España - Galicia
Ribeira Sacra 2021Elegancia y capricho, pero también belleza
Maruxa Baliñas

Aunque se escuchó mucha música de los siglos XVI y XVII en los diversos conciertos de este 1º Festival Internacional de Guitarra de la Ribeira Sacra 2021, sólo dos de ellos estuvieron específicamente destinados al laúd, el del dúo de Jean Rondeau y Thomas Dunford y este que precisamente clausuraba el festival. Y si brillante fue el comienzo de este con David Russell, igualmente lo fue el concierto final con Paul O'Dette.
Al igual que Russell, O'Dette ya no necesita demostrar nada y ambos intérpretes fueron figuras habituales en los conciertos del festival hablando tranquilamente con el público y disfrutando de la música que hacían los demás.
Sus propios conciertos, aunque inteligentemente diseñados sin duda, parecieron ser más que nada un amable recorrido por algunas obras que en ese momento les interesaban especialmente y les apetecía tocar, y que querían que también nosotros disfrutáramos. O'Dette destacó además que llevaba dieciseis meses sin tocar ante un público y que le apetecía mucho este concierto.
Así comenzó con seis canciones populares renacentistas de autor anónimo, una música inglesa con melodías populares de ritmos animados y textos a menudo humorísticos. Una música que busca el placer y poco más. Acaso porque O'Dette las había destacado como unas de sus favoritas desde hace muchos años, me gustaron especialmente Up tails All, y Jiggy Joggy.
De ahí saltó a William Byrd, un músico mucho más elaborado y elegante, pero que no desprecia en absoluto el acervo popular. Tras las típicas Pavana, Gallarda y Volta, dos series de variaciones sobre Will you walk the woods so wild?, y My Lord Willoughby’s Welcome Home. La música es muy bella y O'Dette le sacá todo el partido, de modo que este grupo de obras fue un nuevo placer.
A continuación seis arreglos de canciones populares escocesas hechas en 1620 incluidas en un libro que lleva el nombre de The Mure of Rowallan’s Lute Book de Rowallan Castle, Escocia. No conocía este libro y me pareció fascinante a juzgar por las obras seleccionadas por O'Dette, especialmente las disonancias de la canción gitana The Gypsies Lilt pero en general en todas las obras, que presentan una libertad rítmica y tonal que acaso se justifica por ser obras de 'salvajes' como eran considerados aún los escoceses en esta época. El público, que se había mostrado agradecido desde el principio del concierto, fue especialmente 'aplaudidor' tras estas seis piezas, seguramente por su originalidad.
El cuarto grupo estuvo constituido por piezas de Thomas Robinson (c. 1560-1609), un compositor un poco más antiguo que Byrd y que el autor del Mure of Rowallan’s Lute Book, quien en 1603 escribió The Schoole of Musicke, un manual para tocar el laúd y otros instrumentos que se hizo muy popular en Inglaterra, y al que pertenecen las cuatro obras elegidas para esta ocasión. Nuevamente O'Dette destaca entre ellas la preciosa Robin is to the Greenwood Gone, aunque a mí también me interesó mucho la Spanish Pavin.
Para terminar el concierto, el otro gran compositor británico del paso del siglo XVI al siglo XVII: John Dowland (1563-1626). Su Fantasia P 71 dio a O'Dette muchas ocasiones de lucimiento por su brillantez tonal y melódica, por su cromatismo, al igual que las dos gallardas (del Rey de Dinamarca y de Sir John Souch), o las otras fantasías (Fancys) interpretadas. Aunque O'Dette resulta sobrio a la hora de ornamentar, en comparación con el antes mencionado Thomas Dunford, estas obras de Dowland fueron para mí una muestra de cómo la ornamentación, aunque sea rica, no está reñida con la elegancia o el mantenimiento de la línea melódica.
A pesar de que O'Dette ya no es joven y llevaba más de 75 minutos tocando sin descanso -aunque con la variedad de las obras elegidas casi no se hubiera notado la amplia duración del concierto- todavía hubo dos propinas.
La primera fue la Francesco's pavane de Allan Alexander -dedicada a Francesco Tribioli (el creador de Fronimo, un programa de ordenador para escribir tablaturas)- y luego una Passacaglia de Alessandro Piccinini (1566-1638), ambas espléndidamente tocadas.
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