Alemania
Un drama familiar intemporal y no local
Juan Carlos Tellechea
Al comienzo, el Volga domina la escena de la ópera Katia Kabanova, de Leoš Janáček, en esta sobresaliente puesta de Tatjana Gürbaca con dirección musical del maestro Axel Kober, estrenada este sábado en el Teatro de Duisburgo, de la Deutsche Oper am Rhein.
El río fluye manso detrás de los grandes ventanales que miran hacia la profunda lejanía. La escenografía (Henrik Ahr), con paneles de madera, semeja una gran caja o el vestíbulo de un moderno edificio.
Pronto la rampa se convierte en un lugar de confinamiento y la perspectiva hacia el fondo sugiere la desesperanza y la falta de perspectivas.
El Volga se hace cada vez más invisible hasta desaparecer a lo largo de las casi dos horas de función; las grandes ventanas no permiten ver más el hermoso paisaje en esta coproducción con el Grand Théâtre de Genève.
Durante el monólogo de Katia Kabanova (excelente, la soprano Sylvia Hamvasi) en el tercer acto, poco antes de su suicidio en el río, Gürbaca muestra a una familia cuyos actos, siempre los mismos, se vuelven compulsivos, repetitivos, como una cinta sinfín.
Es posible que de antemano se hable mucho de amor, tanto del profesado por el marido, como el de la madre. Pero este sentimiento ha degenerado en una frase remachada y no encaja más en este universo. Sería demasiado fácil culpar de ello a las anticuadas convenciones sociales del lugar, como insinúa la presente producción.
Ambientada en Rusia, la historia del adulterio en una sociedad pequeñoburguesa amenaza rápidamente con convertirse en una obra de género folclórico del siglo XIX. Sobre todo, porque la dramaturgia musical de Leoš
Sin embargo, Tatjana
La pieza es inobjetable incluso en estos tiempos de guerra; nada de visiones románticas. Todo lo contrario. Lo que se retrata en este espacio escénico es ante todo un drama familiar intemporal y no local.
Las criadas, Glasha (Ekaterina Aleksandrova) y Feklusa (Luiza Bardan), podrían ser también las hermanas menores de Tichon (muy expresivo, el tenor Matthias Klink), el torpe y desgarrado marido de Katia, que no logra emanciparse de su autoritaria madre. El conformista Tichon no se rebela y se somete una y otra vez a su dominante progenitora.
El amante, Boris (muy bien, el tenor Daniel Frank), no resulta ser una alternativa para ser tomada en serio. ¡Lástima! Para la régie ni siquiera es merecedor de un buen vestuario (Barbara Drosihn). Pese a que Frank canta con mucha pulcritud y seguridad en la cima de su voz, Gürbaca lo degrada a un hombre sin cualidades, vestido con ropa cotidiana. Al igual que el maestro Kudriash (muy bien también, el tenor Cornel Frey), Boris se convierte en el dandi de la familia y aparece más como un entrometido y no como un innovador.
Sylvia Anna Harvey), la niña bajo tutela en la casa de los Kabanov.
Varvara convence a Katia para que mantenga una aventura con Boris y, a cambio, le pide prestada la llave de la puerta del jardín (esto es, la libertad temporal). Ella, a su vez, inicia una aventura con Kudriash y al final abandona la familia por sus propios medios (en esta puesta sin su amante, quien al igual que Boris es intercambiable).
El suicidio de Katia en el Volga es una unión con la naturaleza en el cosmos naturista de Janáček, pero Tatjana Gürbaca deja grandes dudas sobre si esta es una solución; al Volga ya no se lo ve más aquí y Katia salta a la oscuridad.
El coro entre bambalinas, que Janáček utiliza como medio de expresión acústica para el río (que entona aquí, muy bien preparado por Gerhard Michalski, un sonido excepcionalmente bello), debe ser ocultado e ignorado por la régie, por supuesto, que trabaja con grandes imágenes simbólicas, así como la miniaturización musical de Janáček, que se basa en rápidos cambios de imagen.
Desde el foso, la Filarmónica de Duisburgo, bajo la dirección de Axel Kober, realiza una labor fantástica y equilibrada. Los cantantes se sienten muy a gusto con el colectivo musical. El sonido es moderadamente áspero. La música está situada en la época moderna, se aleja del romanticismo tardío, y el maestro ubica a la orquesta con precisión en el estilo apropiado.
La platea ovacionó efusiva y merecidamente, durante prolongados minutos y varias aperturas y cierres de telón, la extraordinaria puesta de Tatjana Gürbaca, así como la ejecución de la Filarmónica de Duisburgo, bajo la batuta de
Al término de la representación, el intendente general de la Deutsche Oper am Rhein, profesor Christoph Meyer subió al escenario para condenar la violación del derecho internacional perpetrada por Rusia con esta guerra de agresión contra Ucrania y expresar su solidaridad con el pueblo ucraniano.
Meyer subrayó que esta casa da empleo a 550 trabajadores procedentes de unos 40 países, entre ellos también de Rusia y Ucrania. Concretamente, en esta producción actúan juntos artistas rusos y ucranianos que están muy preocupados y consternados por este conflicto bélico, así como por la situación de sus familias, dijo el director general.
En las semanas previas al estreno, la Deutsche Oper am Rhein se vio muy afectada también por las infecciones de coronavirus (el estreno de Orfeo en los infiernos, de Jacques Offenbach, tuvo que ser aplazado varias veces), lo que sin duda tuvo también consecuencias indirectas para esta producción.
La Deutsche Oper am Rhein canceló asimismo el estreno de Andrea Chénier, de Umberto Giordano, con puesta en escena de Dmitry Bertman, director artístico de la Ópera Helikon de Moscú, expresó pocos días antes la sección de prensa de esta ópera en un comunicado a los medios de información social.
Los ensayos con
"Lamento profundamente esta cancelación, pero no hay alternativa ante la situación actual“, expresó el intendente general de la Deutsche Oper am Rhein, agregando que
Me gustaría subrayar expresamente que no va dirigida contra el artista Dmitry Bertman. Más bien, estamos dejando en suspenso la cooperación con una institución cultural oficial del Estado ruso que está inseparablemente ligada a su nombre. Es imposible, en vista de esta violación del derecho internacional, y por solidaridad con Ucrania y con las víctimas de esta guerra, una cooperación artística que encuentre su expresión simbólica a nivel institucional.
La Deutsche Oper am Rhein defiende la coexistencia pacífica productiva y la cooperación artística entre las personas, independientemente de su género, color de piel, religión o, incluso, origen nacional. Este principio seguirá dando forma a nuestro trabajo artístico, con el que queremos contribuir al diálogo pacífico y al intercambio cultural más allá de las fronteras.
La Deutsche Oper am Rhein anunciará próximamente un programa de sustitución para las fechas de representación canceladas de la ópera Andrea Chénier, anunció la sección de prensa de esta institución cultural.
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