Discos
El Aleph de Alberto Posadas
Paco Yáñez
En nuestra última reseña discográfica dedicada al compositor español Alberto Posadas (Valladolid, 1967), en la que nos adentramos en uno de los ciclos más ambiciosos de cuantos jalonan su ya importante catálogo: el de las seis piezas para piano que conforman Erinnerungsspuren (2014-18) -que en 2019 conocimos en edición del sello Wergo (WER 7377 2) con un excelso Florian Hoelscher al piano-, destacamos el proteico diálogo que aquellas seis partituras entablaban con la historia, conversando en ellas Posadas con François Couperin, Claude Debussy, Robert Schumann, Giacinto Scelsi, Karlheinz Stockhausen y Bernd Alois Zimmermann para redondear una propuesta que situábamos, entonces, entre lo mejor del piano actual.
En la primera entrega del ciclo que hoy nos convoca, Poética del laberinto (2016-17), la mirada de Alberto Posadas a la historia se retrotrae aún más, alcanzando la Grecia clásica y su mitología: ámbito referenciado en el cuarteto de saxofones Knossos (2016). El laberinto cretense será, por tanto, el primero al que nos conduzca Posadas: un laberinto histórico, mitológico y acústico repleto de vericuetos y espacios para el temblor, pues si ante algo nos sitúa SIGMA Project nada más comenzar su interpretación, es ante la más elemental fisicidad del sonido: sus ondas primordiales; unas ondas progresivamente complejizadas a medida que los saxofones van entrando en escena, pues es Knossos un cuarteto que se va sintéticamente conformando desde su inicial saxofón solitario (tal y como Rainer Nonnenmann nos relata en sus notas, pues únicamente por una audición del compacto sería imposible saberlo). Sí es perceptible, a lo largo del desarrollo de Knossos, esa fuerte construcción del sonido llevada a cabo por Posadas, no solamente en lo más estructural y macroscópico, con la arquitectura que SIGMA acaba tramando en escena, sino en sus resquicios más nimios y microtonales, en los que se lleva a cabo todo un entrecruzamiento de técnicas y sonoridades que hacen del cuarteto un laberinto en sí mismo, además de un modelo estructural que parece marcado por lo fractal, al ir transportándose patrones de sonido y movimiento, cual masas, de unos saxofones a otros.
Además de esa construcción puramente estructural y camerística, se da en Knossos una progresiva transformación armónica y tímbrica del cuarteto, pues los cuatro músicos inician la partitura con saxofones soprano, para progresivamente ir incorporando saxofón alto, tenor y barítono, hasta completar lo que sería cuarteto tradicional de esta familia de instrumentos. Ello genera un oscurecimiento del cuarteto que será paralelo al aquietamiento de su pulsátil vibración, que sólo en los compases finales conoce cierto estatismo, ligado a una mayor oscuridad; quizás, al alcanzar el final del laberinto y enfrentar cara a cara al Minotauro: momento de paralización, asombro y aniquilación sonora, en el que tan sólo restan mínimos haces de luz que salen despedidos de los restos del cuarteto; de nuevo, atomizados los músicos en sus partículas elementales (un planteamiento que acerca este ciclo posadiano a la música de otro gran compositor para saxofón: el italiano Salvatore Sciarrino; ambos, con magníficos y muy actuales resultados).
La tensa y heterogénea sonoridad de Knossos, tan unitaria, al tiempo que tan profusamente individualizada dentro del cuarteto, está basada en una paleta técnica que pocos compositores dominan hoy con tal magisterio: fruto no sólo del genio del compositor pucelano, sino de su trabajo con los propios miembros de SIGMA Project, así como, muy especialmente en lo que a estos instrumentos se refiere, con Ricard Capellino, saxofonista valenciano que ya visitó las páginas de Mundoclasico.com con motivo de su interpretación en Pontevedra, el 27 de octubre de 2018, del monumental ciclo para saxofón solo Veredas (2014-18), un conjunto de seis piezas en el que Alberto Posadas dialoga con los versos del poeta gallego José Ángel Valente, y cuyo proceso de composición dio como fruto en 2018 no sólo las partituras que conforman dicho ciclo, sino el libro New perspectives on the saxophone. From sonic exploration to composition (ISBN 978-84-942958-2-9), volumen que en sus 354 páginas recoge el proceso de creación de Veredas, así como, de forma pormenorizada, las técnicas instrumentales utilizadas en sus seis estaciones poético-musicales: un trabajo colosal y exhaustivo parangonable (con un número mayor de técnicas registradas en el trabajo de Posadas y Capellino) a otra edición imprescindible en lo que al saxofón actual se refiere: The Techniques of Saxophon Playing (2009), obra conjunta del compositor italiano Giorgio Netti y el saxofonista suizo Marcus Weiss.
De este modo, recursos técnicos como los multifónicos, los bisbigliandi, las microtonalidades, el uso de llaves para sintetizar sonidos fuera de las alturas tradicionales, los armónicos, las diferentes graduaciones del soplido y del volumen de aire proyectado, y un largo etcétera, vuelven a aparecer en Knossos, si bien enriquecidas por el mayor orgánico, variedad de instrumentos e interacciones entre los mismos, haciendo bueno, también en música, aquello de que el conjunto es más que la sola suma de sus partes. Así pues, por medio de estas nuevas veredas para saxofón, tan bellamente enrevesadas y complejas, nos adentramos en las bifurcaciones de este gran laberinto cretense que abre el ciclo, hasta la ya antes mencionada quietud final, que nos deja en puertas de la segunda parte de Poética del laberinto...
...ésta es Klimmen en dalen (2017), un cuarteto en el que, según nos dice Rainer Nonnenmann en sus notas, los intérpretes adquieren una importancia crucial en la final definición de cada técnica extendida sugerida en su partitura por Alberto Posadas. En el caso de SIGMA Project, esto constituye una ventaja, habida cuenta la gran experiencia del cuarteto español en el repertorio actual y su manejo de todo tipo de técnicas extendidas en sus instrumentos. Nace esta segunda parte del ciclo desde los saxofones alto y tenor, con sus timbres modificados por sordinas y lanzados a una sonoridad agudísima cuya reverberación de multifónicos nos hará pensar que escuchamos a más de dos instrumentos, por cómo estos vibran de un modo tan extendido y múltiple. Y es que Klimmen en dalen vuelve, como Knossos, a presentarnos una sonoridad que recuerda a lo electroacústico, al temblor primordial y netamente físico que articula a lo musical; de nuevo, con improntas en el lenguaje de Alberto Posadas que provienen del espectralismo. De hecho, el filtrado que las sordinas realizan del sonido instrumental, así como el profuso desdoblamiento de cada instrumento por medio de los multifónicos, nos acercarán a ese mundo oscilante y pulsátil de lo electrónico, con sus continuas subidas y bajadas de rango, tono, dinámica y color: articulación de la partitura que bebe de otro laberinto, el que representan las arquitecturas infinitas del pintor holandés Maurits Cornelis Escher; de forma concreta, la litografía homónima que da título a esta partitura, cuyos soldados parecen remedados por Andrés Gomis (saxofón soprano), Ángel Soria (saxofón alto), Alberto Chaves (saxofón tenor) y Josetxo Silguero (saxofón barítono) en un continuo sube y baja por los parciales de los espectros sonoros tendidos por un Posadas que diríamos sería el propio castillo de Klimmen en dalen: la arquitectura que establece el gran marco musical en el que cada soldado-saxofón lanza su paso, personal, pero dentro de las pautas que determina el compositor pucelano.
La extrema delicadeza que muestra Klimmen en dalen a lo largo de todo su recorrido, su cristalización sonora, tremolados y precipitación a los resquicios microtonales, nos vuelven a recordar, además de al citado espectralismo, a la música de Salvatore Sciarrino y sus propuestas para estos instrumentos, como ese océano sonoro repleto de destellos y micropartículas que es Studi per l'intonazione del mare (2000), así como la monumental y móvil La bocca, i piedi, il suono (1997). Posadas nos ofrece en esta segunda parte de Poética del laberinto una propuesta más intimista y concentrada, en la que la unidad del cuarteto se conforma por mínimas fluctuaciones: apenas una vibración o un cuarto de tono que, arriba y/o abajo, nos llegan a confundir sobre qué dirección toma cada saxofonista, complicando la percepción de dichos sentidos musicales por el hecho de que la horizontalidad y la verticalidad quedan, en muchos momentos, volatilizadas por la interacción que se produce constantemente entre los músicos, cuyos espectros microtonales interfieren haciendo más compleja dicha ubicación en las coordenadas del sonido y su direccionalidad, cual los grabados y dibujos del propio Escher. Tal sensación se acrecienta cuando, en los compases finales, el saxofón alto de Ángel Soria retoma las agudas sonoridades que habían dado comienzo a Klimmen en dalen, por lo que el laberinto se cierra sobre sí mismo, no dejándonos salir de éste, aún perdidos entre sus muros y sin saber a ciencia cierta si subíamos o bajábamos su escalera.
La tercera y última parte del ciclo, Senderos que se bifurcan (2017), comienza de un modo totalmente distinto; al menos, en cuanto a motilidad y registro, pues la partitura arranca de forma febril y furibunda, así como con una sonoridad más grave, ya que escuchamos ahora un cuarteto conformado por dos saxofones barítonos (Andrés Gomis y Josetxo Silguero, en los extremos de SIGMA) y dos tenores (Ángel Soria y Alberto Chaves, en el centro); de nuevo, todos ellos con sordinas para enrarecer la tímbrica de cada instrumento. Los estados de dicha materia sonora se van metamorfoseando y fluctuando a lo largo de Senderos que se bifurcan, y si el comienzo está dominado por un registro grave y cinético, a los pocos minutos el dúo de saxos tenores, con un profuso multifónico que parece desgajado de Klimmen en dalen, nos coloca ante otra situación musical, más estática y aguda, a la que suman los barítonos en una tesitura que pareciera imposible en dichos instrumentos, de no mediar el buen hacer y la larga experiencia en tales contrastes súbitos que poseen Andrés Gomis y Josetxo Silguero: dos de los mejores saxofonistas de Europa. Así pues, aunque se trate de un cuarteto aparentemente más homofónico -al estar reducido a dos tipos de instrumentos-, el amplio uso que de los espectros armónicos realiza Posadas convierte Senderos que se bifurcan en una pieza de gran amplitud en cuanto a colores tímbricos. También las masas de sonido se caracterizan por esa movilidad y alternos crecimientos; llegando a solidificarse de tal modo, que exigen que el propio Andrés Gomis tenga que marcar con su mano derecha el compás para sacar a sus compañeros del crescendo en el que SIGMA se había solidificado, lanzándolos a compases de más heterogénea e individualizada rítmica que ya serán la tónica hasta prácticamente el final de la obra, en el que en un breve destello el cuarteto se vuelve a unir tras un largo episodio de prolija figuración y una mayor rugosidad. Esa mayor individualización del cuarteto remeda musicalmente el título de la partitura, tomado del relato de Jorge Luis Borges El jardín de los senderos que se bifurcan, reunido en una de las colecciones de cuentos más célebre del escritor argentino, Ficciones (1944), en la que encontramos otros textos borgianos canónicos, como La biblioteca de Babel o Funes el memorioso.
Entre dichos relatos se encuentra, asimismo, Las ruinas circulares, y quizás ello nos invite a volver, circularmente, al inicio de este compacto, a las ruinas de Knossos, para destacar la poderosa unidad de Poética del Laberinto, un ciclo no tan extendido como Veredas en cuanto a técnicas instrumentales y uso de diferentes sordinas, pero que destaca por esa incesante búsqueda de los resquicios entre los instrumentos, por hacer que, dentro de una esfera más compacta y cerrada, proliferen mundos a escala que no dejan de crecer y proliferar: algo que nos recuerda, poniéndonos de nuevo borgianos, al universo descrito por el bonaerense en El Aleph (1945). Los contrastes cromáticos de Knossos, así como la alternancia de ascensos y descensos armónicos de Klimmen en dalen, se espejean en Senderos que se bifurcan haciendo de esta pieza conclusiva una suerte de Aleph posadiano en el que el todo refleja cada una de sus partes, fortaleciendo el ciclo en su conjunto y dotándolo de una mayor unidad; una unidad construida -como el mundo que se reflejaba en El Aleph borgiano- de cuanto conforma la vida del saxofón como instrumento físico y posibilidad artístico-musical, lo que convierte a Poética del laberinto en uno de los ciclos más potentes, unitarios y diversos (tanto Posadas como Borges nos harán comprender esto que, inicialmente, podría parecer antítesis) de cuantos hoy en día podemos escuchar para una plantilla de saxofones.
Ni que decir tiene que buena parte, ya no sólo del éxito interpretativo que escuchamos en este compacto, sino de la propia realidad de la partitura, proviene de SIGMA Project, co-creador, desde su experiencia en las posibilidades del saxofón, de Poética del laberinto. La calidad de los cuatro músicos que aquí nos ofrecen la que es primera grabación mundial del ciclo en disco compacto queda perfectamente resumida por otro excelente intérprete de música contemporánea y actual, el violinista británico Irvine Arditti, quien en junio de 2017, tras escuchar el estreno de Senderos que se bifurcan (concierto en el que se interpretó el ciclo en su totalidad), afirmaba: «Llegué a la Ciudad de México y me dirigí directamente a un concierto en El Colegio Nacional, en el que el cuarteto español de saxofones SIGMA Project fue el encargado del estreno mundial de Poética del Laberinto, el nuevo ciclo de tres piezas de Alberto Posadas. Fue una oportunidad fantástica para ponerse al día, con la verdaderamente magnífica, precisa, inventiva y admirable actuación de los españoles. Pensaba que esta clase de precisión tan solo podía provenir de un cuarteto de cuerda».
Como hace una semana, entonces con el soberbio monográfico de Víctor Ibarra (otro compositor cuyas obras también ha tocado SIGMA Project) para el sello NEOS (12001), el ingeniero francés Sylvain Cadars vuelve a hacerse cargo de la edición de este disco, con unos resultados estupendos, análogos a los escuchados en el compacto de Ibarra; por tanto, de un nivel excelente, y no es sencillo encontrar el punto justo en un universo tan refinado como el de las microtonalidades y demás reverberaciones acústicas que escuchamos en Poética del Laberinto. Las notas del disco (entre cuyos idiomas -alemán e inglés- echamos de menos al castellano) vienen firmadas por Rainer Nonnemann, que nos ofrece un texto muy clarificador de cada una de las tres partes de este ciclo. Fotografías de compositor e intérpretes, así como los datos biográficos de rigor, completan un lanzamiento nuevamente muy recomendable que supone el primer monográfico de SIGMA Project en el sello alemán Wergo; una primera incursión que conocerá en los próximos meses su segunda entrega, con el ciclo KHÔRA (2013-19), de José María Sánchez-Verdú, ya grabado y en proceso de edición. Son, ambos ciclos para saxofón, dos magníficos ejemplos del altísimo nivel que ha alcanzado la composición española en estas primeras décadas del siglo XXI; unos ejemplos a los que debemos sumar el propio ciclo Veredas, al que nos hemos referido en varias ocasiones a lo largo de esta reseña y que creo merece una edición discográfica al nivel de lo que en Poética del Laberinto Alberto Posadas, SIGMA Project y Wergo nos han brindado.
Este disco ha sido enviado para su recensión por Wergo
Comentarios