España - Cataluña
A veces, las segundas partes superan las primeras
Jorge Binaghi
Esta reseña será obviamente más corta ya que sólo me tendré que ocupar de los cambios de los cuatro principales, siendo Carlotto (el notario) y los figurantes los mismos.
No dejaré de decir que hubo momentos en que la puesta en escena me pareció más discutible que la vez anterior, en particular en todo lo que hace a los recuerdos de la infancia del protagonista y a la presencia ubicua de la ‘mayordoma’ (el texto dice claramente el mayordomo, y no es una sola persona aunque sean dos por lo general).
En general, hay demasiado figurante y eso no evita problemas como el que se creó con el sofá durante el gran coro del segundo acto que hubo que solucionar a los empujones para moverlo.
Tampoco entraré en la buena labor del coro ni en la dirección de orquesta de Pons que, al estar yo esta vez del lado de la percusión, llegó por momentos a ser ensordecedora.
Ninguno de los cantantes de este reparto y del anterior tienen (ni deben forzosamente tener) un vozarrón y se han visto claramente penalizados.
Tendré que decir que este cuarteto me resultó, en conjunto e individualmente, superior al primero.
Aunque muy distinto de Chausson, también aquí Corbelli, menos bufo y más humano, resultó el más completo.
Guardo siempre su recuerdo como Malatesta en una versión de hace más de veinte años en el Covent Garden. La voz es más ‘veterana’, como es lógico, pero el estilo y la técnica siguen siendo perfectos, y me tengo que remontar a Giuseppe Taddei (nunca vi a Bruscantini en el rol) para recordar a uno que le haga sombra.
Sáenz tiene a su favor ser guapísima, moverse bien y cantar con voz esmaltada y mucho brío, y no temió los agudos de su parte. Muy buena Norina
Pachón es uno de los nuevos benjamines del Liceu desde su reciente triunfo en el Viñas. Lo había escuchado una semana antes en una serie de lieder para la inauguración del Life Victoria en los que, sorprendentemente, me convenció mucho más que como Malatesta, que en teoría le debería quedar muy bien. Aquí la voz iba y venía como si hubiera problemas de proyección (aparte del compartido con todos por la actuación de la orquesta) aunque su desparpajo y prácticamente ningún engolamiento lo hicieron superior a su colega.
La verdadera sorpresa estuvo para mí en el Ernesto de Ballerini. Con menor volumen y belleza vocal que Anduaga el resultado de su actuación fue claramente superior por estilo y adecuación a la parte. Se movió con vivacidad (aunque no fue él quien embadurna el coche de su tío antes de marchar como fue la vez anterior, sino que esto le tocó a la mayordoma), pero sobre todo cantó con óptima emisión (siendo probablemente la más pequeña de las voces se lo oyó siempre), buena afinación, y aunque algún agudo resultó tenso resolvió con ortodoxia todas sus intervenciones, y especialmente la serenata del último acto, sin problema alguno.
Comentarios