Ópera y Teatro musical
Carapintadas y corrección política made in Usa
Agustín Blanco Bazán

Me tengo por políticamente correcto, pero con una salvedad importante: aborrezco el artilugio de esconder actitudes dogmáticas bajo el disfraz de corrección política. Que Anna Netrebko tiene un derecho incuestionable a maquillarse en Aida para parecer más oscura que Amneris sin ser acusada de fomentar, consciente o inconscientemente, actitudes racistas es para mi algo obvio. También es obvio que la decisión de
Discutir el tema con Angel Blue es lo que pretendió la administración de la Arena de Verona. ¡Pero no! La Blue canceló sin dignarse a discutir, porque ¿qué le importa a ella lo que puedan decirle esos italianos sobre como se representa ópera italiana en Italia? Mejor hacerse parte de una talibánica cruzada que en la actualidad le redituará buena publicidad: muchos medios de prensa elevaron la cancelación de Blue a la altura de una verdadera caza de brujas, al estigmatizar a la rusa Netrebko sin referirse a la ucraniana Ludmyla
En su nota para Mundo Clásico “Algo más sobre la Aida de Verona” Jorge Binaghi alista a
Después de advertir que por supuesto ella preferiría cantar sin maquillar su cara, Bumbry confiesa que su gabinete de maquillaje incluye colores que van desde el “Oscuro egipcio” (algo diferente de lo que ella define como su natural “cara negra”) hasta el blanco tiza necesario para Turandot.:
Si estudias historia, como uno debería hacerlo, obtendrás un perfil claro del trasfondo de cada personaje, no importa que ópera sea.
Lo importante, según Bumbry, es la credibilidad y es dentro del contexto de cada ópera y cada producción que esta credibilidad debe establecerse. El origen étnico de ciertos roles es parte esencial de esta contextualización.
Estar orgullosa de tu raza es algo noble, algo a honrar en todo momento, pero si eliges cantar en ópera debes conocer primero su historia y el propósito de hacer algo creíble. Siento ser tan severa contigo porque eres una de mis favoritas cantantes jóvenes pero mi obligación y mi responsabilidad como cantante negra pionera en este género es corregirte cuando te pones fuera de foco.
Y hablando de contexto, no está demás recordar que este problema es fundamentalmente anglo-sajón y no italiano, español o alemán, o mucho menos japonés, chino o indio. En la mayor parte del mundo maquillar la cara de blanco, marrón o negro no trae aparejados problemas de corrección política. Solo en los Estados Unidos de América y en el Reino Unido, países de una tradición racista y discriminatoria aún no enteramente superada tienen lugar estas directivas dictatoriales destinadas a censurar artistas sólo por el maquillaje de su cara. En mi caso, aplaudo la actitud de hincar la rodilla de deportivos en protesta por la ligereza con que policías y ciudadanos blancos matan negros en los Estados Unidos. Esto sí que es una realidad aterradora, no el maquillaje de una Aida o una Turandot.
La corrección política made in USA es siempre engañosa porque, al ser dogmática, no admite discusión sobre matices. Simplemente impone una alternativa para aniquilar a quienes pretendan discutirla. El problema es que con este tipo de actitudes se termina sirviendo los intereses de los verdaderos racistas y de los reaccionarios y xenófobos siempre empeñados en acusar de hipócritas a quienes no son como ellos. Víctimas de esta hipocresía made in USA no son sólo artistas como Anna Netrebko.
También lo es todo lo que cantantes como Grace Bumbry, representan en materia de una emancipación racial lograda no solo a través de valentía personal sino también con una vocación artística que por honestidad básica excluye utilizar la corrección política como arma de ataque contra la libertad de expresión en materia de vestuarios, colores y, (¡demás está decirlo, pero parece que no!), maquillajes.
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