Discos

Olga Neuwirth: proceso de institucionalización

Paco Yáñez
lunes, 17 de agosto de 2020
Olga Neuwirth: ...miramondo multiplo...; Remnants of Songs ... An Amphigory; Masaot / Clocks without Hands. Håkan Hardenberger, trompeta. Antoine Tamestit, viola. Gustav Mahler Jugendorchester. ORF Radio-Symphonieorchester Wien. Wiener Philharmoniker. Daniel Harding, Susanna Mälkki e Ingo Metzmacher, directores. Erich Hofmann, Wolfgang Racher y Florian Rosensteiner, productores. Christian Gorz y Andreas Karlberger, ingenieros de sonido. Un CD DDD de 65:01 minutos de duración grabado en la Musikverein y en la Konzerthaus de Viena (Austria), los días 15 de abril de 2009, 5 de noviembre de 2012 y 9 de mayo de 2015. Kairos 0015010KAI
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En tan aciago año como lo está siendo este 2020, a la que en su día calificamos en mundoclasico.com como femme terrible de la música austriaca, Olga Neuwirth (Graz, 1968), no le ha ido del todo mal, pues el pasado 24 de abril la Academia de las Ciencias y las Artes de Maguncia concedía a Neuwirth el Premio Robert Schumann de Poesía y Música, un importante galardón en el ámbito germánico que viene a reconocer la trayectoria de quien es una de las compositoras europeas más destacadas e influyentes del siglo XXI. 

Tal reconocimiento académico parece, además, parejo a la progresiva institucionalización de la música de Olga Neuwirth, presente en teatros y orquestas de reconocido abolengo en su país natal; así como, en sí misma, más cercana a la tradición a lo largo de los últimos años, abandonando el carácter más subversivo y visceral que mostraban sus piezas de los años noventa del pasado siglo, algo de lo cual el compacto que hoy reseñamos es un muy buen ejemplo, ya desde su primera partitura, ...miramondo multiplo... (2005-06), una suerte de concierto para trompeta y orquesta que visitó las páginas de nuestro diario en las versiones del dedicatario de la obra, el trompetista Håkan Hardenberger, con la Wiener Philharmoniker y Pierre Boulez, en grabación del año 2006 para el sello Kairos (0012772KAI); así como de Marco Blaauw con el Ensemble Musikfabrik bajo la dirección de Christian Eggen para el sello Wergo (WER 6861 2). Hoy es, de nuevo, al propio Hardenberger a quien escuchamos en una estupenda lectura de la Gustav Mahler Jugendorchester con Ingo Metzmacher en la batuta: una versión de una calidad y de una transparencia impresionantes, convirtiéndose, quizás, en la más refinada de las tres lecturas comercializadas, dentro de una obra que, pese a su apariencia más amable con respecto a las más enrevesadas piezas de Olga Neuwirth, no deja de comportar importantes dificultades en cuanto a técnica y estilo. El modo en que Metzmacher se abre a esta mirada múltiple al mundo resulta tan respetuosa con las técnicas contemporáneas como con los ecos del jazz o del propio pasado, algo de lo cual el aria Lascia la spina, cogli la rosa, de Händel, es un muy bello ejemplo, con su infiltración aquí tan ensoñadora y técnicamente bien resuelta, en una versión que radiografía la partitura y le confiere un halo de levitación. Håkan Hardenberger está, una vez más, excelso, manejando el curioso y delicado equilibrio que Neuwirth busca entre destacar el rol solista de la trompeta y la democratización de la orquesta como organismo social; todo ello, con profusión de ecos multiculturales. 

Y es que, como señalamos el 27 de abril de 2015, en nuestra reseña de ...miramondo multiplo... en su grabación editada por Wergo, Olga Neuwirth se adentra aquí en su querencia por el mestizaje, la hibridación y el diálogo interdisciplinario: aspectos que presiden una música compuesta por la austriaca para su instalación en la Documenta XII (2007) de Kassel. De este modo, ...miramondo multiplo... servía de base para una imagen en la que un cristal traslúcido se convertía en partitura sobre la que una mano iba escribiendo una de las páginas de dicha obra, haciéndonos partícipes de su progreso y de sus borrones, de su escritura y de sus renuncias (algo que podíamos ver en la edición en DVD en la que Kairos recogía la versión dirigida por Pierre Boulez). ...miramondo multiplo... bebe, como el resto de las partituras recogidas en este compacto, del poliestilismo, de un eclecticismo iconoclasta con un punto irreverente, si bien lo que Neuwirth aquí nos refiere tiene un cariz de algún modo trágico, pues la compositora de Graz estudió trompeta en su infancia, pero un accidente automovilístico truncó su carrera como instrumentista; carrera en la que se daban la mano el jazz y la música clásica. Todo ello rebrota en esta (por Olga Neuwirth definida como) «aria della memoria» que es ...miramondo multiplo..., cual si la instrumentista que la austriaca pudo haber sido tomase posesión de la actual compositora y, a través de ella, convocara fragmentos que hubiesen habitado su trompeta en días futuros, de no haber mediado tan desafortunado accidente. De este modo, —y parafraseando al cineasta francés Chris Marker— los recuerdos de este no-porvenir musical convocan citas como la ya referida de Georg Friedrich Händel, junto con otras de Gustav Mahler o de Ígor Stravinski, entre otros referentes dentro de la tradición clásica; pero, también, de Miles Davis y de Stephen Sondheim, llevándonos, así, desde las arias barrocas a los musicales de Broadway, en otro ejemplo de la pluralidad, el mestizaje y el aliento interdisciplinario que hace respirar muchas de las partituras neuwirthianas. 

Si en ...miramondo multiplo... escuchábamos al solista dedicatario de la partitura, lo mismo ocurre en la segunda pieza recogida en este compacto, Remnants of Songs ... An Amphigory (2009), cuya grabación corre a cargo del viola francés Antoine Tamestit, que junto con la ORF Radio-Symphonieorchester Wien y la directora finlandesa Susanna Mälkki nos ofrecen una versión refinadísima que vuelve a jugar con las evocaciones entre el ensueño y la fantasmagoría acústica. El título de la partitura nos remite a ese mundo de canciones sumergidas en la memoria; pero, al tiempo, a la poesía «sin sentido» del poeta, músico e ilustrador británico Edward Lear, así como —de acuerdo con Therese Muxenender en sus notas— a un estudio de Ulrich Baer sobre el trauma y la experiencia de la modernidad en los versos de Charles Baudelaire y Paul Celan, con la capacidad de la poesía para comunicar momentos traumáticos para el escritor, así como para evocar su soledad... 

...soledad, y desolación ante la muerte, es también lo que convoca Olga Neuwirth en el primer movimiento de Remnants of Songs ... An Amphigory, 'Wanderer (Praeludium)', convertido en todo un epitafio para Betty Freeman, la mecenas norteamericana de la música contemporánea en cuya memoria dedica Neuwirth esta partitura que vuelve a evocar, por ello, reminiscencias del pasado asociadas a lo fúnebre, con citas más o menos literales de Johann Sebastian Bach, Gustav Mahler, o Franz Schubert. A mayores, las campanas fúnebres resuenan con sus tañidos en esta partitura, como lo hace el carácter sombrío del propio instrumento solista, la viola, objeto de una escritura refinadísima en cuartos de tono que refuerza el carácter etéreo que la compositora austriaca pretende para esta composición: como la vida misma, un verdadero y efímero soplo de aire. 

Pero no sólo la tradición germánica está entre las bases culturales de Remnants of Songs ... An Amphigory, pues a su segundo movimiento, 'Sadko', se asoman las sagas épicas medievales rusas, con sonidos que imitan las cítaras en medio de un paisaje sonoro marcado por la misma levedad, con profusión de armónicos, glissandi, arpegios y sonidos acuáticos que remedan las aventuras del aventurero y mercader que da nombre al movimiento. La música, por ello, se mueve entre la levedad y el ensueño, adquiriendo el perfil de un cuento musical, escuchado en la distancia hasta el hundimiento del propio Sadkó en un tercer movimiento, '...im Meer versank...', ya más vibrante y virtuosístico. 

Poesía y silencio se dan cita en el cuarto movimiento, 'Sils Maria', en el que Neuwirth nos remite a los versos de Paul Celan y a sus reflexiones sobre la escritura de Friedrich Nietzsche en las montañas suizas: un proceso de abandono del marco físico para hacer de la palabra la propia patria, algo tan característico del pueblo judío y que marca, asimismo, el proceso de movimiento perpetuo en un quinto y último movimiento (sin título) en el que la percusión espolea ese caminar sin destino, con la línea del horizonte como única patria común para todos los hombres, que diría Eduardo Chillida. De este modo, el trauma se ha convertido en motor de movimiento; la muerte, en espectro del que huir: dialéctica que cobra cuerpo en la relación que escuchamos entre la viola y la orquesta, con sus huidas y amenazas, dando lugar a un gran refinamiento y a una continua inestabilidad que es la forma sonora de ese desequilibrio vital y poético, de esa necesidad de avanzar: el poeta, si se detiene en el ardor de las arenas del desierto, perece abrasado por el sol. La viola será ese caminar cuyas estelas y residuos constituyen cuanto escuchemos: un caminar que nació en dicho instrumento y que en él concluye, trazando círculos y caminos de ida y vuelta sobre sí mismo: de la palabra a la palabra. Si en el principio fue el verbo; en el final, el verbo vuelve a ser; pero, aquí, quien dice verbo dice música, pues el verbo, poético es. 

La relación de Olga Neuwirth con una de las principales instituciones musicales austriacas, la Filarmónica de Viena, viene ya de piezas como ...miramondo multiplo..., y se reforzaba siete años más tarde con Masaot / Clocks without Hands (2013), partitura dedicada a la principal orquesta de la capital austriaca: formación que en esta versión escuchamos con Daniel Harding al frente. Tras su denso comienzo, a los diez minutos de esta lectura empezamos a escuchar sonidos folclóricos claramente reconocibles que nos remiten a la tradición popular austro-húngara que vertebra el Danubio. De nuevo, Paul Celan es aquí una referencia para Olga Neuwirth; en concreto, la concepción que el poeta tenía de sí mismo como un hombre asentado en múltiples patrias. Algo similar le ocurría al abuelo de la propia compositora, cuya figura sirve de inspiración para Masaot / Clocks without Hands, como los cantos populares entonados por su abuelo, que Neuwirth pudo escuchar en una vieja cinta magnetofónica. Esa presencia, por momentos, se condensa y superpone con otras música, dando lugar a un paisaje abigarrado e ivesiano por la proliferación de capas musicales con distintos temas y ritmos superpuestos. 

Esa intensa polifonía no es continua a lo largo de toda la obra, pues en otros momentos ésta fluye como un río musical, algo totalmente conforme a la dramaturgia de una pieza que toma del Danubio su primera letra para, en notación germánica, proceder en el prólogo de la misma a un juego de variaciones y capas superpuestas en torno a esa nota D (re) que nos conduce a los muy diferentes paisajes que (con)viven a orillas del río. En el decimosexto minuto de Masaot / Clocks without Hands ello vuelve a ser claramente audible, con el folclore judío asomándose entre bloques más férreos y modernos en los que no es difícil reconocer ecos de otro gran paseante del Danubio a lomos del acervo hebreo: un Gustav Mahler que es imposible no evocar si al pasado de la propia Wiener Philharmoniker nos referimos, por lo que las reverberaciones histórico-musicales se amplían casi a cada compás que nos adentramos en los 24:32 minutos que dura esta lectura grabada en la Konzerthaus de Viena el 9 de mayo de 2015, tercera interpretación de la partitura, tras su estreno, tres días antes, en Colonia, de la mano de los mismos intérpretes a los que aquí escuchamos (en una obra que ya ha conocido un importante número de interpretaciones, con directores al frente como Valeri Guérguiev, Peter Rundel, Franz Welser-Möst, o Matthias Pintscher, entre otros). La reaparición de la música popular en los compases finales (aunque velada por un esfumado orquestal que parece emplazarla en una distancia intemporal) explicita, una vez más, la voluntad mestiza y transcultural de Olga Neuwirth; incluso, en sus partituras para aquellas formaciones más institucionalizadas y tradicionales, aunque por momentos Masaot / Clocks without Hands se acerque peligrosamente al pastiche y a un dominio del concepto y del programa a modo de discurso ético por encima de los valores puramente musicales, por más que la compositora austriaca tenga una innegable mano en la escritura orquestal y que la versión que aquí escuchamos parezca bien trabajada, en lo que fue el estreno austriaco de la partitura, que recaía en esa Viena multicultural que Masaot / Clocks without Hands tan consecuentemente nos dibuja. 

A las tan notables interpretaciones de las tres partituras en este compacto incluidas se suman unas grabaciones de gran calidad, aunque, como Therese Muxenender nos indica en sus notas, recoger en disco la profusión tímbrica que en vivo nos ofrecen piezas como Remnants of Songs ... An Amphigory se antoja imposible. Sea como fuere, lo aquí escuchado (en tomas que parecen todas ellas en vivo) se disfruta sin ningún problema, como la ya tradicional edición del sello Kairos, con notas de la ya citada Therese Muxenender, a las que se unen una escueta biografía de Olga Neuwirth, los datos de las grabaciones, así como el listado de músicos que en 2009 conformaban la Gustav Mahler Jugendorchester, una formación que, en este registro, contaba con una importante presencia de jóvenes músicos españoles: ojalá que tales experiencias les sirvan para que en el futuro, de recalar en las tan conservadoras orquestas españolas, aporten su granito de arena para programar más música de nuestro tiempo, incluso la de aquellas compositoras que, otrora femmes terribles, acaban siendo parte del paisaje sonoro de las instituciones más tradicionales de sus respectivos estados. 

Este disco ha sido enviado para su recensión por Kairos 

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