Alemania

Klavier-Festival Ruhr 2021

Sir András Schiff, una clase magistral

Juan Carlos Tellechea
jueves, 23 de septiembre de 2021
Sir András Schiff © 2021 by Sven Lorenz Sir András Schiff © 2021 by Sven Lorenz
Essen, domingo, 5 de septiembre de 2021. Philharmonie Essen. Gran sala auditorio Alfried Krupp. Klavier-Festival Ruhr. Carte blanche. Johann Sebastian Bach: Invention Nro. 1 en do mayor BWV 772 | Ricercare a tre, de: Das Musikalische Opfer BWV 1079; Französische Suite Nro. 5 BWV 816; Präludium und Fuge en la menor BMW 869; de Das Wohltemperierte Klavier, I. Parte; Italienisches Konzert en fa mayor BWV 971. Wolfgang Amadé Mozart, Fantasie en do menor KV 475; Gigue en sol mayor KV 574; Adagio en la menor KV 540 | Sonate en fa mayor KV 533. Bis: Wolfgang Amadé Mozart, Allegro de la Sonate Nro. 16 en do mayor KV 545 Sonata facile. Sin András Schiff (piano). Klavier-Festival Ruhr 2021. Aforo 50%, reducido por las medidas de protección e higiene contra la pandemia de coronavirus.
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¡Por favor, maestro Sir András Schiff, adéntrese! Pasemos enseguida al salón para conversar y disfrutar su clase sobre la música de Johann Sebastian Bach y de Wolfgang Amadé Mozart. Sir András viene con su propio instrumento: un Bösendorfer VC 280 acabado en caoba. Lo prefiere no solo por su excelente sonoridad, sino porque odia los pianos de color negro, que le parecen sarcófagos ¡Y lleva razón!

El Klavier-Festival Ruhr le dio carta blanca este domingo al consagrado pianista húngaro para improvisar un magnífico programa, entre didáctico y de entretenimiento, guardado en secreto hasta el último minuto. Ni los organizadores sabían de qué obras se trataba. Fue toda una sorpresa, de pe a pa.

La mezcla no es inusual, pero sí emocionante: dialogando entre ellas, las obras de Bach y Mozart desarrollan su propia dinámica. Schiff abarca un amplio arco y desvela la conexión del lenguaje sonoro entre ambos creadores. Esto no puede ser casualidad, dice el pianista, al tiempo que pergeña en el teclado breves pasajes de sus obras, para compararlas, ante los asombrados oídos y miradas de los espectadores.

Desde la Invención número 1 en do mayor (BWV 772) y Ricercare a tre (fuga a tres voces) de la colección Ofrenda musical (BWV 1079) dedicada al rey de Prusia Federico el Grande; pasando por la Fantasía en do menor KV 475; la Suite francesa número 5 (BWV 816); la Pequeña giga en sol mayor KV 574; y el Preludio y fuga en la menor BWV 869, de Das Wohltemperierte Klavier (El clave bien temperado) Parte 1; hasta el Adagio en la menor KV 540; la Sonata en fa mayor KV 533 (AllegroAndante); y el Concierto italiano BWV 971, compuesto por un Johann Sebastian Bach que jamás estuvo en Italia, pero sí se ocupó intensamente de este estilo musical del Barroco peninsular. En los bises, el Allegro de la Sonata número 16 en do mayor KV 545 (Sonata facile); un Mozart alegre, pícaro, divertido, saltarín, travieso, contento y vital, virtuosamente pulsado al teclado por Sir András.

La música de Bach irradia una gran paz interior como casi ninguna otra, incluso en las danzas rápidas. Y ofrece un espacio maravilloso para la reflexión sobre la propia vida. Una hora de Bach todos los días antes del desayuno hace bien al cuerpo y al espíritu, recomienda Sir András en su charla ante los asistentes al concierto. Tras repasar el interés de Bach por la zarabanda y la chacona, Schiff ejercita en la Suite francesa número 5 (Allemande, Courante, Sarabande, Gavotte, Bourrée, Loure, Gigue) un estricto control del tempo (aceleración y desaceleración) que va progresando de forma constante hasta llegar al carácter lúdico del tema final. Acto seguido se levanta respetuosamente ante el piano juntando las manos, como en actitud de oración, antes de recibir los incontenibles aplausos de la platea.

Sir András, un purista de Bach, mantiene un exquisito dominio de la velocidad en el Preludio y fuga en do mayor del Clave bien temperado, concentrado entre el rigor rítmico y la precisión, por un lado, y un diseño de respiración, por otro, apoyado en una amplia gama dinámica. El pianista enfatiza en el sonido orquestal que le prodiga con creces su maravilloso instrumento, ideal para explorar todas las posibilidades expresivas de esta música.

De las cinco fantasías que Mozart compuso o comenzó a componer, curiosamente solo una está en tonalidad mayor; para tres eligió la tonalidad de do menor. Esta es también la tonalidad de la Fantasía a gran escala K 475, que Mozart consideró como una introducción a su segunda Sonata K 457, compuesta en la misma tonalidad y publicadas ambas obras en 1785.

Tanto si sus composiciones menores ofrecen o no una visión de las profundidades del alma de un genio, esta interpretación de Sir András Schiff muestra efectivamente a Mozart -más allá de la ligereza y la alegría de la Pequeña Giga, plena de fascinantes armonías- como un ser humano entre melancólico y desesperado. Además, en sus obras en clave menor en particular, parece conjurar una implacabilidad dramáticamente sombría que a su manera ya remite a Ludwig van Beethoven o a Franz Schubert.

Sir András Schiff. © 2021 by Sven Lorenz.Sir András Schiff. © 2021 by Sven Lorenz.

Con su recopilación, Schiff quiso deliberadamente contraponer algo a la imagen generalizada de Mozart como un tipo "alegre" y despreocupado, consolador de las almas en pena. Se puede especular hasta qué punto esta manía de las tonalidades mayores tenía algo que ver con la violenta represión de sus problemas cotidianos, que no eran en absoluto menores.

También es llamativo que las composiciones en clave menor aumenten en los últimos años de su vida. En cualquier caso, cabe afirmar que Mozart expresa pensamientos y sentimientos más oscuros, más íntimos y más enigmáticos, de hecho, probablemente los más personales y conmovedores en esta tonalidad. Esto es especialmente cierto en el muy comedido y oscuro Adagio en si menor, K 540, que Mozart compuso el 19 de marzo de 1788.

En este Adagio, en particular, Sir András se muestra extremadamente mesurado desde el punto de vista pianístico. Muchos pasajes dinámicos que cambian rápidamente y que invitan fácilmente a la dramatización, a veces son solo insinuados agógicamente por él. Este enfoque de la interpretación está más en consonancia con la práctica interpretativa históricamente informada, que Schiff también intenta tener en cuenta en este recital sorpresa. Por supuesto, no quiere prescindir de los matices de tacto y sonido que ofrece su Bösendorfer e intenta asimismo trasladar las peculiaridades sonoras del piano histórico al instrumento moderno, verbigracia, los registros de colores mucho más diferenciados y la amortiguación menos brusca.

La Sonata en Fa mayor K. 533 de Mozart está cincelada, pero tiene sus peculiaridades en los detalles. Sir András la interpreta tal como el compositor quería plasmarla originalmente, el Allegro y el Andante sin el Rondó que le reclamaba insistentemente su editor. A menudo la pieza se da como inacabada; es cierto que Mozart, respetando escrupulosamente las reglas del contrapunto, se lanza, después de un comienzo cercano a una fuga de Bach, a un flujo de notas que a Schiff le encanta hacer correr sobre el teclado. El segundo movimiento tiene un gran arco melódico que se disuelve en cadencias de sonido cálido con las que Mozart expresaba cierta resignacion. Notables son las voces polifónicas que dirigen toda la obra, así como los preludios dramático disonantes admirados hasta hoy por su audacia armónica. En fin, fue una velada inolvidable que concluyó entre ovaciones y exclamaciones de aprobación inagotables.

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