Alemania
Klavier-Festival Ruhr 2021El hecho de que pueda darles las gracias se debe a la casualidad de que todavía estoy por aquí
Juan Carlos Tellechea

Al igual que a su amado Joseph Haydn, a Alfred Brendel le encantan las sorpresas, le gusta lo absurdo, tiene un exquisito sentido de la contradicción, y un humor enigmático, pero contagioso. Para celebrar su 90º aniversario el Klavier-Festival Ruhr 2021 le rinde homenaje con un ciclo especial de cinco conciertos que reúne a artistas que o bien fueron alumnos suyos o están en contacto con él de alguna u otra forma.
El hecho de que pueda darles las gracias se debe a la casualidad de que todavía estoy disponible por aquí, dice
Estoy especialmente agradecido por el honor y el placer que me ha proporcionado esta serie de conciertos. Me da la oportunidad, no de mirar por encima del hombro a los viejos amigos, no, sino de sentarme y maravillarme con la música que me llega con tanta variedad. Doy las gracias a todos los implicados, sobre todo a Kit Armstrong, Andrei Bielov y mi querido hijo Adrian, que han conseguido sorprenderme. Y doy las gracias al público, sin el cual los músicos de concierto no podríamos ser lo que somos,
afirma Alfred Brendel desde el escenario.
En la velada el pianista y compositor Kit Armstrong, el violinista Andrei Bielov y el violonchelista Adrian Brendel han estrenado mundialmente una pieza en su honor fast zu ernst (“casi demasiado seria“) para trío de piano, encargada por el propio festival.
El programa comienza con Joseph Haydn, termina con Joseph Haydn y por último se extiende en los bises con Joseph Haydn. En el medio fueron colocadas dos obras de Armstrong (además de la antes mencionada, Time flies like an Arrow que le comisionara también el evento para el 80º cumpleaños de Alfred Brendel en 2011), así como Lied, de Harrison Birtwistle, para violonchelo y piano, encargada por este festival en 2006 con motivo del 75º aniversario de Alfred Brendel.
El gran maestro, que se desarrolló como pianista en gran medida de forma autodidacta, pese a su orientación hacia Edwin Fischer y Alfred Cortot, educó a sus alumnos para que fueran independientes y a menudo comparaba la música con el teatro. Cada pieza de piano significa un nuevo papel con personajes cambiantes, les decía. El intérprete debe cantar, hablar, dirigir y orquestar mientras toca el piano. A este homenaje acuden asimismo, en los próximos días, otros alumnos elegidos por el propio Brendel: Anne Queffélec, Imogen Cooper y Francesco Piemontesi.
El trío
En Time flies like an Arrow, Armstrong ha querido subrayar el múltiple significado del tiempo como percepción y urgencia, la impulsividad y la búsqueda de un estilo a través de una carrera loca que inicia el piano, con cascadas de notas, y que sostienen las magníficas cuerdas hasta llegar a un triste lamento del violín.
Mucho más madura suena, por supuesto, Lied, para violonchelo y piano, de Harrison Birtwistle. Originalmente estrenada en este festival con motivo del cumpleaños número 75 de Alfred Brendel, por su hijo Adrian y por el pianista Till Fellner. El compositor británico pronto ampliaría esta canción frágilmente lírica, pero muy expresiva en una obra de cámara más amplia que es la que escuchamos esta tarde con una intervención de ensueño del violonchelista Adrian Bredel.
Juguetona, traviesa, bromista y divertida es fast zu ernst (casi demasiado seria), la pieza que dedicara Armstrong a su maestro y mentor Alfred Brendel para este nonagésimo cumpleaños y cuyo título hace pensar un poco en Robert Schumann. La melodía y la línea de bajo del "casi demasiado serio" de Schumann recorren mi pieza como en una passacaglia, explica Kit Armstrong en el programa de mano de la velada. El tema de la passacaglia, es decir, la unidad básica que se repite, consta de 5 frases - AA'BB'C, u ocasionalmente ABA'B'C - y sus 18 repeticiones determinan el curso de la pieza. El hecho de que el material schumanniano parezca conservar toda su dignidad hace que me dé cuenta de que al final no me estaba burlando de la pieza, sino de mí mismo, agrega el compositor con humor.
Con el Trío en mi bemol mayor de Haydn uno regresa a la Tierra y vuelve a pisar terreno firme en el Allegro moderato. El piano, el violín y el violonchelo mantienen un diálogo estrecho entre sí. El primero desempeña un papel protagónico, pero las cuerdas no le van a la zaga. Los tres músicos disfrutan mucho, se miran y se coordinan muy bien. En el Andante con moto el trío canaliza un largo suspiro, todo es más recoleto, reposado; pero el Presto, tocado con mucho sentimiento y entrega suena ágil, saltarín, divertido,
Dada la abundancia armónica y toda la dulzura vocal seductora que en realidad tiene rasgos mozartianos, uno no puede menos que lamentar que Haydn haya puesto fin con este trío a ese capítulo de su creación. Con la misma tónica concluye también el concierto entre las ovaciones del público. El bis, Finale. Vivace, del Trío en re menor Hob. XV:23 es sumamente alegre, rapidito, efusivo una bellísima música que los tres disfrutan con su erupción de notas, mientras el público permanece hipnotizado en sus butacas.
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