Reportajes
Viardot, Pauline200º aniversario de Pauline Viardot-García, un talento universal
Juan Carlos Tellechea

¿Quién era esa mujer “más bien sobrehumana“ como la evocaba Camille Saint-Saëns tras su muerte? En cualquier caso, un multitalento: Pauline Viardot-García estaba dotada para cantar, tocar el piano y componer. Y está claro que se adelantó a su tiempo. Fue una figura central en la transferencia cultural musical en Europa y defendió los derechos de las mujeres en la industria de la música.
La primera mitad del siglo XIX dio lugar a una larga serie de cantantes femeninas cuyos nombres siguen sonando mágicos: Giuditta Pasta, Wilhelmine Schröder-Devrient, Henriette Sontag, Giulia Grisi, Jenny Lind, Adelina Patti y, por supuesto, Maria Malibrán, la hermana de Pauline García, trece años mayor que ella y toda una leyenda en los escenarios operísticos de aquellos tiempos. Todas ellas se hicieron famosas por sus seductoras voces, su virtuoso canto y su carismática irradiación. Pauline García era más, y quería ser aún más.
Cuento con usted para hacer la revolución en el arte que el pueblo está haciendo en la política, fue el mandato que George Sand, una de las escritoras más influyentes de su tiempo, le dio a la joven música, a la sazón de 17 años en 1848.
La menor de tres vástagos, la polifacética Michelle Ferdinande Pauline García, nació en París el 18 de julio de 1821 en una familia de músicos que había emigrado desde Andalucía. Ambos progenitores eran cantantes; el padre, Manuel del Pópulo García, un aclamado cantante para el que Gioachino Rossini había escrito varios papeles, era también compositor y profesor de canto. La madre, María Joaquina Sitches, era asimismo cantante.
En esta familia García, la música era el aire que se respiraba, recordaba Saint-Saëns, quien dedicaría a Pauline su ópera Samson et Dalila, estrenada en Weimar (Alemania) el 2 de diciembre de 1877. Su hermano, Manuel García, inventor del laringoscopio, se convertiría más tarde en uno de los más importantes profesores de canto del siglo XIX.
Nacida en una compañía de ópera ambulante
El hecho de que Pauline viera la luz en París fue una casualidad, ya que la familia tenía una compañía de ópera ambulante y los niños crecieron en un mundo políglota de las artes. A los dos años, Pauline ya conocía la vida itinerante cuando el clan se trasladaba a Londres. Allí comenzaría la brillante carrera de la hermana de Pauline, María, actuando en El barbero de Sevilla, de Gioachino Rossini, con quien la familia tenía estrechos vínculos personales.
De Londres, los García se trasladaron a Estados Unidos, donde María recibió por matrimonio el nombre de Malibrán. A excepción hecha de la pequeña Pauline, todos los miembros de la familia participaron en el estreno estadounidense de Don Giovanni de Mozart en Nueva York en 1826, cuyo empresario era anciano libretista Lorenzo da Ponte. Pauline debió de acordarse de aquel momento histórico cuando, más tarde, se hizo con el autógrafo de Don Giovanni y lo atesoró como una reliquia.
En fin, la familia recorría Europa, Estados Unidos y México. En éste último país mencionado, Pauline recibiría sus primeras lecciones de piano con el famoso organista mexicano
La temprana muerte de su padre marcó la primera ruptura en la vida de la niña de once años. Las ambiciones iniciales de Pauline eran seguir una carrera como pianista y compositora. Pero cuando su hermana María Malibrán murió en 1836 en un accidente de equitación, la familia tuvo claro que Pauline debía sucederla. Con 17 años comenzaría su carrera vocal. Tenía talento para ello, pero tuvo que resignarse a ser presentada siempre como la hermana de la gran Malibrán, incluso años después. Me causó un gran dolor renunciar al piano, al que me sentía irremediablemente llamada, decía. Pero, al mismo tiempo, Pauline continuaba siendo brillante al piano: tocaba a cuatro manos junto a Clara Schumann.
Las dos músicas mantuvieron una estrecha amistad hasta su vejez -con más de 70 años se llamaban a sí mismas las amigas más antiguas del siglo XIX. A los 18 años, Pauline García ya era conocida como la leona de la ópera italiana. Dentro y fuera del escenario se la puede ver en varios papeles: como cantante, pianista, arreglista y compositora. Debutó en la Ópera de Londres y luego en París en 1839. En más de dos décadas de carrera como cantante, actuó en muchas ciudades europeas, desde Londres hasta San Petersburgo.
Une vie à trois
Estando todavía al principio de su carrera -con 18 años- se casa con
El segundo hombre importante en su vida es el escritor ruso Ivan
La vida con Turguenev
Numerosas fuentes de la época atestiguan la extraordinaria fisonomía de Pauline Viardot, su carisma y sus apasionadas actuaciones. Al mismo tiempo, su figura polarizaba: Para la cantante de ópera, era natural encarnar también papeles masculinos en el escenario y ganar su propio dinero. Su voz tenía un rango inusual de al menos dos octavas y media. Los testigos de aquellos tiempos la describen como contralto.
A diferencia de María, ella no era una belleza, sino más inteligente y más feliz en su planificación de la vida. Pauline Viardot-García se transformaría no solo en una de las cantantes de ópera y de concierto más famosas del siglo XIX, sino que también se haría un nombre como pianista, profesora de música y como refinada anfitriona de las veladas y tertulias del salón cultural en su hotelito del parisino Quartier latin.
En la época las cantantes y las actrices eran consideradas piezas de caza libre y a menudo tenían que comprar sus actuaciones con servicios sexuales. El fenómeno que denuncia hoy el movimiento me too no es nada nuevo. Pauline Viardot se defendía con vehemencia de ese "cortejo". Gracias a su educación, a sus múltiples talentos y a sus conocimientos de idiomas -hablaba y escribía el alemán con la misma fluidez que el español, el francés y el inglés, y también dominaba el ruso y el italiano- alcanzó un estatus social inexpugnable.
Incluso cuando un segundo hombre entró en su vida, el poeta ruso Ivan Turguenev, que se enamoró de ella durante la triunfal primera aparición de Pauline como invitada en San Petersburgo, su reputación no se vio dañada. A partir de ese momento, Turguenev formó una armoniosa comunidad de vida y de creación con los Viardot y sus hijos, que duró hasta 1883, cuando los dos hombres murieron en el mismo año.
Admirada por compositores
Johannes Brahms escribió para Pauline su Rapsodia para contralto. Hector Berlioz describió su voz como una combinación de contralto, mezzosoprano y soprano. Y Saint-Saëns dejó claro en su obituario de Viardot que su voz no correspondía necesariamente al ideal de belleza de la época. Con sus musicalizaciones de poemas en ruso, francés, español, italiano y alemán, la compositora Pauline Viardot-García demostraría que era una cantante tan sensible al igual que una virtuosa pianista.
Impresionado, Robert Schumann anotaba en su diario el 25 de junio de 1838, tras uno de sus recitales en Leipzig:
En el concierto nocturno de Pauline García, yo estaba muerto como una piedra, pero en los primeros minutos de su canto, las lágrimas brotaron de mis ojos a raudales.
La joven cantante era ya una celebridad. Pauline, la hermana de la célebre María Malibrán, tenía una voz que estremecía y emocionaba al público.
¿La primera Isolda de Wagner?
El estatus social de Viardot incluía su riqueza. Sus demandas de honorarios eran notorias. ¡Ne chantez jamais pour rien!, les decía a sus alumnos. Solo tuvo que limitarse en su exilio en Londres durante la guerra franco-prusiana y la Comuna de París de 1870/71, pero rápidamente pudo reactivar la red que había establecido durante sus numerosas actuaciones en Inglaterra e Irlanda hasta 1860. Su hermano Manuel, quien vivía en Londres y era uno de los profesores de canto más cotizados de su época, se encargaba de sus alumnos para que ella misma volviera a dar conciertos a fin de financiar el sustento de la familia.
Cuando no estaban de gira, los Viardot residían en un prestigioso piso urbano en París o en su finca de Courtavenel, en Île-de-France, y más tarde en su villa de Bougival, cerca de Versalles. Dondequiera que estuviera, mantenía una casa abierta, recibiendo y acogiendo a los invitados. Sus conciertos de salón eran famosos y a ellos acudían los compositores César Franck, Ambroise Thomas y Jules Massenet, los pintores Eugène Delacroix, Gustave Doré y Camille Corot, los escritores Théophile Gautier, Gustave Flaubert y Victor Hugo y, por supuesto, la íntima amiga de Pauline, . Con Richard , se dice que interpretó el segundo acto de Tristán prima vista en uno de esas veladas íntimas, cinco años antes de la primera representación.
Su mayor periodo como mediadora entre las artes y las culturas fue de 1863 a 1870, hasta el estallido de la guerra franco-prusiana, en Baden-Baden: en ese momento el lugar de encuentro de la alta sociedad internacional. Aquí también organizó representaciones escénicas y se relacionó con la reina Augusta de Prusia, así como con
Además de su marido, Turguenev, las alumnas y los invitados ilustres, en sus tertulias y conciertos de salón también participaban sus cuatro hijos. Lo que significó crecer en ese entorno es otra historia. En cualquier caso, la relación entre la famosa madre y los dos hijos que hicieron de la música su profesión, Louise y Paul, no quedó exenta de cargas. Incluso una personalidad fuerte como Clara Schumann se sentía a veces abrumada por la inagotable energía y el bullicio de su amiga:
Nunca estoy realmente a gusto con ella, ¡es una inquietud constante! Cada vez que llega una visita o de repente se acuerda de escribir un billete [...] Una vida así no es para mí, no me conviene.
"Quería cantar todo"
La versatilidad también caracterizó la carrera escénica de Viardot. Gracias a su rango vocal de dos octavas y media, las partes de contralto, mezzo y soprano estaban abiertas para ella. Inicialmente brillante en los papeles de coloratura de Rossini, Donizetti y Bellini - especialmente en su Norma - pronto se distinguió también en papeles dramáticos. Con solo 28 años, creó un nuevo tipo de figura materna trágica como Fidès en Le Prophète de Giacomo Meyerbeer. Durante mucho tiempo, Viardot tuvo prácticamente el monopolio de este papel, que Meyerbeer creó para ella y en estrecha colaboración con ella; estaba tan familiarizada con la obra que pudo dirigir tanto los ensayos musicales como los escénicos en el estreno de Londres.
Como Orphée en la versión de Orfeo y Eurídice, que ella ayudó a escribir, contribuyó de forma decisiva al Renacimiento de Christoph Willibald von Gluck. De Giuseppe , tenía en su repertorio la Azucena del Trovador y la Lady Macbeth. Su fama e influencia fueron tan grandes que pudo ayudar a los compositores contemporáneos a lograr un gran avance y devolver a otros, olvidados, a los oídos del público.
En sus conciertos de salón, en los que Viardot se acompañaba a menudo al piano, se dedicó a Monteverdi, Bach, Händel, Beethoven, Schubert, Schumann, Chopin, Brahms y Gounod, a los que había descubierto, así como a contemporáneos rusos. Le gustaba intercalar sus propias obras en sus programas. También deleitaba a su público con canciones folclóricas de la patria española de los García.
Sus propias composiciones de canciones se caracterizan por el ingenio, la agudeza y la variedad; transmiten el temperamento meridional así como la melancolía eslava en estrecha correspondencia con los textos, son extremadamente melódicas, atmosféricamente densas, psicológicamente matizadas, mientras que la imaginativa parte de piano da testimonio de las ambiciones de Viardot como pianista.
El timbre de su voz no siempre ha recibido un aplauso unánime; el éxito de Viardot debió basarse en gran medida en su intensidad expresiva. Al final tuvo que rendir homenaje a su interés, literalmente ilimitado, por la música. A los 42 años, se despidió oficialmente de los escenarios, poniendo fin a su carrera internacional antes de tiempo. Más tarde aconsejaría a un joven colega:
No lo hagas como yo. Quería cantar todo y arruiné mi voz en el proceso.
Pero su vida siguió siendo plena incluso sin una carrera como cantante: Además de sus melodías, Viardot compuso música de cámara y obras escénicas, como la opéra comique Cendrillon y la opereta de salón Le dernier sorcier, realizó transcripciones y arreglos para piano, editó canciones de Franz Schubert en francés, dio clases a un gran número de alumnos y recopiló ejercicios vocales para ellos, tocó a Bach con pasión en su precioso órgano Cavaillé-Coll y mantuvo una extensa correspondencia.
Es una mujercita de setenta años, tan llena de energía; literalmente centellea plena de vida, muestra interés por todo, anotaba en su diario Piotr Chaikovski, quien la visitó en París en 1888.
Cuando Clara Schumann describió a su amiga como la mujer más brillante que he conocido, no la estaba juzgando según los criterios del concepto romántico de genio. Viardot no tuvo que luchar en la agonía por su productividad, todo le resultaba fácil, su "estilo personal" era la versatilidad y la mutabilidad, no aspiraba a la inmortalidad, sino que vivía enteramente el presente, en intercambio directo con su entorno, uniendo el trabajo creativo y el postcreativo; creativo por la pura alegría de vivir y de crear.
Vida después de la muerte
Nunca fue olvidada. George Sand le hizo un monumento literario desde el principio con su novela "Consuelo", y por supuesto también dejó huellas en la obra de Turguenev.
La bibliografía especializada sobre ella, sobre todo por su labor en diversas regiones lingüísticas y culturales, es casi inabarcable y ha recibido un nuevo impulso en los últimos años.
El estudio fundamental en alemán fue publicado en 2016 por Beatrix Borchard en la serie "Compositoras europeas“ que reseñamos la pasada semana.
Melanie Stier recorre importantes períodos de su vida en el volumen Pauline Viardot-Garcia in Großbritannien und Irland (2012).* Klaus-Dieter Fischer, Nicholas Zekulin y Katrin Müller-Höcker han dedicado una amplia monografía a la actividad de Pauline y Turgenev en Weimar y la génesis de la mencionada versión de Berlioz del Ophée de Gluck*, publicada en 2016 en la serie Viardot-García Studien, en la que acaba de publicarse el epistolario entre Pauline y Julius Rietz.*
Ursula Keller y Natalia Sharandak intentan llegar al fondo de la relación entre Turguenev y Pauline Viardot en "Eine aussergewöhnliche Liebe" (Un amor extraordinario, 2019),* mientras que el historiador Orlando Figes en su voluminosa obra The Europeans (2020)^ se dedica a la relación triangular cosmopolita entre el matrimonio Viardot y Turguenev bajo el aspecto de sus viajes en la época de la primera modernidad.
La vida musical posterior de Viardot no es tan buena. Dado que son principalmente intérpretes menos conocidos los que han retomado su obra compositiva, las grabaciones existentes en CD carecen de una resonancia más amplia.
Quizás Cecilia Bartoli podría haber hecho algo al respecto: con el enfoque de "Pauline Viardot-García - El color del tiempo" previsto para el Festival de Pentecostés de Salzburgo 2020, una continuación de los proyectos Malibrán de Bartoli. Pero como ha ocurrido con tantas otras cosas en la vida cultural, también la pandemia lo ha impedido.
Tampoco se ha cumplido otro plazo importante: la finalización de las obras de renovación de la Villa Viardot de Bougival, abandonada durante décadas, en el 200º aniversario de su antiguo ocupante. Al fin y al cabo, este trabajo ya está en marcha. Como una de las artistas más fascinantes e influyentes del siglo XIX, Pauline Viardot merece ser recordada en todos los aspectos de su obra.
Mientras tanto, Breitkopf & Härtel ha publicado en su colección Urtex el primer volumen de la serie dedicada a Viardot, que incluye diecisiete canciones en ruso, alemán e italiano.*
Repertorio y funciones
El repertorio de Pauline Viardot estuvo dominado inicialmente por la ópera italiana. Su papel estrella era Norma, de Vincenzo
Como artista de su época, ve sus papeles como un "espacio lúdico". Gabriel
Su obra se caracteriza por su multilingüismo. Viardot pone música a textos en español, francés, ruso y alemán. También adapta canciones populares serbias y árabes. Los estilos y demarcaciones nacionales son ajenos a Viardot.
Temprana despedida del escenario
Cuando se despedía del escenario de la ópera tenía por delante más de la mitad de su vida. En el verano de 1863, se trasladaba con su marido, sus tres hijos menores y Turguenev a la "capital de veraneo de Europa", Baden-Baden. Allí la distinguida sociedad se reunía con huéspedes internacionales. Los Viardot compraron un chalet en las afueras del balneario de lujo más distinguido de Alemania. Los conciertos y representaciones de sus operetas en la sala de conciertos privada del matrimonio se convierten en el principal atractivo de la vida musical del lugar. Nunca he escuchado una música más poética que la escrita por Mme. Viardot, afirmaba emocionado Ivan Turguenev, quien había adquirido también un predio junto al de Pauline y Louis.
La guerra franco-prusiana en julio de 1870 rompe este idilio y hace que la familia vaya primero a Londres y luego a París en el otoño de 1873, terminado ya el conflicto bélico y al inicio de la Tercera República Francesa. También aquí, Pauline Viardot-García es una solicitada profesora de canto, trabaja como compositora y promueve a jóvenes talentos como Charles
En 1883 y con una diferencia de seis meses entre sí mueren Louis Viardot e Ivan Turguenev. Pauline Viardot decide entonces retirarse. Su juventud había estado llena de éxitos tormentosos; su vejez transcurriría de forma reposada. Veintisiete años después, el 18 de mayo de 1910, Pauline Viardot-García, de 89 años, fallecía por causas naturales mientras dormía en su sillón, casi olvidada por el mundo pero con una feliz sonrisa en los labios.
Notas
1. Melanie Stier, «Pauline Viardot-Garcia in Großbritannien und Irland», (= Viardot-Garcia-Studien, hrsg. von Beatrix Borchard, Bd. 3), Hildesheim: Georg Olms Verlag, 2012, 382 Seiten. ISBN 9783487146980
2. Beatrix Borchard und Miriam Alexandra Wigbers (hrsg.), «Pauline Viardot – Julius Rietz: Der Briefwechsel 1858-1874», (= Viardot-Garcia-Studien, hrsg. von Beatrix Borchard, Bd. 1), Hildesheim: Olms-Verlag, 2021, 663 Seiten, mit Abbildungen und Register. ISBN 978-3-487-15981-2
3. Klaus-Dieter Fischer, Nicholas Zekulin und Katrin Müller-Höcker, «Die Beziehungen Pauline Viardots und Ivan S. Turgenevs zu Weimar/ Pauline Viardots Orpheus-Interpretation in der Berlioz-Fassung von Glucks Orphée», (= Viardot-Garcia-Studien, hrsg. von Beatrix Borchard, Bd. 5), Hildesheim: Georg Olms Verlag, 2016, 338 Seiten mit 7 farbigen und 18 sw-Abb. ISBN 978-3-487-15278-3
4. Ursula Keller und Natalia Sharandak, «Iwan Turgenjew und Pauline Viardot: Eine außergewöhnliche Liebe», Berlin, Insel Verlag GmbH, 2018, 276 Seiten. ISBN 978-3458177692
5. Orlando Figes, «The Europeans», London: Penguin Books, 2020, 464 pages. ISBN 978-0141979434. Traducción al español de María Serrano, «Los europeos», Madrid: Taurus, 2021, 672 páginas. ISBN 978-8430623396
6. Pauline Viardot-García, «Ausgewählte Lieder 1», Miriam-Alexandra Wigberes (Ed), Mainz: Breitkopf & Härtel, 2021, 80 Seiten. ISMN 9790004184776
Comentarios