Discos

Raíces espectrales de la saturación

Paco Yáñez
lunes, 31 de enero de 2022
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Fausto Romitelli: Domeniche alla periferia dell'impero. Gérard Grisey: Talea. Yann Robin: Fterà II. Tristan Murail: Treize couleurs du soleil couchant. Franck Bedrossian: The Spider as an Artist. Ensemble Multilatérale. Léo Warynski, director. François Eckert, ingeniero de sonido. Un CD DDD de 59:53 minutos de duración grabado en el Auditorium du Conservatoire Edgar Varèse de Gennevilliers (Francia), los días 9, 10 y 11 de junio de 2019. l'empreinte digitale ED13260.
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Aunque los principales representantes de la musique saturée francesa llevan tiempo hablando de que esta escuela, como tal, quizás ya forme parte de la historia, no dejamos de recibir muestras de lo que fueron algunos de sus momentos de mayor intensidad, como la del último monográfico de Raphaël Cendo en l'empreinte digitale (realmente impactante y torrencial) o esta nueva edición del sello galo que, bajo el título J'ouïs, nos presenta un conjunto de partituras de onda pre o saturacionista en las interpretaciones de una de sus agrupaciones de referencia, el Ensemble Multilatérale.

Uno de los aspectos más interesantes de este compacto es cómo vincula la música saturada con el espectralismo: una de las corrientes que ha nutrido, incluso, a los saturados más extremos, y que quizás se encuentre en el horizonte de la vuelta a la armonía de compositores como el propio Raphaël Cendo o Franck Bedrossian, a quien escuchamos en un disco que abre y cierra el compositor italiano Fausto Romitelli (Gorizia, 1963 - Milán, 2004), mostrándonos su lado más evanescente y espectral, por medio de los dos domingos que conforman el díptico Domeniche alla periferia dell'impero; respectivamente, Prima domenica (1996-97) y Seconda domenica: Omaggio a Gérard Grisey (2000). Ambas partes están escritas para cuarteto de flauta, clarinete, violín y violonchelo, si bien tratados con una amplitud en sus juegos de armónicos que pensaremos estar escuchando una plantilla de mayor tamaño. Asimismo, esos domingos a los que se refiere el título de la partitura se hacen en la primera entrega del ciclo pesados y autorrecurrentes, con una vuelta sobre sí mismos de los materiales y de los constructos rítmicos que convierten la partitura en una salmodia. En el segundo domingo se entremezclan sonoridades análogas, convertidas en fantasmagorías y lacerantes pizzicati del violonchelo que parecen los golpeos de la propia muerte, remarcando el carácter elegíaco de la partitura. Las sonoridades de apariencia vocal refuerzan las evocaciones del canto fúnebre, la inminencia de una muerte que, tristemente, al estrenarse este díptico ya no andaba lejos del propio Romitelli.

El segundo compositor presente en esta recopilación (homenajeado, como acabamos de ver, por Fausto Romitelli) es uno de los clásicos franceses de la contemporaneidad, así como, quizás, la figura clave del espectralismo francés: Gérard Grisey (Belfort, 1946 - París, 1998). De Grisey escuchamos una pieza icónica dentro de su catálogo, Talea (1985-86), un quinteto de flauta, clarinete, piano, violín y violonchelo del que disponíamos de una muy buena versión en disco compacto, grabada aún en vida de Grisey, a cargo del ensemble recherche de Friburgo bajo la dirección de Kwamé Ryan (Accord, 1996). La que ahora nos ofrece el Multilatérale es mucho más directa, agresiva y vertiginosa, a pesar de que es sólo veintitrés segundos más rápida que la del recherche (16:38 minutos, del recherche, por 16:15, del Multilatérale); si bien esa duración se reparte de un modo muy diferente, pues los ataques instrumentales son más concisos en manos del director del Multilatérale, Léo Warynski, dejando, por tanto, unos márgenes de resonancia mayores; mientras que en la versión conducida por Kwamé Ryan hay una mayor pausa, claridad y definición de unas capas instrumentales que en esta nueva lectura se transforman en auténticos relámpagos acústicos. Quizás en cuanto a equilibrio y cercanía al estilo del propio Grisey me siga quedando con la versión de Accord, en la que se percibe el nuevo rumbo, más rugoso y extendido, de Gérard Grisey: horizonte que en la versión del recherche se intuye en la distancia, mientras que el Multilatérale nos la presenta como un hecho consumado, siendo así que, con esta lectura de Talea, no quedaría duda de la presencia de Grisey entre los pilares y las fuentes nutricias de la musique saturée. Desde los hallazgos tímbricos y la extrema tensión de esta última escuela es, por tanto, cómo se ha revisitado aquí Talea, quizás no del modo más griseyniano (si me permiten el neologismo), pero con una energía digna de (re)conocer.

Como Gérard Grisey, otra de las figuras fundamentales del espectralismo es el también francés Tristan Murail (El Havre, 1947), de quien escuchamos Treize couleurs du soleil couchant (1978), con la misma plantilla que Talea: flauta, clarinete, piano, violín y violonchelo. La versión de Multilatérale me ha parecido impresionante, con una gran fuerza, acerando los espectros armónicos hasta las fricciones y los rascados, lo que le confiere mayor expresividad. Por otra parte, el despliegue cromático es de una enorme belleza, haciendo resplandecer esos colores que nos sugiere el título de la partitura con fulgor e innumerables matices, ya en lo más grave y denso, ya en lo agudo y ligero, con una paleta intermedia muy marcada por las resonancias. Éstas se encuentran entre lo mejor de la lectura dirigida por Léo Warynski, que con los 12:56 minutos a los que lleva esta versión deja respirar timbres y reverberaciones para que los empastes y el esfumado confieran al Multilatérale un sonido legítimamente plástico, en lo que parece todo un ejercicio de pintura musical. Deliciosa página e interpretación, con un punto de ingrávida e intemporal belleza.

Pasando a los compositores más propiamente saturacionistas, en primer lugar, nos encontramos a Yann Robin (Courbevoie, 1974), con Fterà II (2016), trío para clarinete bajo, piano y violonchelo que supone un paso más en su exploración de los instrumentos graves y sus resonancias, así como de las fricciones extendidas en los de cuerda. Por tanto, como en otras de sus piezas, como la serie Art of Metal (2007-08), estamos ante un trío muy contundente que no deja de conquistar direccionalidades y densidades rítmicas, con una intensidad sin respiro. Entre una profusa exploración de histriónicos registros graves y de densísimas texturas, Fterà II recorre todo un espectro armónico que, de nuevo, pone el saturacionismo de Yann Robin en perspectiva con los compositores antes escuchados, por lo que del contraste derivamos interesantes vínculos y conclusiones. La lectura del Multilatérale: apabullante.

Concluimos este recorrido entre lo espectral y lo saturado con quien es, en mi opinión, uno de compositores más importantes del presente, Franck Bedrossian (París, 1971), de quien escuchamos su potentísima partitura para violonchelo solo The Spider as an Artist (2014), obra nuevamente basada en un poema (homónimo) de Emily Dickinson: inspiración tan recurrente para Bedrossian en los últimos años, como muestra su ciclo coetáneo para soprano y ensemble Epigram (2010-18). The Spider as an Artist es deudora de Helmut Lachenmann en su exploración de las técnicas extendidas y de las interioridades tímbricas del instrumento; destacadamente en Pression (1969). Casi de un modo programático con respecto al poema de Emily Dickinson que da título a The Spider as an Artist, parte de su sonido se teje desde una aguja de calcetar emplazada bajo la tercera cuerda del violonchelo, que al ser golpeada en su cabeza produce una resonancia en las cuerdas de gran belleza, que se extiende por todo el instrumento, haciéndolo vibrar cual una tela de araña.

Previa a la inserción de la aguja de calcetar, es la exploración del espacio comprendido entre el puente, el diapasón, la caja y las cuerdas del instrumento, en el que el chelista del Multilatérale, Pablo Tognan, va rozando y golpeando sus superficies con distintos grados de energía, desvelando las cualidades acústicas de los materiales. Ello se combina con otros pasajes en los que el uso del arco es más convencional, así como con una pulsión vibrátil de las cuerdas sobre el diapasón, redondeando una versión soberbia a la altura de lo que en su día escuché en directo a la violonchelista que trabajó con Franck Bedrossian en la creación de The Spider as an Artist, Séverine Ballon.

Por lo que a la edición se refiere, la grabación es estupenda en cuanto a calidad de sonido, así como muy bello el libreto; en especial, las fotografías de Pierre Gondard y Catherine Peillon. El ensayo de Yannick Haenel sobre estas partituras resulta de lo más personal y libre, aunque como lectura informativa y musicológica deje mucho que desear. Biografías de cada uno de los compositores, así como de los intérpretes, completan un disco muy interesante y disfrutable, que nos hará comprenden un poco mejor esas rutas estilísticas que han ido dibujando el mapa de la música actual.

 Este disco ha sido enviado para su recensión por l'empreinte digitale.

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