Alemania
Mozart y Piazzolla
Juan Carlos Tellechea
El célebre Schumann Quartett y el gran compositor y bandoneonista Marcelo Nisinman se han unido en Düsseldorf para ofrecer temas de Astor Piazzolla, Carlos Gardel, Pedro Datta y del propio Nisinman en una magnífica velada organizada por la Robert-Schumann-Saal, de Düsseldorf.
La primera mitad del programa, exclusivamente a cargo del Schumann Quartett, estuvo dedicada al Cuarteto nº 17 de Wolfgang Amadé Mozart; la segunda parte, fue consagrada por estos cuatro músicos, conjuntamente con el “fueye“ del maestro Nisinman, al tango argentino.
Nunca ha habido tantos grupos de música de cámara destacados como ahora. Afortunadamente, hay todavía sitio para los nuevos. Hace tiempo que se puso de manifiesto un importante cambio generacional.
La vieja guardia, educada sobre todo en el ideal clásico de equilibrio y elegancia, se ha retirado poco a poco y ha cedido el testigo a una generación más joven que se preocupa por las cuestiones de la práctica interpretativa histórica, compara las ediciones musicales y estudia las fuentes, y también se atreve con los límites de la expresión.
El bello y suave tono de antaño, saturado de vibrato, ya no se da por supuesto, sino que se utiliza, si acaso, a propósito como un recurso expresivo entre muchos otros.
Básicamente, esto ya dice mucho sobre el Schumann Quartett, creado en 2007 en Colonia, a orillas del Rin, y sobre la forma en que aborda este conjunto el Cuarteto de cuerda en si bemol mayor de Wolfgang Amadé Mozart, el denominado “Cuarteto de la caza“, uno de los seis dedicados a Joseph Haydn.
Dicho sea de paso, el Schumann Quartett, aclamado también en España, se presentará los días 27 y 28 de agosto en el Ibiza Concerts International Classical Music Festival y el 29 de febrero de 2023, junto a la soprano Katharina Konradi, en Madrid.
Mozart por el Schumann Quartett
El epíteto “Cuarteto de la caza“ apenas se justifica por el tema principal del primer movimiento y su tiempo de seis octavos (marcado como “galopante“). Por lo demás es una pieza mucho más lírica de lo que sugiere el título, como ocurría a menudo cada vez que Mozart utilizaba la tonalidad si bemol mayor.
Cuando Mozart no disponía de trompas, tal como es el caso aquí, imitaba su sonido con las cuerdas. El Allegro vivace assai suena así jovial, ágil, con entusiasmo por la acción, y optimista. Uno se asombra incluso de la atlética y decidida actuación de los cuatro músicos, que respiran al unísono y vuelan literalmente en su afán. El Schumann Quartett se caracteriza por la homogeneidad, la perfección técnica, la vívida alegría de tocar y ofrece una experiencia sonora de incomparable pureza y brillantez.
El segundo movimiento, el Menuetto moderato es danzado de forma decididamente ceremonial, cortesana hasta la médula, con trinos y todo tipo de ornamentaciones. El trío es de lo más sencillo, un ländler en el primer violín sobre un acompañamiento saltarín.
Cenit
El punto culminante del cuarteto es el magnífico Adagio en mi bemol mayor. Mientras que Mozart suele preferir el tempo más rápido del andante para sus movimientos lentos, aquí recurre explícitamente al largo aliento de un adagio, y además en mi bemol mayor, la tonalidad patética por excelencia en el periodo clásico vienés.
Se trata de una imitación en cuarteto de un "aire patético", como llamaban los contemporáneos a las dramáticas arias de despedida de los castrati en la ópera seria. El primer violín comienza su "discurso" de forma vacilante, retomando el hilo una y otra vez, elevándose a las alturas y volviéndose a agotar.
En una melancólica cantilena en do menor, expresa con mayor claridad el dolor de la despedida. Un diálogo con el violonchelo conduce a un conmovedor dúo sobre las delicadas "sacudidas" de los instrumentos de acompañamiento. Al final, el violín entona su "Parto, parto" por última vez antes de que el movimiento se desvanezca en un pianissimo.
El Allegro assai final responde a la seriedad de este movimiento con una alegría efervescente. Tres temas, las tres contradanzas, forman el material del movimiento, que se eleva en medio de sonidos orquestales de tutti.
El hecho de que Mozart tenía aún más en mente con los temas aparentemente inocentes de este final lo revela la realización, que, según todas las reglas del arte, recorre el tema principal de forma contrapuntística y armoniosa, incluso hasta los giros más encantadores. Mozart trazó meticulosamente los sutiles matices de su tema principal hasta los últimos compases del movimiento.
Tango argentino
Como decíamos antes, la segunda mitad del recital el
Hombre Tango, escrita por Marcelo Nisinman en 2018, con pasión experimental, y arreglada por él mismo para cuarteto de cuerda y bandoneón, abrió esta segunda parte con su inconfundible firma. Bajo su guía el Schumann Quartett suena joven, fresco y toca con enorme furor.
Los hermanos Erik (1er violín), Ken (2do violín) y Mark Schumann (violonchelo), varias veces laureados internacionalmente, se presentaron esta vez con el violista Kevin Treiber solista suplente de la Orquesta Filarmónica de Essen, quien sustituyó a último momento al titular Veit Hertenstein, por enfermedad de éste.
El concierto se salvó así in extremis de ser suspendido, mas obligó asimismo a un cambio en el programa: en lugar de 4 for Vogler, de Nisinman (dedicada al Vogler Quartett, de Berlín), prevista originalmente, el conjunto interpretó al cierre Adiós Nonino, de Piazzolla, que evoca la tristeza de la pérdida irreparable de su padre (Vicente Piazzolla, apodado cariñosamente “Nonino“), y que se prolonga en un suspiro.
Piazzolla, Gardel y Datta
La palabra tango recuerda inmediatamente en Europa a Astor Piazzolla, quien convirtió este género en patrimonio universal y de quien se celebra el centenario de su nacimiento (Mar del Plata, 11 de marzo de 1921). Con su particularísimo estilo, Nisinman sigue los pasos de su padre espiritual, pues él también mezcla los elementos del tango tradicional con los de la música contemporánea. Y lo hace asimismo con muy buen humor, como es el caso con Argentinos en Europa, otra pieza de su autoría tocada aquí esta tarde.
Música y poesía van de la mano en esta selección: Oblivión (ejemplo clásico de un tango lento que se convirtió en una pieza clásica de concierto) y Jeanne & Paul (una composición muy nostálgica y casi completamente olvidada), de Piazzolla; el romántico tango Cuando tú no estás (1933), de Carlos Gardel, y El aeroplano (1915), un entrañable vals de Pedro Datta.
Es cierto que cuando uno escucha estos temas parecen teñidos de tristeza, de sentimientos muy profundos. Los cinco músicos construyen aquí todo tipo de climas y resonancias con un más que generoso y entrañable uso de sus ricas posibilidades instrumentales. Este bellísimo encuentro de las cuerdas del Schumann Quartett con el histórico bandoneón (Alfred Arnold, doble AA, de 1930) de Marcelo Nisinman produce una amalgama sonora tan íntima que solo puede hacerle bien al espíritu de esta música mientras subyuga al oyente. Las ovaciones y los gritos de “bravo, bravo, bravo“!, de la platea solo pudieron ser acallados con un bis: la repetición de Hombre Tango, de Nisinman.
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