¡Qué bien ha madurado Simon, aquel chico de
Liverpool que terminó siendo director de orquesta! Porque para mí sigue siendo
simplemente Simon, según lo pidió él mismo en una entrevista a Helena
Matheopoulos hace ya muchos años: “Odio que me digan ´Maestro´ o ´Mr Rattle´
Considero esto como un asalto personal. Me hace sentir incómodo”
¡Qué pesado le caerá, entonces, que le
digan “Sir Simon!” Mejor entonces
decirle “Simon” al menos de vez en cuando, para dar una idea de una relación
con la orquesta que, él mismo lo ha proclamado, debe ser anti-feudal, esto es sin
relación de vasallaje entre el director y los músicos sino mas bien unificada
en un inseparable trabajo en común. ¡Qué difícil le habrá sido esto con la
Filarmónica de Berlín! ¡Y qué cargoso puede llegarle a resultar el protocolo de
la Sinfónica de la Radio de Baviera cuando asuma…
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