Artes visuales y exposiciones
Caravaggio en la Alte Gemäldegalerie de Dresde
Juan Carlos Tellechea

El lienzo Juan el Bautista (1602), de Caravaggio, ha sido objeto de debate desde sus inicios. La representación de un adolescente desnudo abrazando a un carnero ha dado lugar en múltiples oportunidades a especulaciones sobre el mensaje del cuadro y la intención del pintor. La pintura, hoy perteneciente a los Museos Capitolinos, de Roma, muestra las cualidades artísticas de Caravaggio. Su pintura de claroscuros, su naturalismo radical y las narrativas completamente nuevas que desarrollaba en sus cuadros se convirtieron en un ideal, un modelo para artistas como Nicolas Tournier, Peter Paul Rubens, Gerrit van Honthorst, Jusepe de Ribera o Francisco de Zurbarán.
La exposición titulada Caravaggio. Das Menschliche und das Göttliche(Caravaggio. Lo humano y lo divino)* está abierta desde el 16 de octubre pasado al 17 de enero de 2021 próximo, en la Alte Gemäldegalerie, de Dresde, que presenta el icónico cuadro del Bautista junto con más de 50 obras de su propia colección.
El catálogo, ricamente ilustrado, de la editorial Sandstein, de Dresde, (Caravaggio. The Human and The Divine), con contribuciones de los especialistas Stephan Koja (director de la pinacoteca), Valeska von Rosen, Iris Yvonne Wagner (comisaria de la muestra) , Christoph Ort, Anja Heitzer y Verena Perlhefter analiza desde diversos ángulos al célebre artista del barroco y a sus sucesores hasta el siglo XVIII, mostrando cómo sus obras estimularon su creatividad y dieron lugar al discurso artístico de varias generaciones y naciones.
Los mitos han crecido en torno al artista, al que conocemos como Caravaggio. Fue tildado de libertino, perseguido como asesino y aclamado como pintor. Para el arte del siglo XVII se le consideraba una figura destacada de la luz e incluso fue inventado un término para sus numerosos imitadores: Caravaggistas.
Decenas de obras que cuelgan en esta Pinacoteca de Antiguos Maestros, de Dresde, no hubieran sido creadas sin su influencia. Sin embargo, la colección no posee un cuadro pintado por él mismo. Mas ahora un genuino Caravaggio procedente de Roma se hospeda este otoño aquí y su presencia es motivo más que suficiente para montar una exhibición especial de primera clase. La fiebre de Caravaggio contagia a Dresde y sus bellezas pueden ser admiradas también por internet.
Quién era esta estrella del Barroco que dió forma a la escena artística durante décadas
Cuando Lucía, segunda esposa del maestro albañil Fermo Merisi, dio a luz un hijo en Milán era el 29 de septiembre (día consagrado a San Miguel arcángel) de 1571; de ahí Miguel Ángel, su nombre de pila, y no por elcélebre artista renacentista. Éste, Miguel Ángel Buonarroti, había fallecido siete años antes en Roma.
A la edad de cinco años, el niño terminó en la pequeña localidad de Caravaggio, cuando la familia se refugió allí en 1576 a causa de la peste que asolaba con especial violencia a Milán. No fue una coincidencia, ya que el padre procedía de esta comuna no muy lejos de Bérgamo. El nombre quedó grabado - Michelangelo Merisi se hizo famoso más tarde con el seudónimo de Caravaggio. Esto no era previsible al principio; quedó huérfano a los diez años y después de su aprendizaje en Milán se trasladó a Roma a los 20 años, donde al principio luchó contra el bien y el mal. Como ayudante de pintores establecidos se le permitía ejecutar detalles, flores, frutas, figuras marginales.
Pero eso habría de cambiar; ya entre 1594 y 1599 creó las primeras obras maestras como El niño con la cesta de frutas o Judith y Holofernes, y el pintor pronto tuvo una gran demanda. Gracias a sus dramáticas figuras con sugerentes juegos de luces y sombras, se le considera retrospectivamente como uno de los artistas más llamativos e influyentes de la época, una estrella del Barroco. A pesar de su relativamente corto período creativo, dejó su marca en la escena artística de Roma y de Nápoles durante décadas. Junto a italianos como Luca Giordano o más tarde Francesco Solimena, pintores de orígenes más lejanos como el francés Nicolas Tournier y Valentin de Boulogne, el español Jusepe de Ribera o el neerlandés Gerrit van Honthorst también estaban muy orientados hacia su estilo.
Un incomprendido
Caravaggio es sin duda alguna uno de los pintores más espectaculares del barroco y de la historia del arte en general. Se le considera el verdadero fundador de la pintura barroca romana (junto con Annibale Carracci). Su iluminación dramática, los gestos expresivos de sus figuras, el patetismo de sus cuadros, el realismo y la descripción reveladora de sus figuras - también se habla del "naturalismo" de Caravaggio - lo convirtieron en un artista cuyos artefactos asombrosos y a veces enigmáticos ya inspiraron a sus contemporáneos. Pero también los irritaron.
El célebre pintor vivió una época desgarrada: el Renacimiento, como época firmemente definida pertenecía ya al pasado, la reforma de Martín Lutero y la contrarreforma católica (Concilio de Trento 1545-1563) y el comienzo de las "guerras turcas" inquietaban a la gente y a la sociedad en el umbral del siglo XVI al XVII.
Crímenes sangrientos, asesinatos, flagelaciones, violaciones pasaron a formar parte del acontecer diario que vivía Caravaggio ... y él pintó la actualidad tal como la veía, brutalmente y a menudo demasiado realista. No era raro que tuviera problemas con la ley: frenéticos arrebatos y alteración del orden público, porte de arma sin permiso, encarcelamiento por poemas difamatorios y por resistir a la policía, asalto y, no menos importante, por asesinato.
Mientras tanto, era ya un artista establecido y respetado en Roma que había ganado la atención e igualmente la incompresión entre sus colegas, porque dejaba de lado las reglas hasta entonces vigentes de la pintura para representar las cosas tal como las veía.
La colección
Aunque la pinacoteca de Dresde está considerada como uno de los museos de pintura más ricos de Europa, especialmente en lo que se refiere al arte de los siglos XVI y XVII, le falta lamentablemente un Caravaggio, como mencionamos más arriba. Así que los conservadores del museo y comisarios de la muestra pueden celebrar como un verdadero acontecimiento el haber logrado recibir en préstamo el óleo Juan el Bautista de los Museos Capitolinos de Roma.
Pintado en 1602 para la colección privada del marqués Ciriaco Mattei es ahora el punto focal de un espectáculo extraordinario de primera clase en el que el Caravaggio se inscribe claramente en la historia del arte y especialmente en las corrientes de su época bajo el lema "Lo humano y lo divino".
Seleccionados por el director de la Gemäldegalerie, de Dresde, Stephan Koja y la conservadora Iris Yvonne Wagner, 51 de las pinturas y siete esculturas de la galería se corresponden con su aura y el magnífico invitado, el vital Juan el Bautista. El niño, entrado en la adolescencia, desnudo que se ha quitado su brillante túnica roja y abraza un carnero, no tiene por qué ser identificado como el legendario Bautista del Evangelio.
La escena con el amigable y sonriente muchacho tiene algo de idilio pastoril antiguo. Falta el bastón de la cruz como atributo típico de Juan. El "Cordero de Dios" ("agnus dei"), que se le suele atribuir, también es difícil reconocerlo en el carnero. Sin embargo, la imagen muestra el parentesco con otras representaciones bautistas más claramente definidas de Caravaggio, de modo que no se cuestiona el nombramiento.
Su más feroz oponente escribió su biografía
Alrededor de 1600, los títulos exactos de las imágenes no eran muy comunes. Los biógrafos de la época solían describir los trabajos sólo con indirectas. Caravaggio tuvo la desgracia de que uno de sus más agudos oponentes, el pintor Giovanni Baglione, escribiera la biografía más apreciada de su época y, al menos en términos humanos, cual ruin barbero, no le dejó ni pelo ni cuero, parafraseando el refrán popular.
Era violento y sexualmente desinhibido por cualquier tipo de inclinación anormal (…). Muchas de las acusaciones históricas ya no son defendibles, aunque como otros artistas, de hecho a menudo carecía de temperamento. Es cierto que en mayo de 1606, en una refriega en el Campo Marzio, no lejos del actual Campo de' Fiori, murió un oponente de Caravaggio.
El pintor escapó de la justicia, que lo encontró culpable del asesinato de Ranuccio Tommasoni tres días después de la pelea, huyendo con la cabeza en alto a Nápoles. En los años siguientes apenas encontró la paz. Después de hacer escalas en Malta y Sicilia, murió en julio de 1610 -poco antes de su previsto regreso a Roma, donde se le había prometido un indulto por el papa Pablo V - en un hospital de la ciudad portuaria toscana de Porto Ercole, a causa de una infección febril, posiblemente de paludismo. Tenía 38 años.
El precioso préstamo de Roma es, por supuesto, el foco más importante de la espectacular exposición. La carismática escultura de mármol con la que Francesco Mochi inmortalizó al Bautista en 1629 ofrece un impresionante contraste con el joven Juan, del Caravaggio. La escultura llegó a Dresde desde Roma bajo la regencia de Augusto el Fuerte, fue instalada en el Gran Jardín y encontró un hogar permanente en la iglesia de la corte, obra de Gaetano Chiaveri, en 1765.
Entre los cuadros, las obras de Paolo Veronese, Parmigianino o Annibale Carracci, en contacto visual con su Juan el Bautista, por decirlo de algún modo, ocupan la vanguardia histórico-artística de Caravaggio, mientras que la mayoría de los cuadros ilustran su influjo. La Vieja con cesta de carbón de Rubens, la Sala de guardia de Tournier o el Ermitaño Pablo de Giordano, con su expresiva iluminación, llevan mucho de Caravaggio en ellos, pese a la independencia de su firma pictórica. Con su riqueza de efectos visuales maravillosos, el espectáculo seduce a los visitantes de manera fascinante al comparar, deleitarse y hasta deslumbrarse con las obras expuestas.
El interés por las obras de arte de los "viejos maestros" se mantiene ininterrumpido en un mundo en el que las artes conceptuales, mínimas o escénicas dominan el escenario artístico. Pese a ello, con o sin pandemia, el "entusiasmo por los viejos maestros" continúa; las exposiciones alusivas están completamente abarrotadas de público (cuando pueden abrir sus puertas) y alcanzan récords de visitantes.
La gente busca lo permanente, lo atemporal, lo válido en un tiempo en el que las opiniones y los valores actuales se relativizan y se rechazan. Los espectadores se maravillan ante la grandiosa artesanía de los viejos maestros y aunque la mayoría de ellos no estén familiarizados con la interpretación de los temas cristianos que tratan a menudo, se reconocen en los temperamentos, las expresiones faciales y las posturas de las figuras diseñadas hasta la perfección. Si bien estos personajes están distantes no les son tan extraños al público de hoy.
Mucho sugiere que las circunstancias que rodean la contemplación de Juan el Bautista en la exposición de Dresde no son fundamentalmente diferentes de las de la pintura de los contemporáneos de Caravaggio. Incluso su primer propietario, el marqués Mattei, lo colgó en una habitación que albergaba otras pinturas de su misma época. Hoy como entonces el óleo atrae el interés especial de los espectadores, porque en 1602, cuando el marqués probablemente lo adquirió de Caravaggio, éste ya se había hecho un nombre en las colecciones de los aristócratas romanos a través de numerosas pinturas muy discutidas e inmediatamente antes había causado sensación entre un público más amplio con su primer equipamiento de una capilla: los primeros espectadores de las pinturas de la Cappella Contarelli de la iglesia de San Luigi dei Francesi, de Roma, informan del escándalo que desencadenaron.
Aunque la colección de pinturas del marqués en su palacio de la Via delle Botteghe Oscure no estaba por supuesto abierta al público como los museos y exposiciones de hoy en día, Ciriaco Mattei parece haber estado interesado en mostrar su nueva adquisición al mayor número posible de amantes del arte. No hay otra forma de explicar el hecho de que conozcamos numerosas representaciones de San Juan por pintores del entorno inmediato y más amplio de Caravaggio que hacen ostentosas referencias a la obra. El hecho de que los cuadros de Caravaggio en la Colección Mattei también causaron un particular jaleo entre su público es señalado nada menos que por el primer biógrafo del pintor, el mismísimo Giovanni Baglione.
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