Italia
Importante reposición de ‘Macbeth’
Jorge Binaghi

La
inauguración de la Scala es siempre una especie de rito laico. No sólo por la
presencia de ‘vips’ de todos los campos (esta vez la palma se la llevó el
Presidente de la República con sonoros aplausos y pedidos de ‘bis’ a su
entrada) sino por todo el ‘glamour’ que rodea a la representación. También
porque algunas veces el famoso ‘gallinero’ quiere dejar su huella, sea
con razón o sin ella. Esta vez decidió actuar y sus miras fueron la nueva
producción ( y su equipo se llevaron los más sonoros ‘buh’ al saludar
al final) y, oh sorpresa, la Netrebko que hasta ahora había sido su benjamina.
No fueron muchos, pero sí algunos los que abuchearon el final de su aria de
presentación (con suma sangre fría e ironía les agradeció con un vaso de
whisky, que la puesta oportunamente le ofrecía) y también al final. Cuando yo
estuve (tercera función) sólo hubo un percance técnico que impidió el uso de
puentes que subían y bajaban pero nada más, aunque bastó para que se levantaran
algunas voces (de platea sobre todo) culpando al montaje.
Bien… Ahora vayamos a lo que importa. Ciertamente Livermore no es un genio infalible y tal vez tanta inauguración seguida de la Scala haya hartado un poco o dado alas al malhumor de los que se sienten desplazados (o de los que sienten que hay otros desplazados, que no es lo mismo). Por supuesto tiene sus manierismos y creo que en televisión funciona mejor que en teatro, y eso está mal. Como se inspira muchas veces en el cine, con variable fortuna, esta vez reina el universo virtual (¿o real?) de la espesa y artificiosa Inception, ciertamente no la mejor película de Christopher Nolan. Y naturalmente, la tragedia escocesa y su autor lo permiten, no estamos ni en Escocia ni en la Edad Media y estos ‘parvenus’ (en particular la Lady) que consiguen un poder que desean por cualquier medio hacen pensar en patanes más recientes, y se mueven en interiores sofisticados y sofocantes.
Claro que con
eso las brujas hacen agua pese a la coreografía de Ezralow que especialmente en
el gran ballet (se dio la versión realizada para Francia, la segunda, con la
inclusión del arioso de Macbeth moribundo de la primera) tiene algunos puntos a
su favor (entre ellos el de hacer bailar, y muy bien, a
La
dirección musical de
El coro
estuvo estupendo aunque en algunos momentos regateó un tanto ese sonido pleno
esplendoroso que le escuchaba en anteriores temporadas, pero puede tratarse de
una impresión o de un efecto deliberadamente buscado. Lo que sí, interpretaron
sus partes escénicas con gran brío (y ese gran coro que es ‘Patria oppressa’
resultó estremecedor). Los profesores de la orquesta, soberbios.
Como se
sabe el personaje de la Lady es, en todos los sentidos, infernal. De los que
conocemos la obra cada uno tiene o su versión de referencia o su imagen ideal
(yo sigo sin encontrar jamás la negrura salvaje del timbre de Amy Shuard -un
sentido recuerdo para ella- en 1962 y 1964 en el Colón bonaerense; la única vez
que me conquistó otra Lady fue la de Gwyneth Jones en Florencia en 1975).
Netrebko podrá ser entonces ni mi intérprete preferida ni la de otros, pero no
sé sinceramente quién puede hacerlo hoy mejor. Asistí a su debut en el rol en
Múnich; la voz estaba más fresca, pero el grave no era muy poderoso y el dichoso
re bemol con que finaliza su actuación apenas lo tocaba. Hoy la voz es enorme,
el grave si se quiere exagerado, y el color entre los registros no es tan
homogéneo; el agudo sigue siendo luminoso y los filados -gracias a la técnica
sobre todo- están donde y como deben estar (y el re bemol parece no traerle
problemas; hay algún momento en la zona central donde quizá la afinación no sea
perfecta, pero también era el caso -en mucho peor- de alguna ‘gran intérprete’
del pasado que mucho que digamos no cantó el rol en escena; Netrebko sí).
Paradójicamente, la voz que según Verdi no debía ser bella lo sigue siendo aún.
Si además, siendo como es una diva, se aviene a bailar frenéticamente antes de
su espeluznante dúo ‘Ora di morte e di vendetta’ que concluye el tercer acto,
no sé dónde vamos a encontrar hoy una mejor.
Si
consideramos sólo el aspecto vocal el canto más resplandeciente fue el de
Ayón
Extraordinaria
la dama de Isotton, asimismo en una carrera en la que ya aborda roles
protagonistas, pero aquí sus firmes ‘do’ en los concertantes fueron notables.
El joven
Los demás, correctos. Público desbordante de asistencia y entusiasmo.
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