España - Cataluña
Simpático y funcional ... para otro tipo de teatro
Jorge Binaghi
Como se decía en la anterior reseña de este miniciclo, este título subió en plena pandemia hace menos de dos años, y personalmente creo que ni entonces ni ahora se justificó. Una obra famosa y querida en un teatro como este sólo puede tener sentido, desde mi escasamente compartido punto de vista (y si no, ahí hay ‘bohèmes’, ‘traviatas’, ‘barberos’ y un largo etc. de títulos populares para demostrarlo), si realmente se proponen -dentro de lo posible- con todos los recaudos para que tengan sentido.
Y aquí de nuevo, lo único de gran relieve, pese a los tiempos casi precipitados, fue la dirección de Minkowski y secundariamente la excelente respuesta de la orquesta. También intervino en esta ocasión, bien, el coro del Teatro.
El espectáculo tenia exactamente los mismos elementos y características que los comentados ya en Las bodas de Figaro por lo que no me reiteraré. Simpático y funcional, es para otro tipo de teatro y no para el Liceu.
De los cantantes repetían dos. Gleadow que de
nuevo fue un remolino de acción (demasiado por momentos) y de todo tipo de
recursos conocidos para provocar la risa. Fue aquí donde el director de escena
decidió desvestirlo. La primera vez, para cantar ‘Madamina’ con el catálogo
escrito en el cuerpo (y Elvira asomada a sus posaderas, que luego exhibió), lo
que fue original y estuvo bien. Las siguientes, con cambio de ropa interior,
fueron francamente inútiles y no sirvieron para mejorar un rendimiento vocal
correcto pero modesto, aunque a lo mejor sirvieron para distraer al respetable.
El protagonista de Duhamel me desconcertó. Lo
había escuchado hace tiempo y esperaba mucho más; no sólo no tiene el físico
ideal para la parte sino que sonó más de una vez engolado (y la primera estrofa
de la serenata fue pura rutina, mejor ‘Finch’han dal vino’) y eligió hacer un
Don Giovanni jactancioso y superficial.
Nunca había visto al mismo cantante doblar el
Comendador y Masetto (por la buena razón de que en principio el primero es un bajo
y el segundo un barítono, pero ya en los estrenos de Viena y Praga sucedía;
supongo que más que una cuestión filológica se trató de una de ‘economía’).
Rosen estuvo brillante en Masetto e hizo un esfuerzo como Comendador.
Venditelli es una actriz consumada pero su
voz suena áspera, lo que a veces (pero no siempre) para Elvira está bien. Como
se hizo la versión de Praga no se escucharon ni las arias ‘Dalla sua pace’
(tenor, primer acto) ni ‘Mi tradì’ (Elvira, segundo), ni el dúo ‘Per queste tue
manine’ (que por lo general se corta siempre). Sobre el discutido final sí se
eligió la ‘moraleja’ posterior a la muerte del protagonista.
En cualquier caso vistas las cualidades
canoras y artísticas de Henric fue una lástima escucharle sólo una muy buena
versión de ‘Il mio tesoro’, vocalmente lo mejor de la noche. Por cierto que Le
Saux -la otra que repetía- estuvo mucho más feliz como Zerlina que la noche
anterior como Marcellina (otra ‘aproximación’ que me parece impropia desde todo
punto de vista) sin superar la corrección tan profesional como anónima.
La Doña Ana de Duran parecía tener dos voces,
a veces un torrente (generalmente en los recitativos o en la primera escena), a
veces un hilo (cuando tenía que realizar agilidades o emitir agudos en
pianísimo, que pasaron todos sin pena ni gloria, al punto de que me interesó
-algo- más ‘Or sai che l’onore’ pese a un agudo intercalado que habría sido más
prudente omitir, que el gran rondó ‘Non mi dir’, bastante calante y, faltaba
más, sin trino).
Por supuesto, el teatro estaba lleno y el
público aplaudió como se esperaba de él (y, para variar, en el medio de
‘Madamina’: ya que es tan famosa podrían sabérsela).
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