España - Madrid

Una canita al aire

Germán García Tomás
jueves, 1 de abril de 2021
William Christie © Óscar Ortega / Palau William Christie © Óscar Ortega / Palau
Madrid, martes, 23 de marzo de 2021. Teatros del Canal (Sala Roja). Lea Desandre (mezzosoprano), Jakub Józef Orlinski (contratenor). Les Arts Florissants. William Christie (dirección musical y clave). Pasticcio, estreno en España. Obras de Jean Philippe Rameau, Giulio Caccini, Henry Purcell, George Frideric Handel, Douglas Balliet, Thomas Dunford, Reynaldo Hahn, Antonio Vivaldi, Frederick Loewe, Tarquinio Merula, Cole Porter, Irving Berlin, Giovanni Battista Pergolesi, Claudio Monteverdi y John Lennon. Ocupación: 70%.
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Venía a visitar Madrid William Christie con sus huestes de Les Arts Florissants, el ya referencial conjunto de música antigua cuya dirección artística se la reparten al alimón tanto el veterano maestro como Paul Agnew, aunque a estas alturas ya son contadas con los dedos las participaciones de Christie al frente del mismo, por lo que esta doble cita en los Teatros del Canal tenía una especial relevancia y no menor expectación.

Pero en la presente ocasión el bueno de William Christie no nos venía a deleitar con una nueva edición de su ya imprescindible Le Jardin des Voix, sino que ha destacado por encima de todo el componente de eclecticismo y la reinvención de un conjunto especializado a la hora de transitar por otros géneros. Porque este Pasticcio, inevitable referencia a un tipo de ópera del siglo XVIII cuya música se nutre de varios compositores, ha supuesto no sólo una brillante exhibición y lucimiento en toda regla de uno de los mejores grupos actuales con instrumentos de época, sino todo un coqueteo con el mundo del musical de Broadway y las canciones americanas de los años 30. 

Una amalgama muy sabrosa cuya salsa la sirvieron con soltura cada uno de los integrantes (2 violines, viola, violoncelo, contrabajo, flauta, oboe, fagot, tiorba y percusión) quienes con Christie dirigiendo desde el clave, ofrecieron lo mejor de sus capacidades técnicas y virtuosísticas, a lo que se añadió la colaboración de dos jóvenes promesas del canto que vienen pisando fuerte en el terreno historicista: la mezzosoprano Lea Desandre (1993) y el mediático contratenor Jakub Józef Orlinski (Varsovia, 1990).

Abrieron fuego Les Arts Florissants y Christie con Jean Philippe Rameau y sus danzas de Zaïs, un compositor que ha sido siempre uno de sus grandes caballos de batalla y en el que no tienen rival alguno, como parte de sus vías de identidad. A partir de ahí, el collage musical que hacía honor al título de la propuesta artística se desarrolló con soltura y naturalidad, confiriendo variedad y ritmo entre la alternancia de números instrumentales y vocales, algunos de ellos primicias y descubrimientos para el gran público. 

Orlinski y Desandre unieron sus fuerzas para brindar prestaciones de altísimo nivel y gran solvencia a nivel expresivo y técnico, tanto a solo como en dúo, demostrando a partes iguales delicadeza, finura y refinamiento en este diálogo entre estilos. El contratenor polaco, que presentaba un aspecto informal en escena, dio sobradas muestras de una sobresaliente coloratura, penetrantes agudos, limpidez en la línea de canto y entera facilidad para los ornamentos en números como el aria di furore “Furibundo spira il vento” de Partenope de Handel, o a dúo con la flauta del espléndido solista Sébastien Marq en “Sol da te, mio dolce amore” del vivaldiano Orlando furioso, todo un combinado de facultades virtuosas, que fue muy premiado por el público. Puro embeleso es escucharlo en “Voi che udite il mio lamento” de la también handeliana Agrippina, donde la entrega y la expresión emocional es total por medio de un canto preñado de mordente, y en la que destacó el cálido oboe d’amore de Neven Lesage.

La hermosísima voz de Desandre, cuya tesitura, de tintes muy líricos y graves consistentes, nos pareció muy pareja a la de soprano, se adecua como un guante tanto a las florituras y adornos de los afectos barrocos como al tono ligero del musical americano. Así, la franco-italiana, proveniente de la cantera de Le Jardin des Voix, sirvió delicados momentos en solitario como la mélodie “Á Chloris” de Reynaldo Hahn acompañada al laúd por Thomas Dunford (que sirvió su improvisación a solo), o mostrando coloratura en el vibrante aria “Gelosia, tu già rendi l’alma mia” de Ottone in villa de Vivaldi. 

El punto de inflexión de la velada, que provocó una cálida ovación de un público divertido y entregado, llegó con el musical My fair lady de Frederick Loewe, con una encantadora Desandre moviéndose por entre los instrumentistas cantando aquello de “I could have danced all night”, que la no menos candorosa Audrey Hepburn hacía que se nos derritiese el corazón en la voz de Marnie Nixon, y donde, como en el filme, el venerable director participó divertidamente invitando a que la cantante se fuera a dormir.

Así, con la orquesta barroca transmutada en una jazz band, los diversos arreglos instrumentales de esta música americana sonaron magníficamente, con una paleta de color imaginativa en el empaste ideal de Les Arts Florissants, como el tema Night and Day (de la película La alegre divorciada de Cole Porter). Y es que el ambiente se iba animando por momentos a la manera de un crescendo, no sólo por el dinamismo de los instrumentistas y de Christie, que disfrutaba como un enano sentado desde el clave, sino por el entusiasmo de los dos jóvenes cantantes, con el polifacético e instagramer Orlinski exhibiendo en el escenario sus dotes de bailarín y sus conocidas habilidades para el breakdance junto a Desandre, con un auditorio enteramente conquistado ya en el dúo Cheek to cheek de Irving Berlin, en donde revivieron magníficamente con su canto y sus pasos de baile a Fred Astaire y Ginger Rogers. 

En ese contraste buscado entre lo desenfadado de la comedia americana y la melancolía y las pasiones amorosas del Barroco, ambos entonaron delicadamente ese prodigio de sobriedad que es el dúo de Poppea y Nerone “Pur ti miro godo” escrito por Benedetto Ferrari para L’incoronazione di Poppea de Monteverdi.

Pero el festín no había concluido. Como un deseo lanzado a los espectadores, All you need is Love de The Beatles puso el broche a este delicioso cóctel. William Christie y sus chicos han querido tirar una canita al aire con este pastiche, en lo que ha sido la faceta más descarada y juerguista del maestro. A estas alturas, y a la vista de los resultados, se lo permitimos. Viva el Amor.

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