Discos
Imbatible Vinci polaco
Raúl González Arévalo
Parece que el reinado de las majors, las grandes casas discográficas que antaño dominaban el mercado, ha llegado definitivamente a su fin. Si la situación del mercado era complicada antes de la pandemia, la incertidumbre económica y cultural que ha generado el virus parece haberla dificultado más aún. Es una de las lecturas que se podrían sacar del paso que se ha decidido a dar Max Emanuel Cenčić y Parnassus Arts Productions. En los últimos años estaban publicando sus grabaciones con Decca: los recitales dedicados a la escuela napolitana, a Porpora y a Hasse, o las integrales de este último (Siroe, re di Persia), de Pergolesi (Adriano in Siria), de Porpora (Germanico in Germania), y de Handel (Alessandro, Arminio). Una labor impresionante que ha enriquecido enormemente nuestro conocimiento del repertorio napolitano.
Probablemente ninguna de las exhumaciones ha repetido el impacto que tuvo el Artaserse de Vinci (Erato). El interés que despertó por el napolitano, de fama superior a la que disfrutaban Handel o Vivaldi en su momento, abrió un camino que continuó con Catone in Utica (Decca) y ha proseguido ahora con este Gismondo, re di Polonia. Que sin embargo no se publica con el sello de Universal, sino que ha constituido el primer lanzamiento de una nueva discográfica, con el mismo nombre que la productora, Parnassus Arts Productions, con el objetivo de grabar en disco compacto todo el enorme repertorio que está rescatando. No se trata de una iniciativa aislada, hace poco comentaba la primicia de la Accademia Bizantina y Ottavio Dantone, Rinaldo, con la que presentaban su propio sello, HDB-Sonus. Como entonces, solo cabe dar la enhorabuena a los austriacos por su iniciativa y la bienvenida al nuevo sello, en el que presumiblemente comparecerán en el futuro otras óperas recientemente representadas: Polifemo y Carlo il Calvo de Porpora e Irene de Hasse.
Gismondo era absolutamente desconocido hasta su llegada al mercado. Estrenado en Roma en 1727, reutiliza un libreto anterior empleado por Lotti en 1709, con modificaciones. Los Estados Pontificios mantenían la prohibición de que las mujeres actuaran en sus escenarios, de modo que la ópera fue estrenada con castrados, que en esta ocasión son sustituidos por tres sopranos y cuatro contratenores, un festival de voces agudas. El contexto papal es el que explica asimismo la elección del sujeto, en un momento en que Polonia, encajonada entre la emergente Rusia ortodoxa y la Prusia protestante, se había erigido en el principal bastión católico de Europa oriental, en conexión directa con la Corte romana. El lector encontrará todas las explicaciones deseables en las notas de presentación, de una profundidad más académica que divulgativa, incluyendo el origen alegórico del libreto y su adaptación para Vinci. Además, la trama explica la relación con instituciones culturales polacas, de la orquesta al Adam Mickiewicz Institute, que ha facilitado la publicación del álbum.
Si hasta ahora sonaba con fuerza la Capella Cracoviensis dirigida por Jan Tomasz Adamus, presente en el Adriano in Siria de Pergolesi, la {oh!} Orkiestra Historyczna de Martyna Pastuszka causa una impresión excelente, con un sonido redondo, unos metales brillantes, una percusión de primera y un virtuosismo técnico general que hará las delicias de los más exigentes, particularmente en las fanfarrias. Una maravilla a lo largo de toda la obra.
El reparto contiene nombres habituales en las producciones y grabaciones encabezadas por Cenčić. El croata está en la cumbre de su madurez artística, con un instrumento pleno y cálido, de sonido redondo y coloratura deslumbrante. El papel no fue creado por ningún gran castrado, ni contiene ningún número fulgurante, pero le permite exhibir sus mejores armas y se impone con la autoridad acostumbrada.
Quien está mejorando claramente como cantante e intérprete es Yuriy Mynenko. La voz ha ganado en consistencia en el centro y es capaz de desplegar más colores, de modo que es un artista más completo que cuando su valor residía fundamentalmente en la extensión del registro agudo, que por otra parte no me interesaba especialmente. Para muestra, “Quell’usignolo”, que ya había incluido en su último recital Franco Fagioli (DG). Sin llegar a la maestría del argentino, la delicadeza del ucraniano no desmerece en absoluto la pieza. En cuanto a los otros dos contratenores, Arditti y Tamagna, tienen un cometido más reducido y una prestación más modesta, también porque sus instrumentos son más limitados.
Entre las mujeres el resultado está más equilibrado y bien contrastado entre ellas. Dilayra Idrisova, la más conocida como habitual de la escuadra de Cenčić, despliega su instrumento ligero y cristalino, de gran belleza. Aguerrida técnicamente, tiene sus mejores momentos en los despliegues de coloratura.
Sorprendentemente, el gato al agua se lo lleva la para mí desconocida Sophie Junker. Desde luego, Cunegonda es el personaje más atractivo del reparto, sin duda porque ofrece la mayor variedad de “afectos” (las emociones en el teatro barroco). Con un instrumento más lírico y por tanto más pleno, convence además por un mayor dominio de la palabra. La otra soprano, Aleksandra Kubas-Kurk, es la única mujer encarnando un personaje masculino y causa igualmente una excelente impresión en el papel más áspero de todos.
La presentación, de auténtico lujo en el continente y el contenido, no puede ser más atractiva. Solo he echado en falta una cosa fundamental para explorar la grabación, inexplicablemente ausente: el listado de pistas de cada disco. En cualquier caso, después de un estreno fulgurante, solo cabe desear que lleguen más lanzamientos y pronto.
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