Francia
Para celebrar a Beethoven
Jorge Binaghi

La Opéra Comique ha tenido el valor, que muchos teatros líricos no han
demostrado tener, de homenajear a Beethoven con su única obra lírica, que retocó
hasta cansarse. Decidió estrenar una nueva producción que se verá en otros
lugares de Francia y ha sido ya retransmitida por televisión.
Como por suerte en Francia ya hay permiso para habilitar todo el aforo
(¿para cuándo aquí? Italia acaba de decidirlo, e iban por detrás con sólo el
50% permitido) la bellísima sala estaba repleta y los aplausos durante y sobre
todo al final fueron calurosos.
Diré por qué no estoy de acuerdo, o no totalmente.
En primer lugar, vaya novedad, la puesta en escena. Que no perdió ni
un segundo: o sea, la obertura estuvo ilustrada con los antecedentes de la
historia en un mundo carcelario moderno con golpes y azotes a los prisioneros
en algo que recordaba a una de esas películas carcelarias estadounidenses. No
es que no pueda actualizarse esta obra, justamente (y lamentablemente). Pero
los personajes son lo que son, y en particular el de la protagonista es difícil
de remodelar sin caer en la exageración como sucedió aquí, aunque la intérprete
se dejó la piel y a pesar de todo lo que se le puede reprochar a su canto (agudos cortos,
a veces destemplados, graves inexistentes porque se trata de una soprano lírica
cuyo timbre se ha opacado definitivamente, pero eso no la convierte en una
dramática) hay que felicitarla por su entrega escénica (aunque para mí el
resultado no sea convincente).
La orquesta y el coro son buenos, pero el problema es que el joven
maestro, aclamado, hizo un Beethoven precipitado (el aria de Marzelline o el
dúo de júbilo de los esposos nunca los escuché tan vertiginosos) y ampuloso. En
tales condiciones celebré que no se ejecutara la obertura Leonora nº 3, como es
tradición (ya se sabe, hoy palabra pecaminosa), antes del último cuadro.
El resto de cantantes fue en general bueno. Destacó sobre todo el Florestan de Spyres, que quizá sea la respuesta para este papel tan dificultoso. En efecto, en esa época no existían tenores (ni sopranos) heroicos wagnerianos, pero sí los belcantistas, y entre ellos los famosos baritenores que tan importantes son para Rossini, por ejemplo. Como además la sala tiene dimensiones ideales para su voz (nunca lo he visto mejor que aquí, salvo en Pésaro) fue sencillamente el mejor que he visto nunca ( e incluyo a Vickers y Kaufmann).
Hubiera tenido una seria competidora en la joven Eriksmoen si Marzelline no desapareciera después de la primera parte del acto. La voz y la figura son ideales y por primera vez escuché en concertante y cuarteto más sus agudos que los de la protagonista.
Dohmen está claramente, y no de ahora, en una fase
declinante de su carrera, pero aún puede con Rocco, si se acepta que cante
siempre fuerte (porque los dos intentos de utilizar una media voz fueron prueba
de que mejor es que no lo haga).
Y todos son buenos intérpretes. Bretz tiene una voz muy interesante, pero es lástima que engole de la forma en que lo hace cuando llega al grave. También tiene buena presencia y no es su culpa si el personaje es lo que es y además le regalan textos como el de ofrecerle diversas bebidas alcohólicas a Rocco (si con eso se piensa que se actualiza el texto…). Immler fue un mediocre Don Fernando (la parte es breve, pero expuesta) y Vriedlink tiene una voz más bien oscura, poco adecuada para Jaquino aunque haya cantado bien.
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