Reino Unido
Aida Contra China Y Rusia
Agustín Blanco Bazán
En esta provocativa nueva puesta londinense de Aida, Robert Carsen declara la guerra a China y Rusia. Lo hace transfiriendo la acción faraónica a esos contemporáneos espacios grises que escenifican las dictaduras de estos dos países.
O tal vez haya que agregar a Corea del Norte, si se observa el retrato del líder que preside la primera escena: ¿Kim Jong-un? ¡No! más bien In Sung Sim, el cantante coreano que interpreta al Rey en esta primera serie de representaciones.
Futuros cambios de reparto con asignación de este papel a un no coreano implicarán, supongo, cambiar el retrato. De lo contrario, la Royal Opera House caería en lo que tan conscientemente trata de evitar, a saber, una discriminación racial en este caso dirigida a las etnias del extremo oriente.
Porque no sólo allí existen dictadores faraónicos, y tal vez por ellos la puesta incluye algunas tímidas referencias a los Estados Unidos de América como por ejemplo el traslado de féretros embanderados durante la marcha triunfal. ¡Pero ocurre que la bandera que campea por todos lados es mitad con franjas de los colores de la rusa, y mitad roja con una estrella amarilla!
De cualquier manera, ésta termina siendo una de las producciones escénicas más logradas de una ópera reconocidamente difícil de presentar a públicos contemporáneos, y como ocurre de costumbre con Carsen, la sincronización entre la música y la acción escénica es impecable. El primer ballet en el templo de Ptah es reemplazado por un Radamés pasando revista a soldados en varias hileras que responden a su paso haciendo la venia uno por uno. Y la danza de los…sí…¡de los negritos! coincide con una multitud de empleadas que preparan bajo la supervisión de Amneris la mesa del banquete en honor de Radamés.
Ambos ballets comienzan con la primera venia de soldados, y el primer plato depositado sobre la mesa, y terminan justo con el último compás correspondiendo a la ultima venia y a la colocación de la última copa. Y durante el ballet que sigue al desfile de féretros, soldados en fajina similar a los marines norteamericanos exhiben una marcial acrobacia inconfundiblemente afín con las grandes exhibiciones en los estadios norcoreanos. El revolear de banderas lo dice todo: este es un ballet similar a la celebre ópera-ballet china El Este es rojo.
Durante el final de este cuadro triunfal el coro Gloria al clemente Egizio es ilustrado con videos de tanques, explosiones, aviones de combate y buques de guerra y, ¿qué mejor lugar para enterrar a Radamés que uno de esos inaccesibles depósitos subterráneos de misiles atómicos? Uno no puede menos que imaginar lo que le habrá costado a Aida meterse allí dentro, sorteando las medidas de seguridad destinadas a contrarrestar el espionaje de la CIA.
Esta intensa y efectiva visión política de la obra fue balanceada por
Viejos conocidos míos de Aidas anteriores poblaron el equipo de cantantes. Elena Il ciel de’ nostri amori. Algunos sugieren que hoy “está de moda” falsetear el Radamés, ya que también y lo hacen, pero yo tiendo a creer que más bien no hay ahora tenores capaces de elevarse al cielo celeste de Aida sin falsetear, como podían hacerlo , , , , , , y muchos otros.
y Agnieszka , interpretaron respectivamente el papel protagónico y Amneris con voces más estentóreas y brillantes que nítidas en fraseo, y volvió con su Radamés monocromo y falseteando sin vergüenza en los agudos de Celeste Aida eEn el caso del Amonasro de Ludovic el problema fue que en el tercer acto malogró su buen legato con bastante flojos mordente y squillo. Por sobre todos ellos, brilló la voz fresca y soberanamente proyectada del Ramfis de , sin duda uno de los mejores bajos de la actualidad.
Antonio
Desde mediados de los mil novecientos ochenta el Covent Garden ha presentado cuatro producciones de
Comentarios