España - Cataluña
El debut de Bernheim
Jorge Binaghi

Peralada se ha apuntado otro tanto en su nada disimulada predilección por las voces de tenor. Poco antes de que se supiera que por las restricciones impuestas por Alemania a quienes llegan de España la notable Lise Davidsen no iba a poder hacer su concierto se producía la presentación del más que prometedor cantante francosuizo. Siempre con el aforo reducido por las medidas, pero completo, Bernheim (muy bien acompañado por Zobel que no sólo ejecutó a la perfección la compleja partitura del Poème de l’amour et de la mer de Chausson, sino que acompañó con gran sensibilidad el resto del recital, muy aplaudido por su compañero).
Tal vez, aunque comprensible, no fue ideal para su presentación comenzar con el extenso ciclo de Chausson, creo que mal conocido y peor comprendido por estos lares, que aunque fue estrenado en Bruselas con el compositor al piano y el tenor Demets, ha conocido más fortuna en la versión orquestal y voz de soprano que luego realizó el autor, y que personalmente considero más apta para el tipo de texto y los matices que requiere. Dicho esto, se trató de una buena versión, interesante para volver al original, con una dicción inmaculada, y una cierta reserva en la expresión que sólo desapareció en el final cuando cantó con emoción las frases que se articulan alrededor de ‘le temps des lilas et le temps des roses’ que me volvió a provocar -hacía mucho que no lo escuchaba en vivo, y esto es también un mérito que tener en cuenta- la misma profunda impresión de siempre.
Luego el programa (sin pausas) prosiguió de modo algo extraño con dos composiciones italianas contrastantes entre sí y no digamos ya con la obra de Chausson, el aria de McDuff del Macbeth verdiano, muy bien cantada (y donde se pudo comprobar que el público asistente era por sobre todo operómano ya que ahí se escucharon los primeros aplausos estruendosos y los primeros bravos que fueron creciendo en intensidad a medida que avanzaba la velada) y la preciosa canción de Pizzetti (hoy también una rareza) I pastori.
También su ruso pareció ser tan auténtico como su italiano, pero tampoco pareció muy comprensible que apareciera en este momento lo que habría sido el final de la primera parte (muy larga), la maravillosa ‘Kuda’, o sea la despedida de Lenski a la vida en el segundo acto del Eugenio Oneguin de Chaicovski, donde hubo buen pathos y un canto sin una falta.
Luego se reanudó el hilo francés con tres conocidas arias de ópera, dos de Gounod (la gran cavatina de Faust en primer lugar -con su temible do filado perfectamente emitido- y en último la exultante ‘Ah, lève toi, soleil’ del también protagonista de Roméo et Juliette) que hicieron las delicias del público, en medio de las cuales estuvo para mí el mejor momento del programa, ‘En fermant les yeux’, del segundo acto de la Manon massenetiana, donde al parecer hasta ahora Bernheim consigue sus mejores logros que lo ponen en la misma línea de los Vanzo o Legay, pero también de Gedda, Kraus y Beczala.
Para agradecer tanto aplauso entusiasta, aunque no parecía muy motivado para ofrecer ‘propinas’ volvió por un momento a la canción de cámara alemana (excelente dicción también) con otra canción memorable que se asocia también más a la voz de soprano (Morgen de Richard Strauss) y se despidió definitivamente con la balada del protagonista en el prólogo de Los cuentos de Hoffmann de Offenbach. Como interpretación, y no sólo canto, ésta me pareció la más completa, y eso que su primer encuentro con el papel en su totalidad se producirá sólo en la próxima temporada (esperemos) en Hamburgo.
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