España - Andalucía
Rigoletto, de Huelva o de Málaga, sigue siendo andaluz
José Amador Morales

Veinte años después ha regresado el Rigoletto de Verdi al Teatro Cervantes de Málaga, en aquella ocasión con el protagonismo indiscutible del extraordinario barítono malagueño
que regalaba a su tierra uno de los papeles cumbre para cualquier cantante de su cuerda, habiéndolo debutado poco antes. Ahora otro andaluz, el onubense ha sido el encargado de encarnar al jorobado verdiano precisamente en la misma producción que se viera entonces.Se trata de la aplaudida propuesta que
Con ella brilló especialmente el protagonismo de un Juan Jesús Rodríguez que demostró tener una voz con un timbre y un potencial ideal para el repertorio de barítono verdiano (ya lo demostró en este mismo escenario con un impecable ‘Germont’ en La traviata de 2018). En esta ocasión fue de menos a más, encontrándose notablemente más cómodo en los pasajes que requieren una mayor proyección y arrojo vocal (“Pari siamo!”, “Cortigiani vil raza!”, “Si!, vendetta, tremenda vendetta!”) que en los más íntimos y contenidos (“Deh non parlare al misero”, “Ah, veglia oh donna questo fiore”…) donde acusó cierta fatiga y pasajeros engolamientos. Pero el éxito fue enorme y un público puesto en pie lo rubricó justamente.
A su lado Sabina
compuso una Gilda de técnica impoluta y timbre tal vez un punto maternal, a la que dotó con su habitual musicalidad y naturalidad sobre el escenario.Esto último brilló por su ausencia en la actuación de Alexey
cuyo sosísimo Duque de Mantua, ciertamente de materia prima homogénea aunque en exceso ligera, no supo o no pudo poner al servicio de un fraseo verdiano o al menos mínimamente idiomático y de una caracterización más interesante. Con su extraño y antimusical adorno al final de “La donna è mobile”, con el que ascendió al sobreagudo por encima del canónico do – aquí relativamente – de pecho, el tenor ruso volvió a poner de manifiesto que en el mundo de la ópera no todo son agudos relativamente aseados.Fraseo elegante siempre tuvo
y lo demostró con un Sparafucile al que recreó con una interesante dignidad, aunque su mermado instrumento ha perdido demasiada proyección y su registro grave fue por momentos inaudible.Junto a él, Maddalena fue una
de gran homogeneidad tímbrica y acertada sensualidad.Muy bien el resto de cantantes, destacando el imponente Monterone de
El Coro de Ópera de Málaga, homogéneo y flexible a un tiempo, firmó su mejor actuación de la temporada, demostrando estar en un estado de forma inmejorable de cara a sus próximas e importantes citas (Requiem de Verdi en abril e Il trovatore en mayo).
Por su parte,
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