España - Madrid
Revuelto de revoltosa
Germán García Tomás
Un año más, y siguiendo las buenas tradiciones, la zarzuela ha visitado los Veranos de la Villa, el festival madrileño por antonomasia. Un puñado de grandes expertos en la interpretación de teatro lírico español, bajo la denominación de Compañía Teatral Clásicos de la Lírica, han revivido en el Patio Central del Conde Duque un título siempre taquillero del género chico como es La revoltosa de Ruperto
, cuando precisamente en el presente año se cumple el 125 aniversario de su estreno en el Teatro Apolo. Aunque siempre es válida en el cálido, y este año tórrido, verano madrileño la elección de la obra más popular del “xiquet de Villena”.La ubicación nocturna al aire libre le viene bastante bien a este tipo de zarzuelas en un acto, pues las ambientaciones exteriores de sus tramas en patios de vecinos y corralas madrileñas encajan a la perfección con la época estival en que se representan, por lo común desde una cuidada puesta en escena, aquí a cargo de
, que opta por trasladar a la calle de la buñolería de San Ginés los jugosos diálogos de López Silva y Fernández-Shaw entre Mari Pepa y Felipe y Gorgona y Cándido.Sin embargo, con el objetivo de rellenar dos horas de espectáculo, el sainete lírico ha sido ampliado en esta propuesta con otros fragmentos de zarzuelas madrileñas. Entendemos que una zarzuela de género chico se queda muy corta en un espectáculo, pero la función que sus autores le dieron a este tipo de teatro lírico es el que es, y hay que entender la idiosincrasia del “teatro por horas”. Insertar números de otras obras con el mero objeto de rellenar distrae al espectador y dispersa la atención sobre la trama principal, además de que saca de su contexto a los fragmentos que se añaden.
Aquí encontramos dos títulos de El año pasado por agua : la habanera de (“Oiga usté, caballero”) cantada por Mari Pepa en su camelo al señor Candelas y de El bateo la polca del fotógrafo, que canta el personaje de Tiberio, y el tango de Wamba, entonado por un revolucionario Candelas que dota así de un toque político a este rol. Además, el coro del pajarito (con parte musical reducida) de El barberillo de Lavapiés deDoña Francisquita se ve seguido sin solución de continuidad de la canción del ruiseñor de de Amadeo María Manuela a cargo de Encarna sólo por la mera excusa de que las mujeres hacen aparecer un plumífero enjaulado. El piropo madrileño de de protagonizado por Felipe corona la función.
No es la primera vez ni será la última que se haga esto, pero los añadidos son buenos si son útiles y aportan a la trama de la obra principal, si no, es un aderezo inútil y un flaco favor a la ligereza de acción, un argumento sencillo y condensado, que posee un título como La revoltosa. Si se pretende alargar la función sigue siendo muy lícita la opción de montar dos obras completas de género chico o una de género grande, como se hizo el año pasado con La tabernera del puerto de Pablo Sorozábal, no limitarse a una con pegotes innecesarios.
Incluso se nos ocurre que se realice una antología para resucitar el espíritu, bastante olvidado por cierto, de José Tamayo, que también sería algo necesario para que la zarzuela siguiese viva y llegara a un público joven, al margen del Álbum de Zarzuela del Teatro de la Zarzuela que desvirtúa la esencia de este género. Otra idea es escenificar un espectáculo de nueva dramaturgia como ha hecho el tenor y director de escena Lorenzo Moncloa y la Compañía Nieves Fernández de Sevilla con los espectáculos o Cafés de Zarzuela en veranos anteriores en el Teatro EDP Gran Vía.
Como decimos, la veteranía ha sido la marca de la casa en los integrantes del reparto de esta Revoltosa, cuyas voces han vuelto a ser amplificadas por la irremediable megafonía en un espacio tan abierto y extenso, con los pros y los contras que ello conlleva, entre los últimos, que los ruidos en escena se multiplican. Para la protagonista se ha contado con la oportuna elección de alguien que conoce muy bien lo que es la zarzuela, la excelente mezzosoprano Lola , quien destina al personaje de Mari Pepa unos medios vocales muy líricos y de exquisita seriedad, como es propio en la cantante asturiana, subrayando su sobresaliente dicción, y una prestación actoral con hechuras, salerosa y de elevada clase. Contaba como compañero dando vida a Felipe con otro artista que tiene muchas tablas, pues pertenece precisamente a una dinastía de intérpretes líricos, el barítono , de grandes arrestos en lo actoral y una voz con hondura y presencia, un tanto dura en ocasiones. Ha sido una satisfacción volver a reencontrarse con este cantante, pues no lo hemos visto en los últimos años en los escenarios.
Enrique es otro gran puntal de la zarzuela por tradición familiar y aquí realiza una creación simpática del señor Candelas, destacando el componente ridículo de su personaje. Del resto del reparto hay que destacar la Gorgonia de , hilarante y con las dosis de histrión que nos trae a la memoria a una Selica , así como el Cándido de , que no le fue a la zaga en vis cómica. Destacar asimismo el trabajo del ballet flamenco preparado por y la pareja de baile en las Guajiras (cantadas con garbo y buena afinación por ) y las ganas que todo el equipo de actores y figurantes de la compañía ponen en sacar adelante con esmero una función de gran brillo y color a nivel visual.
El maestro Enrique dirige a una formación instrumental reducida –especialmente en la cuerda, que se percibe un tanto desangelada- de la que extrae un sonido convincente y eficaz, manejando la continuidad musical. Bienvenido sea, pues, el hueco otorgado a la zarzuela en la programación municipal veraniega, que tiene que seguir dando pasos mucho más grandes para que, como antaño, tenga una mayor y más privilegiada presencia.
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