España - Castilla y León
Coherencia y ¿calidad?
Samuel González Casado
Tras haber sido interpretada por varias orquestas españolas (la más reciente puesta en atriles data de junio de este mismo año, por la ONE), parecía inevitable que la OSCyL siguiera con La sirenita esta suerte de modas o rebufos. Aunque la obra tiene algunos temas recordables, suena avejentada y poco original, está claramente sobreorquestada en gran parte y sus recursos tímbricos son repetitivos, con lo que parece no ir a ninguna parte en este sentido. Los momentos más dramáticos (último movimiento) no consiguen el efecto que buscan dada la hipertrofia general, y la falta de sorpresas termina pesando definitivamente. Contribuye a algo de diversión intentar reconocer los pasajes o ”aromas” de obras anteriores en los que
Es cierto que La sirenita forma parte de un programa, en torno a una etapa ciertamente mitificada de
La primera parte del concierto se mantuvo en un nivel muy aceptable. Blumine, de Mahler, fue abordado desde un intimismo que sentó bien a este movimiento descartado de la Primera, pese a que la cuerda de la OSCyL no estuvo muy afinada en los agudos; y
, lejos de una interpretación perfecta (ataques dubitativos, algunos problemas de afinación en dobles cuerdas, sonido pequeño), dejó algunos momentos maravillosamente perfectos en las partes líricas (que son mayoría) del Concierto para violín de Korngold. Brönnimann sacrificó en los dos primeros movimientos a la orquesta para que Midori no perdiera su lógico protagonismo; esto no ocurrió en el tercero, donde la japonesa no tuvo otro remedio que casi convertirse en primus inter pares para conseguir un efecto general más espectacular.Su delicada propina bachiana, en la que no se oyó ni a la mosca que rondaba por ahí, cortó la tendencia tosedora de un público en general bastante ruidoso.
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