España - Madrid
Ómicron en la buhardilla
Germán García Tomás

La bohème, el clásico operístico por antonomasia en fechas navideñas, ha regresado al Teatro Real en la popular producción firmada por
para las óperas de Londres y Chicago que el coliseo de la Plaza de Oriente ya ofreció en fechas casi idénticas entre diciembre de 2017 y enero de 2018, y que a este paso se va a convertir en un clásico en sí mismo.Un clásico cimentado en el que es quizá uno de sus mayores atractivos, la escenografía del segundo acto debida a
, que recrea con enorme realismo no exento de refinamiento las galerías comerciales del barrio latino de París, el interior del Café Momus y el enmarque entre faroles de la travesía por la que desfilan el tambor mayor, el batallón de zapadores y la banda militar.Todo un cuadro preciosista y cuidado al detalle de algarabía, desenfado y movimiento sin cese que contrasta con la sobriedad y la rectilínea simetría de la buhardilla en los actos primero y cuarto y el clima invernal de la Barrière d’Enfer en el tercero.
Una vez más, asistimos a cómo los distintos escenarios se almacenan entre la tramoya, otra de las esencias de este montaje que tuvimos oportunidad de reseñar hace cuatro años. En todo caso, un gran ejercicio de malabarismo escenográfico que el Real ha superado con nota alta.
La recta final, una carrera de obstáculos
Lo que ha sido bastante más discutible en esta reposición del clásico de Puccini ha sido cómo se ha gestionado la recta final de las funciones. Según pudimos conocer los medios de comunicación, se habían producido varios contagios por coronavirus a finales de diciembre en el primer reparto (con Ermonela
y Michael en los papeles protagónicos), lo que obligó a cancelar la función del domingo 2 de enero. Pese a peligrar, se mantuvieron las dos últimas representaciones del 3 y 4 de enero.La del lunes 3 tuvo un cambio notable en las voces principales, hasta el punto de diseñarse una especie de tercer elenco alternativo:
(Mimì), Francesco (Rodolfo), (Marcello) y (Schaunard), en el que también participaban algunas de las voces del segundo, como los españoles Raquel en Musetta o como Benoit, así como el estadounidense Solomon en Colline.Para la función del martes 4 se contó finalmente con Michael Fabiano en el Rodolfo pero no con Ermonela Jaho, pues Ailyn Pérez volvió a cantar la Mimì y el resto era de nuevo una combinación de primer, segundo y tercer repartos: Javier Franco, Gabriel Bermúdez,
(el Benoit del primero), Krzysztof (el Colline del primero) y de nuevo la imbatible Raquel Lojendio.Por si fuera poco, en la función del día 29 de diciembre, adjudicada en origen al primer cast, el segundo había cantado los roles principales, excepto Joan
Siguiendo con el análisis y los datos del affaire bohème, en el cribado realizado el día 3 por la mañana, los positivos ascendían a 25 personas de un total aproximado de 450 (trabajadores del Real y artistas, incluyendo el Coro Titular del Teatro y el elenco). Aseguran que los cribados son "constantes" y que, una vez se ha detectado un positivo, "se ha aislado inmediatamente a cada persona. Luego, antes de incorporarse de nuevo al Teatro, se les ha hecho un nuevo test".
La sección sindical de CGT en el Teatro Real trasladó a El Confidencial que comenzaron a detectar contagios en el coro, orquesta y área técnica el día 22 de diciembre. Cifran de 12 los positivos en el coro aquel día y aseguran que el número acumulado desde entonces asciende a 50, algunos recuperados y reincorporados. Sin embargo, toman estas cifras con cautela porque no se derivan de los cribados oficiales, a los que no tienen acceso. Según manifiestan a la mencionada cabecera digital, ante la falta de comunicación del Real por "el aumento acelerado de contagios" se pusieron en contacto con la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid el día 24 de diciembre para dar cuenta de la situación. La respuesta llegó tras insistir el día 27, cuando el organismo les comunicó que el teatro madrileño ya había notificado los contagios a las autoridades.
En esta controversia cada cual que saque sus propias conclusiones. Hay terreno abonado para periodismo de investigación.
El triunfo de Musetta y Alcindoro
Hablábamos de la soprano Raquel Lojendio, una estupenda y competente cantante que ha bordado el papel de Musetta, dotándole de descaro escénico y finura canora a partes iguales, consiguiendo una presencia de gran realismo, especialmente en el cuarto acto, donde se revela toda la grandeza del personaje, y que la canaria dignifica por medio de su homogéneo instrumento y firme musicalidad.
Pues bien, resulta curioso que ella y el cantante que daba vida al personaje de Alcindoro, el también magnífico barítono Roberto
En lo que respecta a la función que tuvimos ocasión de presenciar, la del 27 de diciembre, el personaje masculino se enfrentaba a una nueva sustitución, pues Andeka tuvo que cancelar su presencia en el montaje desde el mismo estreno del segundo reparto (13 de diciembre) y ser sustituido desde entonces por . Este cantante posee unos adecuados medios de tenor lírico para defender el personaje, pues dota de volumen al agudo y posee un interesante centro, pero escasea en fantasía, forzando en ocasiones la expresión, un cantante que se acerca en estilo y timbre canoro a un Roberto Alagna.
La Mimì de Eleonora
, una de sus creaciones de cabecera, es un dechado de intimismo y equilibrio expresivo, pues su canto, plenamente imaginativo, se adapta con inteligencia musical a cada situación escénica, brindando una composición de la costurera con gran variedad de matices y un dramatismo que explosiona en el tercer acto, conduciendo a su personaje con adecuación teatral a su trágico fin.El sólido Marcello de Andrzej
está muy bien cantado y es eficiente en escena, mientras que la gran proyección vocal destaca en el Schaunard de y la robustez en el Colline de Howard, logrando provocar el aplauso en su aria “Vecchia zimarra”. Pablo García López cumple con rigor su recreación del ridículo Benoit.El coro de niños de la JORCAM que dirige Ana González se lo pasa en grande y entona con afinación y muchas ganas en la escena de masas.
Desde el foso el experimentado Nicola Luisotti, gran maestro concertador, convoca una colorida paleta de color, evidenciando un gusto acusado por los grandes volúmenes orquestales para subrayar ese clímax dramático o aquel trazo de expansión lírica, pues hace competir en más de una ocasión a los metales con las voces. La continuidad del caudal sinfónico pucciniano nunca se ve interrumpida a lo largo de las cuatro instantáneas.
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