Opinión

Espectáculos envasados al vacío

Jorge Binaghi
lunes, 16 de marzo de 2020
Envasado al vacío © Dominio público Envasado al vacío © Dominio público
0,0001225

Al parecer Nostradamus había profetizado también esta plaga (de cuya existencia no dudo, aunque de sus orígenes y motivaciones sí), pero no dijo nada (nunca dice nada, como tantos otros) sobre las repercusiones más allá de la mortandad….

Ya hemos visto que en Berlín en el mismo día la Filarmónica y la Ópera estatal ofrecían ejecuciones o representaciones en vivo y en directo, pero sin público, gratis y por ‘streaming’. Al parecer, con gran éxito… Y han salido casi en tromba el Met neoyorquino, Múnich, la Ópera de Estocolmo (esa siempre la más puntera, gratis siempre) , la de Viena, la Fenice, a ofrecer lo mismo o más, sus archivos…Y han seguido revistas…y hay pinacotecas, bibliotecas, etc. Por supuesto que todo esto está no bien, sino pero que muy bien. Pero me pregunto si será efímero (más o menos) o dejará su huella cuando esto haya pasado (porque pasará, con sus costes inevitables) o haya sido reemplazado por alguna catástrofe nueva, parecida o no, y casi seguramente mayor.

 Yo me he criado escuchando radio, discos y asistiendo a conciertos y funciones líricas (también de jazz, algo de pop italiano, y tango o canciones folk –soy un dinosaurio del grupo de riesgo, también considerado un inconsciente/irresponsable/suicida, táchese lo que no proceda o lo que más rabia dé, pero con algunas capas posteriores al pleistoceno). Tengo muy claras –creo- las diferencias entre música enlatada y en vivo, y si he asistido y asistiré a retransmisiones en directo o en diferido, son para mí de un tercer tipo, intermedio si se quiere, que nunca me han parecido iguales a estar físicamente presente. He visto/ escuchado el mismo concierto u ópera o ballet –esto menos- o concierto de, pongamos, Sarah Vaughan o Frank Sinatra primero en vivo y luego en retransmisión y la percepción y sensación me han parecido siempre diversas. El efecto no es el mismo, y, ni tengo que decirlo, incluso cuando hay defectos que se resuelven en dvd, videos, etc, prefiero ‘estar’o ‘haber estado’. El ‘streaming’ nunca me ha ido mucho porque en general no lo tenía previsto como actividad única y en general, entonces, lo veo, con suerte, en este aparato en el que escribo ahora, cuya pantalla es claramente insuficiente (ni considero la posibilidad de verlo en algo más pequeño, tipo tablet o móvil), y me distraigo (en el sentido primero del término; además, no soy de los que consideran que la música –de cualquier tipo- sea una distracción).

En cualquier caso, se trataba siempre de transmisiones con público. Y eso es lo que me inquieta ahora. Nada que decir y mucho que alabar en la emergencia, pero espero que no siente un precedente para abaratar costes y ‘popularizar’, o enganchar adictos con abonos dentro y fuera de plataformas digitales, y el consiguiente mayor deterioro de la asistencia ‘real’ a precios no siempre asequibles. Porque sería una forma muy distinta de escuchar (y no de simplemente oir) la música e influiría no sólo en el gusto sino, lógicamente, en la labor de los artistas y en la supervivencia de los puestos de trabajo (y ahí no se distinguirían demasiado los ‘invisibles’ de los ‘conocidos’, salvo quizás algunas figuras ‘carismáticas’ que bien podrían adquirir ese carisma por motivos distintos de los actuales –cosa que ya está ocurriendo sin necesidad de estos extremos: la ‘visibilidad’ extrema de unos pocos, que si hay suerte son buenos, en detrimento de la de otros que lo son tanto o más pero que por motivos casi nunca artísticos no logran obtener la repercusión porque no se los contrata o se recurre a ellos cuando algún divo falla y entonces se ofrece devolución de una diferencia en dinero o de la entrada –no voy a dar nombres ni a hablar de la plaga, en general, de los compañeros sentimentales- …y eso está pasando en el mundo que conocemos, no en el de espectáculos envasados al vacío.

Comentarios
Para escribir un comentario debes identificarte o registrarte.