España - Euskadi
Esencia vienesa
Joseba Lopezortega
Musika Música 2021 estaba dedicado a Viena. Entre la inmensidad de tal marco y las limitaciones asumidas para sacar adelante la edición, Viena ha quedado desdibujada hasta casi desvanecerse, pero Musika Música en cambio ha sido gratificante como una ducha tras un día de sol y salitre. Así estamos.
La Banda Municipal de Bilbao se presentaba en el festival con un programa muy bien planteado, un recorrido por épocas y estilos diversos que, además de permitir que se escucharan en directo obras muy poco habituales, iluminaba la evolución musical vienesa a través de una formación, la banda, de enorme importancia en toda la cultura musical centroeuropea y desde luego en Austria, una sociedad tradicionalmente muy militarizada. Desde ese ángulo, incluso la martirizada Marcha Radetzky cobraba pleno sentido en el programa al mostrar unos valores complejos y un hondo arraigo musical muy alejado del evanescente ritual que la acompaña en la floreciente gran sala del Musikverein cada Año Nuevo. La calidad de la banda bilbaína brillaba sin dorados, con filo y bayoneta.
El programa lo había iniciado la Serenata número 7 de Richard Strauss, compuesta en la adolescencia. Fue un comienzo en el alambre, pues son 13 los músicos demandados y es grande su exposición y desnudez sobre el gran escenario del Euskalduna. La ejecución fue irreprochable, bien conducida por Pascual-Vilaplana. Quedaba de manifiesto que la Banda estaba allí para trabajar en un lado de unas lentes musicales a través de las cuales se entroncaba, orgullosa, con tantas bandas que fueron, con siglos de una colosal tradición musical. Siguieron Beethoven, la ya mencionada poderosa interpretación de la Marcha Radetzky y la Apollo Marsch tradicionalmente atribuida a Bruckner, una pieza de gran belleza e interés. Para finalizar, de nuevo Richard Strauss con una deslumbrante Festmusik der Stadt Wien, una obra de plena madurez, digna de ser escuchada para banda de viento y cuya presencia en el programa, además de por su calidad e interés musical, venía a poner sobre el escenario otro valor con tintes reivindicativos: no sólo porque un compositor como Richard Strauss supiera componer así para instrumentos de viento, sino porque mantuvo el interés por las bandas durante toda su vida. De esta manera, la música para banda mostraba su capacidad para atravesar no sólo los siglos, sino las vidas que tienen lugar en el tiempo. A modo de colofón, una exquisita composición de Schoenberg. La evolución.
Pascual-Vilaplana es un maestro que tanto honra el arte como mira a los ojos de la audiencia para provocar múltiples encuentros. Dirige la Banda con generosidad, precisión y claridad. Al mismo tiempo es cálido y conceptualmente poderoso, sabiendo lo que puede encontrar y dónde buscarlo. Un excelente maestro a quien los asistentes a Musika Musica deben este infrecuente encuentro, fértil y gozoso, con una larga y viva historia musical abrazada a Viena con una carnalidad y una intimidad casi obscenas.
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