España - Cantabria
Festival de SantanderDos orquestas en un mismo concierto
Xoán M. Carreira
Por tercer día consecutivo Pablo González y la Orquesta Sinfónica de Radiotelevisión Española (RTVE) tocaban en el Palacio de Festivales de Santander. Un esfuerzo considerable, pues fueron tres programas distintos, dos de ellos acompañando a los finalistas del Concurso Internacional de Piano de Santander (tres solistas distintos cada día) con la tensión suplementario que ello supone, y con el handicap de la deficiente acústica de la sala.
De nuevo nos pareció que estábamos escuchando a dos orquestas distintas. En Cuadros para una exposición escuchamos a una orquesta gloriosa y vimos a unos músicos gozosos, mientras que en el Concierto para violonchelo de Dvorák volvimos a ver y escuchar a la orquesta y músicos 'dolorosos' de las últimas temporadas bajo la titularidad de Miguel Angel Gómez Martínez.
El regreso de la orquesta a su sede en el Teatro Monumental de Madrid, ya reparado y saneado, el regreso a la normalidad tras el confinamiento sanitario, la aparente desaparición de los oscuros fantasmas económicos y laborales que incluso amenazaron su subsistencia, y sobre todo la incorporación de Pablo González, parecen marcar una nueva etapa de optimismo, racionalidad y sensatez a la veterana Orquesta RTVE (que ya ha cumplido los 57 años).
Pero por muy optimistas que seamos, y a pesar de la aparente fortaleza exhibida en Cuadros para una exposición, resulta obvio que la OSRTVE es un paciente en fase de recuperación con secuelas de su doloroso y prolongado padecimiento. Son las consecuencias de los malos tratos: no podemos ignorar que la RTVE es una víctima de malos tratos que a unos músicos le ha dulcificado el carácter, a otros se lo ha empeorado y a otros tantos los ha llevado a un desánimo general.
Asier Polo (Bilbao, 1971) es un instrumentista de excelencia y un artista con una sólida carrera a sus espaldas que he sido el primero en aplaudir a lo largo de numerosas ocasiones. A juzgar por sus últimas grabaciones, la travesía del desierto de los confinamientos ha afectado a su capacidad de concentración y ha potenciado su natural tendencia al amaneramiento. No lo había escuchado en directo desde hace tiempo y me decepcionó. Su versión del Concierto de Dvorák fue errática, Polo parecía estar ensimismado y ajeno a lo que hacía la orquesta y marcaba Pablo González. Entre solista y director no parecía haber relación, impresión acentuada por la extravagante expresión facial de Asier Polo, mirando arrebatadamente al techo del escenario. Hay una enorme diferencia entre interpretar y ejecutar una obra y de un solista del renombre -merecido- de Asier Polo es legítimo exigir que haga algo más que dar las notas. Los mejores momentos, los únicos en los que hubo tensión musical, fueron aquellos en que Miguel Borrego, el concertino de la RTVE, y Polo se enfrentaron en pequeños dúos casi camerísticos. Por cierto, en esta obra Miguel Borrego dió una lección de cómo debe actuar y proceder un concertino cuando la travesía se complica. Es justo aclarar que mi posición en la sala -frente a la tuba y más o menos a la altura de su pabellón- no era la idónea para una buena escucha.
Como antes he comentado, las cosas fueron totalmente distintas en Cuadros para una exposición. Concertados y dirigidos con autoridad y claridad por un Pablo González que obtuvo de la orquesta una respuesta ilusionada y por tanto eficaz, sin esos errores flagrantes -especialmente en las trompas- que enturbiaron el Dvorák. Antesal contrario, muchos miembros de la orquesta tuvieron ocasión de lucirse con esta mágica orquestación de Ravel y lo hicieron. El público, encantado con este paseo por una exposición tan variada, aplaudió entusiasmado al maestro y a los profesores y abandonó la sala con sonrisas de satisfacción que se mantuvieron tanto en el pórtico del Palacio como en la parada del autobús.
Comentarios