España - Cataluña
Nuevo reparto para Ariadna en Naxos
Jorge Binaghi

Esta será una reseña muy corta porque los cambios respecto
al anterior reparto han interesado a los cuatro roles principales mientras que
los otros repetían y no hay motivos para volver a detenerse en su actuación.
Tal vez sí recordar el buen hacer de Josep Fadó (en un papel exiguo, el
oficial) y la promesa del lacayo de David Lagares. De los roles hablados el
único que consta es el único que habla en el libreto de la ópera, el mayordomo
(un buen Maik Solbach).
No he leído el programa, pero aunque lo hubiera hecho no
leo nunca, salvo luego y si me interesa la producción, las sesudas
interpretaciones de los directores de escena, esos aprendices de divos. Me he
ido al libreto de la ópera, y tanto la intervención inicial del mayordomo, como
la final del invitado, y las palabras de la burguesa gentilmujer, como
recordaba, no figuran. Además, se me había pasado por alto que al promediar el
aria de Zerbinetta y hasta la música que anuncia al dios la atención del
espectador se distrae en los preparativos y el parto (ayudado también por el
propietario del palacio), lo que a todas luces es un dislate (más).
En positivo, y aunque no mira casi nunca a los cantantes,
la actuación de Pons y la orquesta me pareció hoy de más enjundia y con más
sonido ‘Strauss’.
El Compositor de Murrihy hizo añorar a su colega del otro
reparto: aquí estuvimos desde el inicio con una voz clara e hiriente que sólo
mejoró a partir de su relato de la obra (ya promediado el prólogo) aunque el
final de acto (prólogo) volvió a demostrar que era mucho para ella. Actuó bien,
eso sí (y siguiendo las indicaciones de la directora de escena tuvo el mérito
de dirigir toda la ópera desde las bambalinas que se ven en el escenario. Lo
raro es que este director de orquesta sólo parece recordar sus funciones cuando
canta alguien porque, por ejemplo, durante el preludio de la ópera estuvo
ocupado en miles de tonterías, como los otros, que además de no dejar
concentrarse en la música iban claramente en contra de la misma).
Pomeroy es en realidad un tenor lírico, pese a su porte
de candidato a heldentenor y todo el tiempo se notó la presión en su voz,
casi nunca totalmente firme, pero al menos arriesgó los agudos más que temibles
con aceptable fortuna, pero debería interrogarse sobre la conveniencia de
seguir en este momento de su carrera (es joven) con esta clase de papeles.
Aunque este tenor-Baco no parecía sufrir la indisposición que el otro día nos
regaló su predecesor en lo mejor de su actuación (o sea cuando no cantaba) se
movió bien aunque el paño blanco en la cabeza pareció mucho menos motivado (si
es que hacía falta).
Blanch parece tener más brillo y más extensión en el agudo
que su colega y, con alguna vacilación (tal vez más imputable al director de
orquesta), hizo una muy buena Zerbinetta. El problema, como en el caso
anterior, es que de momento parece una soubrette, y salvo en el aria, aunque
cumple, el papel no tiene el relieve que debería.
Van Oostrum es una excelente adquisición, incluso superior en su prestación a la de su antecesora, que ya era buena: voz brillante pero con mucho centro y buen grave, excelente extensión y dicción, volumen considerable. Esperemos que se vuelva a contar con ella en próximas temporadas.
El público no agotaba una sala con un tope del 70% de su aforo (sería ya hora de levantar estas limitaciones: con la cultura se llega siempre tarde a todo) y demostró agrado sin demasiado entusiasmo salvo en el aria de Zerbinetta y al final en los saludos también para la intérprete de Ariadna y el maestro Pons.
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