En una escena memorable del Tríptico escenificado por Christoph Loy en
Salzburgo, Asmik Grigorian -la soprano estrella del Festival de este año- nos
presenta una Suor Angelica que responde con desesperación, incredulidad y
rebeldía al lacónico anuncio de la muerte del hijo que la ha obligado a purgar
su pecado en un convento. Luego de firmar los papeles que tira por el aire en
la cara de su tía princesa, la monja se arranca la cofia y se desploma en una
silla para comenzar un antológico Senza
Mama. Pero el hijo muerto que ella ve en una estrella le ayuda a
incorporarse y elevar los brazos con la liviandad de una espiga mientras emite
un filado firme y luminoso.
Las monjas comprenden que con la muerte de su “pecado” el encierro ha
terminado para ella y le acercan la valija de la cual sacará la ropa de calle
de la cual una vez se despojó…
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