Alemania

Dos siglos de variaciones sobre un vals de Diabelli

Juan Carlos Tellechea
lunes, 15 de junio de 2020
Rudolf Buchbinder © 2020 by Klavier-Festival Ruhr Rudolf Buchbinder © 2020 by Klavier-Festival Ruhr
Bochum, jueves, 4 de junio de 2020. Gran sala auditorio de la Anneliese Brost Musikforum Ruhr. Rudolf Buchbinder, piano. Anton Diabelli, Vals en do mayor. Nuevas variaciones sobre un vals de Anton Diabelli: Lera Auerbach, Diabellical Waltz. Brett Dean, Variation for Rudi. Toshio Hosokawa, Verlust. Christian Jost, Rock it, Rudi! Brad Lubman, Variation for R. B. Philippe Manoury, Zwei Jahrhunderte später. Max Richter, Diabelli. Rodion Shchedrin, Variation on a Theme of Diabelli. Johannes Maria Staud, À propos de Diabelli. Tan Dun, Blue Orchid. Jörg Widmann, Diabelli-Variation. Ludwig van Beethoven, 33 variaciones sobre un vals de Anton Diabelli opus 120. Inauguración del Klavier-Festival Ruhr 2020. Aforo reducido por el COVID19: 225 localidades sobre un total de 952.
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Muchas veces daría la impresión de que el mismísimo Ludwig van Beethoven estuviera sentado junto a Rudolf Buchbinder para inspirarlo e insuflarle toda su energía positiva cuando éste interpreta sus composiciones.

Ambos parecen haber compartido la banqueta para inaugurar el Klavier-Festival Ruhr 2020 en la gran sala auditorio del Anneliese Brost Musikforum Ruhr de Bochum. Buchbinder volvió a demostrar que es un excelso maestro en la perfecta ejecución de las obras del genio de Bonn.

Por fin pudimos abrir y tocar música, afirmó el director general (intendente) del Klavier-Festival Ruhr, profesor Franz-Xaver Ohnesorg, al tiempo que la ministra de Arte y Cultura del Bundesland de Renania del Norte-Westfalia, Isabel Pfeiffer-Poensgen, elogiaba con satisfacción el gran esfuerzo logístico desplegado por los organizadores de este evento y su carácter pionero para retornar pronto a la vida análoga de conciertos.

Buchbinder ofreció dos conciertos consecutivos esta tarde; uno a las 5 y el otro a las 9 para no exceder cada vez el número de espectadores permitido por las autoridades para presenciar estos recitales. La acústica del recinto estaba sobreexcedida, por supuesto, ya que como máximo fueron ocupadas 225, sobre un total de 952 butacas disponibles.

Fue éste un concierto muy especial en medio de la pandemia de coronavirus que azota a todo el mundo, subrayó con acierto la ministra Pfeiffer-Poensgen. Una velada tan peculiar hasta el último instante que el público disfrutó entre maravillado y atónito cuando un robot hizo su aparición por el lado derecho del escenario para entregar a Buchbinder un ramo de flores entre efusivos aplausos.

El artefacto, especialmente programado para este momento, fue desarrollado y controlado por los ingenieros de inteligencia artificial de la Universidad de la Cuenca del Ruhr, con asiento en Bochum.

Cuando el compositor, guitarrista, pianista y editor de música austríaco Anton Diabelli le pidió en 1819 a cincuenta compositores que escribieran una variación sobre un vals bastante tosco compuesto por él mismo, Ludwig van Beethoven hizo lo suyo: como es sabido, Treinta y tres variaciones se convirtieron en el último gran trabajo para piano de Beethoven y en un material con gran carga explosiva.

Para celebrar el 250º aniversario del nacimiento de Beethoven, varias instituciones se unieron y retomaron la idea de Diabelli: Las Nuevas variaciones sobre un vals de Anton Diabelli fueron encomendadas a once compositores por la Gesellschaft der Musikfreunde de Viena, la Brucknerhaus de Linz, el Centro Nacional de Difusión Musical de Madrid, la Gewandhaus de Leipzig, la Fundação Calouste Gulbenkian de Lisboa, el National Centre for the Performing Arts de Beijing, el Palau de la Música Catalana de Barcelona, la Philharmonie de Paris, los Stars of the White Nights del Festival de San Petersburgo, la fundación Stiftung Klavier-Festival Ruhr y la Tonhalle-Gesellschaft de Zúrich, promovidos por la fundación Ernst von Siemens-Musikstiftung.

Rodion Shchedrin (nacido en 1932) el mayor de ellos, Johannes Maria Staud (1974) el más joven; cada uno de ellos escribió una nueva variación, reunidas en el denominado Proyecto Diabelli. Naturalmente, ninguno de ellos estaba interesado en sentido estricto en Diabelli, todos trabajaron en sus propias creaciones teniendo solo a Beethoven en mente. Sus fantásticos principios de construcción y deconstrucción se abordan de forma original en este lenguaje musical del siglo XX y comienzos del XXI.

En aquel tiempo, Diabelli le pidió a Franz Liszt, un niño prodigio de 11 años, una contribución. En esta oportunidad, los participantes más jóvenes ya tienen una edad que Wolfgang Amadé Mozart y Franz Schubert (éste sí llegó a aportar algo suyo) no sobrevivieron.

Con Lera Auerbach entra por primera vez una mujer a este ilustre círculo de compositores, robándoles un tanto el protagonismo a sus colegas varones; aunque a fuer de sinceros, todos sin excepción son excelentes echando mano o no a los principios universales. Todo esto tiene su encanto, aunque falten aquí (por la limitacion del concierto a 70 minutos) Schubert, Liszt, Carl Czerny y Franz Xaver Mozart, entre otros. La nómina total de las nuevas variaciones puede ser disfrutada en el disco compacto de Buchbinder grabado para el sello Deutsche Grammophon de reciente aparición.

El pianista austríaco de 73 años venía de Múnich, donde grabó obras de Joseph Haydn, Mozart y Beethoven con la Orquesta Filarmónica de esa ciudad. Buchbinder anunciaba asimismo en estos días el rescate de su propio festival en Grafenegg , a finales de agosto con la participación de Anna Netrebko, Jonas Kaufmann y Piotr Beczała, así como la Orquesta Filarmónica de Viena .

En la expansión del espacio sonoro de estas Nuevas variaciones sobre un vals de Diabelli se va desde los registros extremos, a menudo confrontados directamente, pasando por la cristalización de un motivo (el más banal) cargado de significado, hasta llegar al empleo de momentos de evocación fragmentados.

Brett Dean, Christian Jost y Jörg Widmann aportan elementos de rock o de  jazz (Buchbinder es un amante de este género y uno de sus ídolos es Oscar Peterson). Widmann (quien cierra el recital) desvaría un poco, aunque no demasiado, a través de la historia de la música con muchos tonos aparentemente erróneos (ex profeso), hasta llegar en un momento dado y con buen sentido del humor a la Marcha Radetzky. Toshio Hosokawa deja que los fragmentos del vals se conviertan en simpáticos y refinados  racimos.  El concierto íntegro fue toda una hazaña y el calendario del Klavier-Festival Ruhr lo volverá a demostrar, estamos abslutamente seguros.

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