España - Castilla y León
Exactamente Mahler
Samuel González Casado

El concierto n.º 10 de la OSCyL sufrió el enésimo cambio en relación a lo previsto: el antiguo director titular, Andrew
, no puedo acudir desde Reino Unido, y fue sustituido por el director estonio Mihhail . La obra, Sinfonía n.º 5 de Gustav Mahler, permaneció, y fue retransmitida en directo y abierto por el canal de YouTube de la orquesta, donde alcanzó más de 1400 visualizaciones, según nota de prensa de la Fundación Siglo.En la versión de Gerts, que tendió a la sobriedad general, convivieron varios mundos que siempre tendían a una especie de intelectualidad condicionante de cualquier manifestación sentimental. El control del director sobre todos los elementos fue absoluto, y él en sí mismo era un espectáculo: el cuerpo de Gerts parecía multiplicarse, con suma elegancia, para no dejar entrada sin señalar y matiz sin indicar, con gestos rápidos y precisos.
Ese ultracontrol en algunos momentos hizo que la interpretación se acercara a cierta rigidez, pero cuando este peligro se discernía solía ocurrir algo interesante que lo alejaba. El primer movimiento, sin embargo, no tuvo una dirección definida y, pese a su precisión tímbrica, exquisita claridad y estupenda prestación del trompeta Roberto
, pareció servir solo de introducción al segundo, en el que sí pudo apreciarse la disposición a contraponer distintos espacios.El tercero fue lo mejor de la noche, porque se caracterizó por un magnífico colorido; el tempo general del director, que lo beneficiaba (es decir, rápido); y una prestación fantástica de la orquesta, que sonó con variedad tímbrica envidiable y mucho brío (destacó, cómo no, José M. Asensi). Acto seguido, el famoso adagietto sonó excesivamente proteico, ante todo porque su concepción general no casaba perfectamente con algunos toques de color y remate de frases, que se significaban demasiado; el resultado transmitió una especie de evanescencia trascendida de vuelo corto donde no había lugar para la emoción.
En el quinto sí se dio todo: como era previsible, Mihhail Gerts disfrutó con los extensos pasajes fugados, a los que por supuesto dotó de ligereza y de matices que enriquecían continuamente el discurso, en este caso desde el subrayado de ciertos detalles en los distintos planos. El conjunto fue clarísimo pero también ofreció la rotundidad y la entrega que había faltado en el primer movimiento (perfecta conclusión), con lo cual la sensación final fue satisfactoria y ayudó a recordar todo lo positivo de la versión.
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