España - Cataluña
Un sonido mágico
Berta del Olivo

Gran velada musical vivida en el Palau de la Música
Catalana para celebrar el día de Santa Cecilia de la mano de la gran
guitarrista clásica Ana Vidović dentro del ciclo de Ibercámara. Horas antes de
su concierto, en una pequeña entrevista telefónica mantenida con la intérprete
croata, me dejó pensativa con su siguiente frase: “Cuando la conciencia y el
cuerpo se unen, se crea algo especial, un sonido mágico”. Estas palabras
adelantaron las claves de su concierto: una expresividad deslumbrante desde la
primera nota con Bach, rayando lo sobrenatural en su conexión y comunión con
Scarlatti; un sonido que dibujaba imágenes casi corpóreas, como en la
interpretación de su bis, el icónico Estudio nº 1 de Heitor Villa-Lobos;
y la belleza y la magia de una presencia total de la intérprete, con una
percepción serena y calmada de todo el público, absorbido en un silencio
perfecto en varios momentos del concierto, a pesar de las interrupciones de
algún que otro móvil.
Niña prodigio de la guitarra en su Croacia natal, establecida desde hace varios años en los Estados Unidos, Ana Vidović es un modelo para los jóvenes guitarristas por su compromiso y pasión por la guitarra. Su consejo para los guitarristas que comienzan su carrera musical es que sean felices con lo que hacen, y que tengan paciencia. Precisamente esas mismas palabras, “vive feliz” (Vivi felice) son las últimas que Domenico Scarlatti dejó escritas en el prólogo de su colección de Sonatas. Son las palabras del cálido deseo de un amigo hablando, la misma sensación que tuve mientras hablaba por teléfono con Ana Vidović.
Fue un concierto dedicado a obras paradigmáticas para guitarra clásica que han formado parte del repertorio de la gran intérprete desde los inicios de su carrera, como Recuerdos de la Alhambra, Capricho árabe y Danza mora de Tárrega, Granada y Asturias de Albéniz (original para piano, transcritas para la guitarra), La Catedral de Barrios, y el segundo movimiento, Adagio, del Concierto de Aranjuez (tocado sin orquesta), si bien la obra inicial y penúltima del programa fueron composiciones de Bach y Scarlatti: toda una declaración de amor de la guitarrista a la música del siglo XVIII.
En otro momento de nuestra conversación, hablamos de cómo la tecnología puede ayudar a los jóvenes intérpretes. El consejo de Ana Vidović a los guitarristas que empiezan es que no se preocupen por el número de visualizaciones de los videos que puedan subir a una plataforma como Youtube, por ejemplo, sino que cuiden la calidad de los videos que presentan: incluso si sólo consiguen que una persona escuche su música ya significa mucho. Ella misma reconocía que es cuestión de tiempo, varios años, desarrollar una audiencia propia sobre YouTube, plataforma que ha utilizado para presentar nuevas piezas en su repertorio, como es el caso de las Sonatas de Scarlatti.
Ana Vidović ha ganado un número impresionante de premios en concursos internacionales, entre los que destacan los primeros premios obtenidos en el Concurso Internacional Albert Augustine en Bath, Inglaterra; el Concurso Fernando Sor en Roma, y el Concurso Francisco Tárrega en Benicasim.
La intérprete admitió el gran momento que atraviesa la
guitarra clásica en la actualidad, el alto nivel de los jóvenes guitarristas, a
los que recomienda participar en los diferentes concursos y competiciones como
modo de conocer y aprender de otros colegas. También los anima a que aprendan
de otros instrumentistas y colaboren con otros músicos y cantantes, señalando
la importancia de llevar la guitarra a una audiencia más amplia. Igualmente,
señaló la importancia de experimentar con el sonido, con diferentes colores y
dinámicas, y de seguir desarrollándose como personas, puesto que las
experiencias personales se van a reflejar a través de su música.
Y, como último consejo, subrayó la importancia de sentirse en paz antes de salir al escenario y durante el concierto. Para ello, aconseja a los músicos al menos media hora al día de estar con ellos mismos, para que la mente y el cuerpo entren en sincronía y recomienda la práctica de cualquier deporte, ejercicio físico o hobby que les ayude a relajarse, en su caso es la natación.
Durante la entrevista la música croata reconoció que cuando toca la guitarra es el único momento en el que se encuentra completamente en paz. Así es, y de hecho, en el concierto nos llevó a ese estado de paz a todo el público, disfrutando de momentos de una gran calma, quietud y silencio en el patio de butacas mientras la intérprete tañía las cuerdas de su instrumento.
Otra de sus frases que me impactó fue la siguiente:
Cuando hacemos música, podemos ser nosotros mismos, podemos ser al 100% quienes somos, compartiendo la música con nuestro público, es un lugar hermoso en el que estar.
De hecho, si por algo se caracteriza su carrera es por la relación tan especial que mantiene con su público. En sus propias palabras:
En mis conciertos, siento una conexión especial con el público, toda la energía que se mueve del escenario a la sala del concierto y de vuelta al escenario, yo les ofrezco mi música y el público me devuelve su energía de vuelta, intento llegar a cada persona con mi música, con cada nota. Es una conexión especial. No se necesitan palabras, no hay barreras de idioma ni de cultura. Y al final de un concierto, puedo notar toda la acumulación de energía. Es esta hermosa energía la que me motiva a continuar y a hacerlo mejor la próxima vez. Al terminar un concierto, me encanta pedir a mi público qué piezas quieren que toque como bis.
Y así sucedió en su concierto en el Palau. Después de recibir los aplausos y bravos del público tras terminar con la bella pieza Un día de noviembre de Brouwer, nos preguntó qué pieza queríamos escuchar. Algunos de nosotros respondimos Villa-Lobos, algunos otros pedían la Cavatina de Stanley Myers. Y finalmente la balanza acabó por decantarse por el Estudio nº 1 de Villa-Lobos, donde sus arpegios iban tejiendo relieves ensortijados en toda la sala de conciertos del Palau. El concierto acabó con más bravos y más aplausos, y con buena parte del público de pie.
Nuestra conversación telefónica acabó con un recuerdo especial para la guerra en Ucrania. Lo que llevó a su vez a la intérprete croata a recordar la guerra que vivió de joven en la antigua Yugoslavia. Al preguntarle qué pieza tocaría si fuera invitada a tocar ante el pueblo ucranio, rápidamente, sin dudar un segundo, me respondió que interpretaría su Himno Nacional, puesto que es donde se encuentra su amor y orgullo como nación.
Sin lugar a dudas, fue un gran concierto, del que resaltaría la interpretación de las Sonatas de Scarlatti por Vidović. En ese momento, noté una conciencia y una presencia especial, comencé a respirar profundamente por primera vez en el día, y quedó de manifiesto la simbiosis perfecta entre compositor e intérprete. Es la Ana Vidović que más me gustó de toda la velada, incluso más que en su ejecución llena de expresividad de la Suite para chelo nº 1 de Bach, o en su interpretación virtuosa de La Catedral de Barrios, o de la más intimista y lírica lectura de Asturias de Álbeniz.
Así pues, a pesar de la realidad del mundo actual, intentemos seguir el consejo de Scarlatti y Ana Vidović, y vivamos felizmente, vivi felice.
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