Entrevistas
Juan Antonio Simarro: no quiero que pongan en mi epitafio 'no paraba'
Juan Carlos Tellechea
Al laureado compositor español Juan Antonio Simarro no le ha abandonado ese espíritu abierto y despierto que caracteriza a su Tenerife natal. Si bien vive desde su más tierna infancia en Madrid y ahora va y viene también a Los Ángeles (California), al escuchar su CD Juan Antonio Simarro (Analógica producciones, 2014) a uno le parece profundizar en esa legendaria historia de su encantador terruño que él entreteje sutilmente, siempre de forma afirmativa y positiva, y que lleva al oyente a perder un poco la noción del tiempo, como si éste se esfumara mágicamente.
La música clásica es su verdadera pasión y esto se advierte de inmediato en sus obras de cámara. La producción de su próximo disco con la Sinfonía número 1, por un mundo mejor, ya está en marcha. El 21 de septiembre venidero ofrecerá un concierto con motivo del 75º aniversario de la UNESCO en España. es popularmente más conocido por sus composiciones, arreglos, dirección orquestal y producciones para teatro, cine y televisión con consagrados artistas ampliamente conocidos.
Pero su faceta más íntima, más romántica, nostálgica, en la que une también temperamento, fuerza, vigor y disposición a la lucha por la vida, es la que más nos ha interesado para esta entrevista que Simarro muy amablemente ha concedido a mundoclasico.com Estas son sus declaraciones exclusivas:
Juan Carlos Tellechea: ¿Qué reflexiones te inspira este parón de actividades culturales en general y musicales en particular por el coronavirus?
Juan Antonio Simarro: Estábamos viviendo una fiesta y no éramos conscientes. Antes hacíamos conciertos multitudinarios, ni nos planteábamos organizar un concierto sabiendo que el tope máximo de entradas en el mejor de los casos iba a ser un 60%, por ejemplo.También hemos tenido que retrasar o anular muchas actividades, y por otro lado otros proyectos, como por ejemplo muchas composiciones que tenía pendientes, se han acelerado. Aún con estos parones de los conciertos en directo, la gente ha demostrado que necesita la música, la lectura, el cine...son actividades culturales más necesarias de lo que mucha gente cree. ¿Te imaginas cómo hubiera sido todo sin ellas?
¿Qué balance (positivo y negativo) extraes de la situación?
Cualquiera puede estar en “lo más alto” y de repente verse con las manos atadas y sin poder hacer nada. Así que espero que esto que está pasando nos enseñe a todos a tomarnos las cosas con humildad. Y en el caso de la música, que es a lo que me dedico, nos hace ver que entre todos podemos hacer un muy buen equipo: unos salvan vidas y nosotros las alegramos.
¿Qué proyectos tenías en marcha y cómo has tenido que modificarlos, y cuáles puedes emprender todavía?
Uno de los conciertos que más veces hemos tenido que cambiar de fecha es el del 75 aniversario de la UNESCO en España, organizado por la federación de centros UNESCO, con la presencia de tres premios Nobel. Al fin será el 21 de septiembre, y espero que lo podáis ver todos a través de las redes sociales (iré facilitando el enlace en mi instagram @juanantoniosimarro )
Al dedicarme a la composición, interpretación y comunicación, he podido ir alternando esas tres actividades y al anular conciertos me centré en hacer la serie La Línea, para Netflix, que fue nº 1 durante varias semanas, o composiciones que tenía pendientes que podréis escuchar muy pronto.
También he tenido que retrasar la grabación de la Sinfonía nº 1, por un mundo mejor, pero por suerte ya vuelve a estar en marcha la producción y también los conciertos que haremos con esta composición por España.
¿Cómo se las arregla un compositor del siglo XXI para crear nuevas obras y difundirlas; dónde están las dificultades y los desafíos?
Como “Compositor vivo” a veces me encuentro con reservas por parte de algunos directores y programadores antes de escuchar mi música. Para ellos es más fácil programar a alguien ya conocido, como si fuera una franquicia, sin apostar por cosas nuevas. Luego, una vez que consigo que lo escuchen y no sin bastante esfuerzo y paciencia por mi parte, me alegra poder decir que se animan a interpretarlas y ellos mismos ven que el público también quiere composiciones melódicas nuevas, además de ver al propio compositor en el escenario; música melódica (que no facilona),
¿Cuál es tu receta para superar tanto estrés; necesitas o has necesitado la ayuda de una terapia?
Me tomo las cosas con calma, no quiero que pongan en mi epitafio “no paraba”. Cuando tengo mucho trabajo pienso: “bueno, lo he elegido yo, ¿no? ¡Pues a disfrutar cada corchea!” La música es la propia terapia. Hay veces que me siento “raro”, noto que algo me pasa. Y de repente me salen ideas solas con el piano, la guitarra, el violonchelo... lo que tenga a mano, como si vinieran de algún sitio que está dentro de mí y tienen que salir para expresar lo que siento. Esos momentos son realmente mágicos.
¿Con qué frecuencia vuelves tú a Santa Cruz; sientes a Canarias o concretamente a Tenerife como tu tierra o se ha perdido con los años esa íntima conexión con las claves de la cultura insular?
Aunque vaya menos de lo que me gustaría, no pierdo la conexión. Tengo muchas ganas de hacer un gran concierto con la Orquesta Sinfónica de Tenerife, en su auditorio. Ahí lo dejo..., para los programadores... También he compuesto música para las obras de la tinerfeña Paula Quintana, como Amarga dulce (sobre Dulcinea en el siglo XXI), por ejemplo. Se puede escuchar en mis redes sociales. Amigos canarios… ¡espero veros pronto!
¿Eres curioso?
Muuuy curioso. Soy un preguntón; cuando estoy en un estudio, con un director de orquesta, con un instrumentista, actor, editor... quien sea. Me encanta preguntar y aprender trucos sobre su forma de trabajar, sus necesidades o posibilidades, y luego lo llevo a la música o a la vida en general. Por suerte, siempre podemos aprender miles de cosas cada día. Solo hay que tener todos los sentidos activos.
¿Te gusta explorar nuevos caminos en la música?
Sí, aunque lo que más me llena es el sonido natural de la orquesta sinfónica, estoy abierto a cualquier tipo de sonoridad o instrumento. Por ejemplo, en la Sinfonía nº 1 incluyo un didgeridoo (instrumento australiano de viento) y djembes (instrumento africano de percusión) simplemente porque me lo pedía el cuerpo. O mezclo instrumentos sinfónicos con otros más electrónicos, sin miedo a que alguien diga “eso no se puede hacer”; porque, ¿quién dice que algo no se puede hacer? Si fuera así seguiríamos en el gregoriano.
¿Te dice algo la música clásica ¿qué concretamente?
Me gusta todo tipo de música. Entiendo que la música cumple una función, y según el momento podemos disfrutar más una que otra. Y dentro de la música “clásica” pasa lo mismo. Hay grandísimas obras que te hacen comenzar el día con toda la fuerza del mundo y hay otras que te sumergen en un mundo interior tan profundo que a veces incluso me cuesta salir. Y si encima las estoy componiendo, la evasión es total. Me gusta ir distinguiendo entre música “clásica” por el periodo clásico histórico y música “sinfónica”, por los instrumentos utilizados y que abarcan más estilos y momentos históricos. Así además la gente joven no se asusta con ese concepto “clásico” y abre más su mente.
¿Cuáles son tus compositores preferidos y por qué te sientes atraído por ellos?
Hay tantos… Además de los conocidos, me gusta reivindicar nombres de otros menos populares y que han sentado muchas bases de la música que hoy escuchamos: Gustav Holst (Los Planetas, Marte, Dios de la Guerra) que es la base de La guerra de las galaxias. Erich Wolfgang Korngold, por ejemplo, también es otro gran compositor desconocido en el que se basan muchas bandas sonoras de ahora (incluida también La guerra de las galaxias). O Pietro Mascagni. Es maravilloso, e incluso tiene una composición titulada Guglielmo Ratcliff, sobre la que hicieron la conocidísima Over the rainbow. Me parece justo que la gente conozca y valore su aportación.
También hay muchos compositores españoles a los que valoro y apoyo totalmente. De hecho, animo a los directores y programadores a que pongan más la música que hacemos ahora. Y que no esperen a que estemos todos muertos.
¿Te dice algo la denominada Neue Musik; qué concretamente?
JAS: El mundo evoluciona, así que es lógico que, igual que la sociedad busca nuevos caminos para solucionar nuevos problemas, los compositores investiguen nuevas formas de expresión. A mí, personalmente, me llenan más las formas de expresión más melódicas, defendiendo, por supuesto, las otras más extremas y complicadas para el oído. Aunque debo decir que los “melódicos” hemos sufrido una dictadura total del otro estilo, e incluso un alto cargo del Centro para la difusión de la música contemporánea (CDMC) me dijo hace años que si hacía melodía “no era contemporáneo” y ni se molestó en escucharla. Ese tipo de radicalismos, y menos en una organización del estado como era el CDMC encargada de difundir la música de los compositores de ahora, no están bien. Ahora lo puedo decir, pero sufrí su dictadura, y quiero que se sepa. Hay música de ahora de todos los estilos, y para todos. Mantengamos la mente abierta y dejemos que el público y el paso del tiempo decidan.
¿Con cuál o cuáles de los instrumentos musicales que tocas te sientes más apegado (por orden de preferencias) y por qué; ¿con cuáles de los instrumentos que no tocas (y que quizás quisieras tocar un día) te sientes también muy próximo, y por qué?
Piano, con el que más abarco todas las sonoridades que necesito expresar. El violonchelo me parece maravilloso; ya no lo toco, pero lo utilizo para componer. Su expresividad, profundidad, vibrato, tesitura parecida a la voz… Pero disfruto muchísimo todos los instrumentos, tanto escuchándolos como tocándolos (a mi manera, claro). De cada uno intento potenciar sus virtudes según sus características. ¡Es como con las personas!
¿Te ha pasado alguna situación divertida en tu labor como músico o productor que quieras relatar y que el público no conoce?
Me divierto cada día. Cuando era pequeño entendí que, si me dedicaba a lo que más me gustaba, el trabajo sería un placer. Y, además, los compañeros son tan maravillosos… Recuerdo muchos momentos cuando iba de gira, en los que no parábamos de reír contando chistes durante las cinco horas del viaje. O una grabación con kazoos, en la que literalmente nos caíamos al suelo porque nos faltaba la respiración llorando de risa al sacar sonidos graciosísimos, para una composición para TV que nos dio muchas alegrías.
¿Cómo se vive alternando entre dos sociedades polarizadas (España y Estados Unidos)?
Sin duda prefiero vivir en España. En Estados Unidos hay muchas más oportunidades, aunque aquí hay más creatividad, acostumbrados a “sacar las castañas del fuego”. Espero poder hacer pronto el concierto inaugural de la Beverly Hills Symphony, con la sinfonía nº 1 y gracias a la cual me hicieron su compositor oficial.
Lo bueno de Los Ángeles es que la gente que está allí es gente de todo el mundo, con ganas de hacer cosas nuevas y totalmente receptiva a cualquier idea. En España hay muchísimo talento que ojalá no tenga que irse fuera para encontrar las oportunidades que se merecen. Hagamos lo posible para valorar a los maravillosos profesionales que tenemos aquí, por favor.
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