Recensiones bibliográficas

Perspectivas sobre Donald Trump

Los cálculos diabólicos de Trump y su peligrosa ridiculez

Juan Carlos Tellechea
lunes, 30 de noviembre de 2020
Geschichte der USA © 2020 by C H Beck Geschichte der USA © 2020 by C H Beck
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Mientras el presidente saliente de los Estados Unidos, Donald Trump, trama las próximas iniquidades que cometerá para empedrar aún más el camino a su sucesor Joe Biden , el partido Republicano sopesa qué hacer en el futuro con este golfista abigarrado que pese a ser un bribón y haber fracasado con su gobierno ha movilizado a más de 70 millones de votantes, entre ellos a los hispanos, la nueva clientela que se proponía ganar el Grand Old Party (GOP) en 2012 cuando perdió por segunda vez frente a Barack Obama. Con el vergonzoso acto de gracia en beneficio de su ex asesor de seguridad Michael T. Flynn, Trump ha reincidido una vez más en su declarada e implementada política de total desprecio por el estado de derecho, colocando sus propios intereses y lealtades por encima de la ley.

Biden es un pragmático, pero ante todo es un anti-Trump que procura tirar al tarro de la basura de la historia los desastres de la era de su predecesor y revertir sus desarrollos tanto como sea posible, afirma el historiador Bernd Stöver , catedrático de la Universidad de Potsdam y autor de Geschichte der USA. Von der ersten Kolonie bis zur Gegenwart * (Historia de los Estados Unidos de América. Desde la primera colonia hasta el presente), un libro referencial publicado por la editorial C. H. Beck , de Múnich.

No será fácil, porque Biden, pese a integrar su gobierno con equipo ministerial de primerísima categoría, se enfrenta al mismo problema que ya preocupó a Trump: el Congreso estará dividido durante los próximos cuatro años y el Senado seguirá probablemente en manos republicanas. Sin embargo, el ex senador de Delaware podría marcar la diferencia, cree Stöver, porque Biden será un presidente de transición que está muy bien conectado con el Senado y puede tender puentes. Su vicepresidenta, la jurista Kamala Harris, es también una mujer muy respetada en la cámara alta.

En última instancia, Biden quiere sacar a Estados Unidos de la crisis económica con un enorme paquete de reformas, como el New Deal de Franklin D. Roosevelt (1882-1945) en la Gran Depresión. La propuesta de Biden, Build Back Better por 2 billones de dólares, se propone renovar la infraestructura estadounidense para generar millones de puestos de trabajo, promover una economía ecológicamente sustentable, fortalecer la protección laboral y dar una nueva influencia a los debilitados sindicatos.

En la lucha contra la pandemia, la ciencia debería finalmente dar su opinión. Biden quiere crear centros de análisis y proporcionar exámenes gratuitos. La reforma de salud Obamacare, por la que luchó el presidente Barack Obama, va a ganar nuevamente en influencia. Biden quiere volver a subir los impuestos y romper el aislamiento de la política exterior. Uno de sus primeros pasos será renovar la firma del Acuerdo Climático de París.

El próximo presidente de los Estados Unidos, quien juramentará y asumirá su cargo el 20 de enero de 2021 a las 12 horas (de Washington), se encuentra ante un montón de cristales rotos que deja su predecesor y deberá restaurar la credibilidad de los Estados Unidos en el mundo, así como tener un efecto reconciliador en su propio país. Hay que admitir que no será suficiente con barrer la montaña de fragmentos dejados por el malintencionado y astuto Trump.

Al inventar un supuesto fraude electoral, el aspirante a autócrata de la Casa Blanca está poniendo a su sucesor bajo una pesada hipoteca. Esta verdadera puñalada por la espalda puede hacer imposible a Joe Biden reconciliar o al menos acercar a una nación profundamente dividida. Estos son los diabólicos cálculos de Donald Trump a largo plazo para salvar por los próximos cuatro años su sistema de noticias falsas (fake news) y desinformaciones, protegerse contra el odio a su propia presidencia y a su campaña electoral, envenenada desde un principio. Tal comportamiento dañaría la reputación de la democracia no sólo en los Estados Unidos. También es, en ese sentido, una tarea gigantesca la que enfrenta el nuevo presidente Biden.

Sin embargo, el hecho de que un sujeto como Trump, a quien esperan más de 30 procesos penales en Nueva York, entre ellos uno por violación y otro por evasión fiscal, haya llegado a ser presidente de ese país, se debe al hecho de que los republicanos están moralmente en bancarrota. ¡Nunca con Trump! se decía en sus filas, pero luego vieron que es fácil convivir con un corrupto en la Casa Blanca si hacen de tripas corazón y aceptan todo.

El fiscal general de los Estados Unidos, William Barr , quien convirtió su oficina en el despacho del fiscal al servicio de Trump, y el líder de la mayoría republicana en el Senado Mitch McConnell que cambia sus principios más fácilmente que su camiseta cuando es necesario, han hecho hasta ahora particularmente bien su servil trabajo.

Sigue siendo sorprendente que casi la mitad de la ciudadanía estadounidense apague sus críticas y pierda el juicio frente a un amoral y aventurero. Todo lo que sus críticos le achacan, es más bien un argumento para sus seguidores en la continuación de su apoyo. Cuarenta y cuatro por ciento de los votantes republicanos afirmaban al promediar la presidencia de Trump que les iba mejor que 50 años antes, señala Stöver. La propia historia ya nos muestra lo que ocurre cuando los electorados no imponen exigencias sobre el carácter y la ética de sus gobernantes, verbigracia al comienzo del Tercer Reich (1933–1945) con un criminal como Adolf Hitler, por citar un ejemplo contundente.

El método de Trump funciona a todas luces y ha cambiado para siempre a los Estados Unidos. Es un payaso que ha dejado su impronta en el país, que ha profundizado la división en la sociedad, pero también que le ha dado voz a quienes no la tenían hasta el presente. Peligrosa situación y una prueba de fuego para el futuro de la democracia norteamericana que hasta ahora, y pese a todas las controversias, ha resistido los embates y se ha mantenido bien (los mecanismos de control siguen funcionando).

¿Cuánto tiempo seguirán aprobando los republicanos el comportamiento de Trump? Solo unos pocos ñangotados y oportunistas ayudan activamente al presidente saliente a deslegitimar la derrota electoral. Pero ahora comienza un nuevo acto en esta comedia. Lo que estamos presenciando en los Estados Unidos es ridículo, pero nada divertido. Uno no sabe si reír o llorar cuando mira el estado en el que el negligente Trump deja al país, golpeado además por las descomunales cifras de enfermos y muertos por la pandemia del coronavirus.

Es cierto que el presidente saliente y el círculo cada vez más reducido de sus incondicionales simpatizantes en el Congreso dan un cuadro de ridiculez y de vergüenza tan extremo que despierta maliciosa sorna. E incluso todavía hay un número asombrosamente elevado de políticos republicanos y formadores de opinión que callan y aprueban el comportamiento de Trump (subrayo el término aprueban). Son estos sujetos precisamente los que se dedican a serrar todos los días el orgulloso árbol de la democracia estadounidense, y lo hacen más aún que Trump.

Los conservadores podrán decir para sus adentros que la sierra solo causa daños superficiales y que pronto crecerá una nueva corteza. Después de todo, las posibilidades de Trump de ser declarado ganador de las elecciones presidenciales por cualquier autoridad relevante son ahora nulas. Pero la contingencia del presidente electo Joe Biden de unir al país detrás de él o al menos de lograr un mínimo de voluntad de compromiso, son cada vez más pequeñas.

Trump ha cortejado a jefes de Estado y de gobierno antidemocráticos de Rusia, China y Corea del Norte. Ahora Biden está lanzando la iniciativa denominada Mundo libre: junto con aliados europeos y asiáticos, para detener el avance de las potencias autocráticas. Algo similar a lo que hiciera el ex presidente de los Estados Unidos Woodrow Wilson (1856-1924), quien llamó a la Sociedad de Naciones después de la Primera Guerra Mundial y proclamó: ¡Hagamos del mundo un lugar seguro para la democracia!, evoca el catedrático de historia de la Universidad de Potsdam.

Esa se ha convertido en una frase central de los demócratas estadounidenses, afirma Stöver, autor asimismo de varios libros sobre la Guerra Fría y sobre la Guerra de Corea. China, Rusia y Corea del Norte no se volverán más democráticos con esta iniciativa, Pero en países como Bielorrusia y Ucrania, Biden puede fortalecer las fuerzas democráticas.

El próximo presidente ya ha telefoneado a varios jefes de estado, a través de canales privados, porque la administración Trump le había negado hasta ahora el apoyo legalmente requerido para la fase de transición. El equipo de Biden está trabajando a toda velocidad en la conformación del nuevo gabinete y equipo gubernamental con figuras de primer nivel, señala el catedrático de la Universidad de Potsdam.

Trump, por su parte, sigue siendo el ganador de las elecciones presidenciales en el mundo de los reality shows y ha dejado a sus abogados que pulularan en la lucha contra la realidad planteando inútilmente recursos jurídicos y recuentos de votos. Si se sale con la suya y lleva a término su avieso intento de corromper a compromisarios electorales de algunos estados para que voten por él el próximo 14 de diciembre y lo conviertan en el 46º presidente de los Estados Unidos, contrariando el veredicto popular, el país verá destruido su sistema democrático, con consecuencias aún imprevisibles. Es muy poco probable que esto ocurra, pero tratándose del malicioso Trump nada es imposible.

Notas

Bernd Stöver, "Geschichte der USA. Von der ersten Kolonie bis zur Gegenwart", München: C. H. Beck, 2020, 784 Seiten, mit 84 Abbildungen, 19 Karten und 15 Graphiken. ISBN 978-3-406-71364-4

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