Italia
Un nuevo e interesante ballet
Jorge Binaghi

Un estreno muy esperado y demorado más de un año por la
situación creada por el maldito virus. Iba a ser una ópera y terminó siendo una
suerte de ballet contemporáneo con canto solista y coral, y narración
dramática. Sin solución de continuidad, en una hora y cuarto los tres cuadros
narran la historia de la protagonista, Madina, que, manipulada por su tío
Kamzan, se dispone a llevar a cabo un atentado terrorista convertida en bomba
humana, pero a último momento decide vivir. Condenada a veinte años de cárcel
por haber causado la muerte del encargado de retirarle los explosivos del
cuerpo, mientras el tío es torturado y asesinado, es un potentísimo retrato de
uno de los problemas globales contemporáneos con un texto sacado de la novela
que apunto más arriba, obra de la propia autora.
La música es de una fuerza formidable, brutal pero no
imposible de seguir, para nada ‘intelectual’, pero tampoco una narración
realista, sino una abstracción de sentimientos y situaciones, muy actual
(obviamente poco lugar hay aquí para la melodía en su sentido tradicional). Lo
que personalmente no encontré al mismo nivel es la escritura vocal, que
funciona más para las intervenciones (comentarios e interludios) corales
(grabadas en su momento por las mismas razones aludidas al principio) que para
las individuales: si las del tenor Wang son ‘razonables’ aunque algo monótonas,
la aparición de la voz femenina (Capitelli) termina por subrayar
definitivamente la poca capacidad o comprensión de los autores de hoy para
escribir de modo adecuado a una voz lírica. Ambos artistas lo hacen bien, pero
a ella se le exigen cosas no diré imposibles, pero sí de esas que hacen correr
serios riesgos a las cuerdas vocales. La parte recitada tiene un texto bueno
que encontré bien dicho, pero sin mucha participación, por Falco.
Notable la labor de la orquesta de la Scala bajo la
dirección del joven y talentoso Gamba, que frecuenta el repertorio
contemporáneo además del tradicional, y se reveló hábil concertador, capaz de
gran expresividad y al mismo tiempo coordinación con el escenario (no sólo los
cantantes y el narrador, sino el coro y los bailarines).
El cuerpo de baile de la Scala no es un conjunto al que voy a descubrir hoy: fantástico en una coreografía -la de Bigonzetti- que tensa
los cuerpos y los obliga a pasos y posiciones difíciles bajo una luz cegadora y
con proyecciones de video sobre una mampara que los aísla (aunque se juntan
muchas veces, la sensación que prevalece es la del encierro de cada uno dentro
de sí mismo).
Olga y Louis, los parisinos que se esfuerzan por salvar a Madina, están en los pies y cuerpos de Arduino y Starace, notables ambos. El Sultán resulta ideal para Corrado.
De la pareja protagonista no sé bien qué
decir. Es normal que de Bolle se repitan los adjetivos laudatorios. Con más de
45 años (que no representa) y en su primer gran rol como héroe ‘negativo’ está
simplemente glorioso: cada posición, cada salto, cada gesto no son sólo
perfectos y estéticamente superlativos, sino que están al servicio de la
composición de un personaje complejo, aunque pueda parecer de una sola pieza.
Superlativa es asimismo la protagonista de Albano, excelente en sus
sufrimientos físicos y psíquicos, en sus ‘apartes’, y en los ‘dúos’ y escenas
de conjunto. Al final el aplauso tiene mucho de explosión catártica y dura casi
quince minutos. Y es el segundo día con teatro libre de limitaciones y se ve y
se nota.
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