Francia

Salut a l’ Europe!: La Filarmónica de Estrasburgo y su director

Agustín Blanco Bazán
lunes, 30 de enero de 2023
Aziz Shokhakimov © 2023 by Mischa Blank Aziz Shokhakimov © 2023 by Mischa Blank
Paris, viernes, 20 de enero de 2023. Philarmonie. Gustav Mahler, sinfonía nº 3. Orquesta Filarmónica de Estrasburgo y Coros de la Orquesta de Paris. Solista: Anna Kissjudit. Director de orquesta: Aziz Shokhakimov
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¿Orquesta alemana o francesa? Ambas, o tal vez mejor dicho, una orquesta europeamente supranacional; como la ciudad que la alberga. La Filarmónica de Estrasburgo se promociona como receptora de una tradición tan alemana como francesa, bien en consonancia con vicisitudes históricas. 

Un poco de historia

Luego de su fundación en 1855, la orquesta sucumbió a la alemanidad impuesta por la guerra francoprusiana en 1871 y Hans Pfitzner la tomó a partir de 1907 para desterrar cualquier indicio de decadencia francesa, según declaraciones recogidas por sus contemporáneos. Pero no le quedó más remedio que irse cuando Alsacia pasó a Francia en 1918, dejando su puesto a Guy Ropartz y Paul Paray. La nueva germanización impuesta entre 1940 y 1944 llevó al podio al prudentísimo y encubierto anti-nazi austríaco Hans Rosbaud y a partir de 1945 … Salut a la France! una vez más. O mejor dicho, Salut a l´Europe!, porque, aparte de los alemanes y franceses de postguerra (Marc Albrecht, Theodor Gushlbauer, Ernest Bour o Alain Lombard) se han entrenado con esta Filarmónica Alceo Galliera, Jan Latham-Koenig y Marko Letonja. 

En el 2021 asumió la dirección general artística Aziz Shokhakimov, un uzbekistano de treinta y cuatro años que con menos de veinte ya estaba a cargo de la orquesta de Tashkent. A los veintiuno ganó el segundo premio del concurso internacional Gustav Mahler de dirección orquestal, y a los veintiocho cosechó el Premio Prix Herbert von Karajan para jóvenes directores en el Festival de Salzburgo. 

Y un poco de prejuicios 

A mi primer encuentro con este director acudí con la curiosidad inconscientemente reaccionaria que tanto nos afecta a los mahlerianos que hemos crecido con Abbado, Bernstein, Haitink, Karajan o las grabaciones de Walter o Mengelberg: ¿tan joven y ya animándose nada menos que a la Tercera? ¿Y sin haberse educado musicalmente entre Amsterdam y Viena?

Shokhakimov dirigiendo a la Orquesta Filarmónica de Estrasburgo. © 2023 by Nicolas Roses.Shokhakimov dirigiendo a la Orquesta Filarmónica de Estrasburgo. © 2023 by Nicolas Roses.

En fin, reticencias estas parecidas a la curiosidad de quienes fruncieron el ceño cuando Dudamel y su Orquesta del Sistema invadieron Europa con su Mahler. En este concierto los mahlerianos “de otra época” podríamos habernos quejado de tener que recibir la Tercera sinfonía no ya en la sala de la Musikverein o la Concertgebouw. Porque la Philarmonie de París, bellísima en sus contornos y planos, es lo más parecido a un estadio de fútbol que recuerdo haber visto en materia de sala de conciertos. Y el público, que la llenó para este Mahler, aplaudió aleladamente después de CADA movimiento. ¡Así como lo leen! Tal vez sería atinado pedir por micrófono no sólo que se apaguen los teléfonos, sino que no se aplauda hasta el final de la obra. De lo contrario, pronto comenzarán los aplausos después de cada tutti, o mientras este se ejecuta, como ocurre con las piruetas de un pas de deux de El lago de los cisnes

Pero Mahler no admite prejuicios 

Pero lo cierto es que, en medio de estas reservas, primó el hecho que Mahler está más allá de cualquier prejuicio vetusto y este fue un concierto conmovedor y estimulante. Por empezar la orquesta es espléndida, de primera clase y si de algo sirve su promoción como “franco-germánica” digamos que pensé en esto cuando en la coda del primer movimiento las texturas salieron con esa diferenciación cristalina de filiación francesa junto a la implacable y asertiva densidad que tendemos a asociar con algo tan disímil como complejo llamado “Alemania.”

La expresividad, y capacidad de “colorear” de las cuerdas es extraordinaria, y Shokhakimov las guio desde perceptivos rubatos y tremolandos en mezzopiano hasta frases de incisiva brillantez. También permitió trompas de sonido redondísimo y los trombones tocaron sin las estridencias y agresividades que tanto nos molestan en algunas orquestas made in USA.

¡Qué bien supieron graduar estos músicos y su director las dinámicas en esta sala, en la cual, como ocurre con la Elbphilarmonie, las condiciones acústicas exageran cualquier interpretación! 

Shokhakimov 

Para reseñar a Shokhakimov acudí antes del concierto a algunas entrevistas grabadas. Su pelo es de un azabache total, en contraste con una cara blanquísima y una expresión facial serena y distendida. Habla apacible y reservadamente, con conceptos precisos que parecen concentrarse en los tiempos y matices de color de una partitura antes que en los borbotones entusiastas de los tutti. Y dirige como habla. Se mueve mucho en el podio, pero jamás vemos en él los teleles con que Currentzis, Rattle o Gergiev parecen impresionar tanto a audiencias ansiosas de saltar con estertores emocionales.

Es esta idiosincrasia la que le permitió a Shokhakimov desarrollar un Mahler estupendo, nunca estereotipado, siempre concentrado en una exposición clara de detalles y sensibilidades que supo expresar con delicados sforzandi en su progreso a los tutti y pausas a veces inducidas por algunos precisos pero nunca abruptos súbito-piano. Los tiempos y dinámicas fueron siempre espontáneos en medio de un discurso sólidamente estructurado y si debo compararlo con algún mahleriano célebre, el primer nombre que se me ocurre es el de Haitink. 

Mahler 

El primer movimiento lo empaquetó Shokhakimov en 33 minutos, y la indicación de Kraftig fue en esta versión traducible más como “decidido” que como “poderoso”, con un tiempo de marcha asertivo pero ágil. Después de esta introducción que permitió a la orquesta combinar su unidad de masa con una nítida diferenciación de texturas, el movimiento progresó con un pulso espontaneo y seguro, claro en contrastes, pero nunca fragmentado.

El resto fue un inteligente encadenamiento de instrucciones claves del compositor para crear una atmosfera aireada y sin atropellos: muy moderado y sin apuro (sehr mässig, nicht eilen) en el segundo, y sin prisa (ohne Hast) en el tercero.

Aziz Shokhakimov dirige a la Orquesta Filarmónica de Estrasburgo y Coros de la Orquesta de Paris. Philarmonie de París, enero de 2023. © 2023 by Nicolas Roses.Aziz Shokhakimov dirige a la Orquesta Filarmónica de Estrasburgo y Coros de la Orquesta de Paris. Philarmonie de París, enero de 2023. © 2023 by Nicolas Roses.

Luego de los dos lieder, el último movimiento retomó el sólido y apacible desarrollo de los tres primeros con suprema mezcla de recato y ternura, verdaderamente “lento, calmo y profundamente sensible” (Langsam, Ruhevoll, Empfunden). Y fue así, sin estereotipos de falso dramatismo, que esta maravillosa elegía sinfónica culminó con una irresistible espontaneidad, realmente desde lo más recóndito hasta lo más sublime en materia de cantábile y dialogo orquestal.

En reemplazo de la primeramente anunciada Bernarda Fink, la mezzo Anna Kissjudit cantó con oscura densidad vocal y admonitorio fraseo O Mensch Gib Acht. Misterioso y ppp a lo largo de todo este lied, pide Mahler, y Shokhakinov verdaderamente supo reducir las cuerdas a un murmullo para permitir al clarinete su lastimosa queja casi de niño. La voz de Kissjudit salió tal vez algo pesada para Es sungen drei Engel pero de cualquier manera el marcado impuesto por el director ayudó no solo a la mezzo sino que realzó la actuación de los coros femenino y de niños de la Orquesta de Paris. Mahler pide aquí una inflexión “alegre en tiempo” pero de expresión cortante (Lustig in Tempo und keck im Ausdruck) y este contraste lo balanceó el director virtuosamente. La impresión general no fue de inocencia celestial sino más bien inquietantemente sardónica: cachondo el tempo tal vez, pero, ¡qué burlones estos querubines frente a la pacata que se siente pecadora!

Shokhakinov y la filarmónica de Estrasburgo, alternan sus conciertos sinfónicos con su trabajo en la Opera National du Rhin u Opera d’Europe, un apelativo apropiado para la ciudad que no quiere ser ni exclusivamente francesa ni exclusivamente alemana, sino más bien esencialmente inclusiva de todo, como ocurre con las sinfonías de Mahler. En mayo, Shokhakinov dirigirá La historia del Zar Saltan (Rimsky-Korsakov) en una nueva puesta de Dmitri Tcherniakov. Se trata de una coproducción con La Monnaie de Bruselas y el Teatro Real de Madrid. 

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