España - Madrid
La tabernera llega a buen puerto
Germán García Tomás

Despierta, negro dice el personaje de Simpson al comienzo de su famosa romanza de cadencias caribeñas en el segundo acto de una zarzuela grande de ambientación marinera que a las puertas de la Guerra Civil Española surgiría de los versos de un precioso romancillo que el libretista Federico Romero había dejado escrito el año anterior, 1935, y que configuraría el doble hablado sobre música del muchachuelo Abel.
Y es que podemos decir que esta producción de La tabernera del puerto de
, liberándose del diminutivo y denominándose plenamente “Romance marinero” por sus letristas, el fructífero binomio formado por el propio Romero y por Guillermo Fernández-Shaw, tuvo precisamente “la negra”, en femenino, por la serie de circunstancias que la han venido afectando desde 2018, que es cuando Mario Gas tenía previsto verla estrenada sobre las tablas del Teatro de la Zarzuela.La huelga en todas las unidades del INAEM por el miedo a la previsible e inminente fusión del Teatro Real con el coliseo de Jovellanos que al final no se produjo únicamente permitió que se ofreciesen dos funciones de la obra, y el cerrojazo de todos los teatros por la pandemia frustró de nuevo que subiera a escena en la temporada pasada.
Ahora, por fin, tras tres años de espera, la más redonda de las creaciones líricas de Pablo Sorozábal ha podido representarse recuperando los intervalos entre actos pero no sin nuevas amenazas de paros, pues el estreno inicialmente previsto para el 19 de noviembre tuvo que ser pospuesto al día siguiente con la participación del segundo reparto.
Ha querido el coliseo lírico dirigido por
que se hayan ofrecido dos producciones consecutivas firmadas por este director teatral muy vinculado en particular con el título del compositor donostiarra, tan taquillero o más si cabe que Los gavilanes -zarzuela montada por él en octubre en este teatro-, pues su padre, el bajo Manuel Gas, participaría en el estreno madrileño de La tabernera en 1940 dando vida precisamente a Simpson.Con el apoyo de
y Franca en decorado y vestuario, nos plantea una cuidada y detallista puesta en escena mediante una ambientación oscura que favorece al clima de la obra, con dos escenarios claramente diferenciados: para los actos primero y tercero las fachadas de piedra de las casas con sus balcones mirando a la costa, para lo que el vídeo aporta el constante y realista efecto ondulante del mar sobre la escenografía, y en el segundo acto el interior de la taberna de Marola con su concurrida parroquia, con algo más de iluminación.Una flamante producción que compite con la Tabernera que en 2009 diseñara Luis Olmos y que por supuesto supera en medios técnicos a la que los Veranos de la Villa ofrecieron al aire libre en julio de este mismo año en el Centro Cultural Conde Duque.
No sólo por el pertinente uso de la videocreación para crear determinados ambientes, caso de la cinematográfica escena de la tormenta del tercer acto, sino por la sabia combinación de todos los recursos teatrales y la eficaz dirección de actores, que consiguen engrandecer una obra maestra que se mantiene en la memoria del aficionado por la poderosa fuerza de sus emocionantes melodías, su sentido teatral y por la rabiosa vigencia de los temas que atraviesan su trama argumental, como el maltrato contra la mujer y el tráfico de drogas, expuestos en el presente montaje ateniéndose a lo que presenta el libreto y por tanto sin recurrir a lo escabroso.
Debemos estar orgullosos porque no escasean buenos cantantes para defender un título señero de nuestro género lírico, pues este segundo cast estaba llamado a competir en igualdad de condiciones con las voces de los consolidados cantantes del primero, como han sido María José Moreno, Damián del Castillo y Antonio Gandía, que tuvieron que esperar un día a lucirse en el segundo estreno del domingo 21. Porque la juventud desbordante de talento ha llevado la función de estreno a unas altas cotas de expresión lírica y credibilidad teatral.
La jovencísima soprano navarra
A su lado, el Leandro de
es otro exponente de facultades canoras al servicio de la expresión, como atestiguó su romanza “No puede ser”, merecedora de hallarse entre las mejores brindadas en este teatro, pues el grato color de su voz –lo que sin conocerle engancha desde el principio- y su habilidad para un agudo abierto y firme harán de este cantante otro gran acreedor de aclamaciones.El portugués
Rubén
, otro gran artista de este teatro, vuelve a dar una lección de cómo se combina por igual lo vocal con lo actoral en un Simpson de línea muy personal, como demostró en la romanza, recurriendo a medias voces y matices sutiles.La soprano
es una auténtica experta en papeles travestidos. Su Abel posee tanto la insolencia juvenil como el refinamiento de la poesía cantada. Nada más lejos del carácter pueril e infantil en que caen otras creaciones teatrales.es una Antigua de esas que hacen historia, tal es su espontaneidad y descaro en escena, quien encuentra su perfecto alter ego en el áspero y rudo Chinchorro de , un dúo que encumbra el buen teatro hablado, el del disparate y surrealismo que define a estos dos personajes.
es un eficiente Ripalda que muestra una vez más sus grandes dotes como actor. Abel García brindó un correcto Verdier, un personaje al que, curiosamente, también dio vida en 2009.
Las todavía reducidas huestes del coro del teatro lo hacen lo mejor que saben pero con el siempre handicap de las mascarillas en una representación en la que desde el foso regula fuerzas el asturiano
, pues equilibra voces y orquesta buscando y dejando aflorar el detallismo de la rica paleta del donostiarra. Y es que puede resultar previsible, pero logra llevar a buen puerto a esa Tabernera que se encontraba varada en los mares de la incertidumbre y la imprevisión. Por fin navegó, avistó y tocó tierra.
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