Opinión
Manca finezza ossia Las mascarillas incrustadas. Respuesta a Arturo Reverter
Javier Suárez-Pajares
es un crítico consumado. Escribe claro, enseña y juzga con rigor, y comunica detallada y parsimoniosamente. Tiene estilo y peso. Trata de historia, de música y hasta de cuestiones apenas aprehensibles de la interpretación musical. No se mete en más líos y, de sus alforjas, reparte las de cal con muy poco gasto de arena. En eso, mire por dónde, sería un mal albañil que deja tras de sí ñapas encaladas y blanquísimas, pero frágiles. Lo aparentemente efímero del género invita a estas construcciones y hasta las justificaría.
El problema es que, en realidad, la crítica no es un género efímero, sino una fuente duradera de información sobre la vida musical de un tiempo determinado. Por eso hay que tener un poquito de cuidado con algunas cosas y, sobre todo, con el reparto de la poca arena que será lo que, dentro de unos años, interese a historiadores y otros curiosos tantas veces abocados a tomar por hechos lo que fueron opiniones.
En este caso, salvo el final de la Música para cuerda, percusión y celesta de Bartók donde Reverter notó, en la dirección de , la falta de una planificación más diáfana y observó cierto emborronamiento, todo fue bien. De la orquesta no dice ni mu, pero de lo que sí dice es de una joven musicóloga que presentó las obras de una manera brillante, extraordinariamente bien articulada, valiente, original y muy documentada.
Según Reverter –que había entendido muy bien Ukanga de – “se la entendía muy mal”. Yo la entendí sin problema –mejor que Ukanga y mejor incluso que la pieza de Bartók, por otras razones que no vienen al caso– y agradecí mucho la elevación de un discurso que concedía al público del el respeto que merece. Este público, por lo que la aplaudió, la entendió también y valoró con más generosidad su esfuerzo.
Esto puede no ser más que una discrepancia en la apreciación derivada de lo que a mí me parece una exageración deslizada ingenuamente y sin mala voluntad, pero lo que no me parece aceptable es que Reverter atribuya a la musicóloga la responsabilidad de llevar una mascarilla “incrustada” como causa de un supuesto problema.
Guste o no, la normativa de la Comunidad de Madrid, por no hablar del sentido común, exige el uso de mascarilla en todo lugar cerrado de uso público con independencia de que se pueda mantener la distancia de seguridad, de manera que no es cierto que se pudiera prescindir de ella como asegura el crítico. Pero es que, además, se la entendía perfectamente y yo solo espero que el crítico que con más finura ha hablado de la voz en este país no pierda, tan de repente, el tino.
La joven musicóloga, Carmen Noheda, merecía al menos la misma indulgencia que Reverter otorgó al estorbo obvio de la mascarilla en la interpretación que primer concierto del Festival Focus y en la que el crítico, no obstante, pudo apreciar, más allá de las palabras, calidez, sensualidad, expresión, balance musical y sutil portamento. ¡Hombre, por dios! hizo de las Cinco canciones negras de Xavier en el
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