España - Galicia
Mucho ruido y pocas nueces
Maruxa Baliñas
Es inevitable al ver a cada uno de estos directores que van viniendo, preguntarse si acaso será alguno de los candidatos al puesto de nuevo titular de la Sinfónica de Galicia, lo que hace que -yo por lo menos- sea más exigente con ellos. Y desde este punto de vista Kerem Hasan (Londres, 1992) me ha parecido un director decepcionante. Es joven, pero no creo que con la edad adquiera la expresividad u hondura emocional que ahora le falta.
Su interpretación de la Suite que James Conlon realizó sobre temas de Lady Macbeth von Mzensk de Shostakóvich fue decepcionante, ciertamente ruidosa y animada, pero falta de sentido dramático e incluso melódico. Y eso que el arreglo de Conlon me pareció interesante, tanto en el modo de organizar los números (empezar por la conclusión y luego volver al comienzo y desarrollar cronológicamente la historia, pero siempre con el peso del drama final presente) como en la orquestación, que respeta los valores de la de Shostakóvich pero permitiendo el lucimiento de una orquesta muy amplia y de escenario, no de foso.
En cambio la interpretación de Tropos (2007, revisión 2013) del compositor gallego Fernando Buide fue limpia, y mucho más cuidada de lo que suele ser habitual en los directores que se enfrentan a una obra contemporánea que probablemente no tendrán ocasión de volver a dirigir. Tropos es además una obra agradable que permite el lucimiento de la orquesta, tanto en los pequeños solos de la primera parte como en la parte final, con un clímax orquestal bien calculado, de modo que fue un buen inicio del concierto.
El mayor problema de la velada estuvo sin duda en el Concierto para violonchelo en si menor op. 104 de Dvorák. El violonchelista Edgar Moreau (París, 1994) planteó una versión de la obra que no conseguió que me implicara realmente en lo que escuchaba. Como ya comenté en alguna ocasión, muchas de estas nuevas figuras de la interpretación tienen una técnica envidiable y un conocimiento de las tradiciones de su instrumento (han tenido acceso a un número enorme de grabaciones) que les dan un gran bagaje sonoro aparente, pero les falta personalidad, reflexión, tener algo que decir, decirlo y trasmitirlo.
Con Moreau, en un Concierto tan maravilloso como es el de Dvorák, hubo mucho ambiente sonoro, pero sólo en algunos momentos -pocos- llegó a impresionar emocionalmente y 'malgastó' muchas bellas melodías. En algunos momentos me recordó a Sheku Kanneh-Mason, puesto que también Moreau pertenece a una familia donde se concentran varios hermanos músicos, bien dirigidos desde la infancia por sus padres y entorno, que hacen una música muy 'decorativa', pero donde no acaba de sentirse la personalidad o el individualismo.
Claro que tampoco fue fácil escuchar a Moreau, porque Hasan tenía muy claro qué quería hacer en Dvorák y el 'pequeño detalle' de que no coincidiera con lo que planteaba Moreau no le afectó en absoluto. En muchos momentos parecían sonar dos obras distintas, superpuestas y no muy bien llevadas. La orquesta aplastaba a Moreau, quien no tiene un sonido muy potente (tampoco el Palacio de la Ópera tiene una acústica que ayude) y además no se preocupó de hacerse oír, aunque sólo fuera en las partes de lucimiento que le proporciona Dvorák.
En resumen, un concierto fallido, que no respondió a las expectativas que había creado el interesante programa. Un director de orquesta a olvidar y un solista que merece otra oportunidad, pero en un repertorio bien distinto, donde pueda explotar cuestiones tímbricas y sonoras pero que no tenga grandes aspiraciones expresivas.
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