España - Andalucía
La Orquesta de Córdoba cumple 30 años
José Amador Morales

Un Gran Teatro lleno hasta la bandera acogió el
concierto conmemorativo del treinta aniversario de la Orquesta de Córdoba,
contando entre los asistentes con diversas personalidades del mundo de la
cultura, de la política, algunos de los que han ostentado la dirección titular
del conjunto sinfónico cordobés (caso del maestro Manuel Hernández Silva, a
quien tuvimos la alegría de poder saludar), aficionados, abonados y también,
por qué no decirlo, bastantes curiosos y neófitos. Indudablemente era una
ocasión única y, como señalaba Carlos Domínguez-Nieto en la entrevista que
concedió días antes a Mundoclasico.com, había mucho y bueno que celebrar para
seguir avanzando.
Lamentablemente,
la alocución inicial encomendada a Eva Ugarte resultó demasiado breve, trivial
y fría. Más preocupada de ofrecer una impostada naturalidad y visiblemente
desubicada, la actriz madrileña denotaba estar fuera de órbita y no tuvo la
atención de declamar correctamente los nombres propios que citó (como Brouwer,
Britten o Kurkchyan, este último repetido sin éxito hasta en tres ocasiones).
En cuanto al contenido, echamos en falta algún tipo de recorrido histórico en
torno a lo que han supuesto estas tres décadas de la orquesta en una ciudad con
una nula tradición sinfónica previa.
Y, sobre todo, no se hizo ninguna alusión -qué menos- a los directores titulares que se han puesto al frente de la
Orquesta de Córdoba (algunos de los cuales -como hemos señalado- estaban
incluso presentes en la sala). Es el momento, aquí al menos sí, de nuestro
reconocimiento: Leo Brouwer (1992-2001), Gloria Isabel Ramos (2001-2004),
Manuel Hernández Silva (2005-2012), Lorenzo Ramos (2012-2018) y Carlos
Domínguez-Nieto (2018-).
El programa reprodujo exactamente el interpretado en el primer concierto de la Orquesta de Córdoba aquél histórico 29 de Octubre de 1992. Un conjunto de obras que, como señala Juan Miguel Moreno Calderón (Música y músicos en la Córdoba contemporánea, 1999), presentaba las diversas secciones orquestales y las líneas de actuación a seguir, esto es, la difusión de la música contemporánea, clásica y española así como el carácter educativo. Así, la Fanfarria para un hombre común de Copland se valió de unos más que aceptables metales, que evidenciaron su reciente puesta a punto con la Sinfonía nº 8 de Bruckner, para introducir la velada de forma solemne y convenientemente espectacular.
Si
en 1992 el recordado Rafael Orozco protagonizó un inolvidable Concierto para
piano y orquesta nº5 “Emperador” en plena madurez de sus 46 años, en esta
ocasión un joven de 18, también cordobés, Emin Kurkchyan, sorprendió con una
versión arrebatadora, con una acertada dosis de arrojo e insolencia y, salvando
pasajeras manchas en la articulación, una lógica bisoñez en cuanto al calado
expresivo y a la regulación dinámica. El pianista regaló una hermosa
interpretación del Preludio en mi menor de Juan Sebastián Bach ante la
larga y entusiasta respuesta del público.
La segunda parte se abrió con una evocadora, como corresponde, Zarabanda lejana de Joaquín Rodrigo que antecedió la interesantísima lectura que Domínguez-Nieto hizo de las Alegrías de Roberto Gerhard. La batuta del director madrileño exprimió los recursos tímbricos y expresivos de la orquesta cordobesa, rematando el momento más logrado de la noche en este sentido.
En sintonía con el carácter celebrativo del concierto, músicos y público se divirtieron con la audición amena y musicalísima de la Guía de orquesta para jóvenes de Britten, con una Eva Ugarte, aquí un tanto más desenvuelta, ocupando el lugar que en citado concierto inaugural de 1992 ocupara Adolfo Marsillach. Una atronadora ovación final de nuevo puso de manifiesto la calurosa acogida por parte de los asistentes a quienes el director titular emplazó a cantar el inevitable Cumpleaños feliz.
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