves pueden darse de nuevo a la vela y bogar hacia el peligro: vuelven a ser lícitos todos los azores del que busca el conocimiento; el mar, nuestra alta mar, se abre de nuevo a nosotros, y tal vez no tuvimos jamás un mar tan ancho.
Comentarios