Francia

Webern, Mahler, Brahms por la Nederlander y los Viotti: Nueva generación

Francisco Leonarte
jueves, 2 de febrero de 2023
Lorenzo Viotti © Marco Brescia & Rudy Amisan / Scala Lorenzo Viotti © Marco Brescia & Rudy Amisan / Scala
París, martes, 24 de enero de 2023. Théâtre des Champs-Elysées. Anton Webern: Passacaglia en re menor op 1 ; Gustav Mahler : Rückert lieder ; Johannes Brahms : Sinfonía nº2 en re mayor op 73 . Con Marina Viotti (mezzosoprano). Netherlands Philarmonic Orchestra. Dirección musical de Lorenzo Viotti.
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Antes de empezar notamos que la orquesta es especialmente nutrida en las cuerdas (ocho contrabajos, diez violonchelos ...). Todos vestidos elegantemente de negro (negro y dorado para la solista de corno inglés). 

Entra Lorenzo Viotti hecho un pincel. Raramente se ve director tan elegantemente vestido. Figura de maniquí, chaqué que le va como un guante, en azul muy oscuro con detalles interiores en rojo, es espectáculo en sí ver el movimiento y la caída del paño. 

Coge el micro: “¿Para qué ? Mal presagio …” Para contarnos banalidades. Que esto es muy bonito, que cuando es un primer concierto se agradece que alguien te cuente cosas, que la Passacaglia es muy triste porque Webern nunca dejó de llorar a su madre … Vamos, puro ‘story-telling’, como dicen los del marketing, es decir, contar una historia para que el producto se venda mejor.

Antes de escribir estas líneas rebusco un poco más sobre Lorenzo Viotti -al que creo que ya habíamos escuchado en Bastille en una caótica puesta en escena de Boheme- y comprendo mejor el personaje mediático: instagram, revistas de moda y otras, fotos haciendo deporte, declaraciones de esas que le encantan a los periodistas tipo “Quiero renovar a música clásica” o “me gusta el jazz, el hard-rock y la música electrónica” ... 

Ese aspecto del personaje podrá gustar más o menos, pero lo cierto es que hoy en día, para hacer carrera, es indispensable manejar las redes sociales y hacerle gracia a los periodistas. Las carreras artísticas ya no sólo dependen del talento (que nunca ha sido factor único, seamos sinceros) ni de los buenos padrinos en orquestas y casas discográficas. El paño fino hace mucho tiempo que en el arca no se vende...

Pero sigamos con el concierto, que es lo que nos interesa, ¿no?

Empieza con una obra que para quien esto escribe se cuenta entre las más hermosas de todo el repertorio: la Passacaglia -un inciso reservado a programadores: ¡Por favor, dennos ustedes más y más Webern, por favor!-. La intensidad, la pasión, la profundidad en poco más de diez minutos. 

Lorenzo Viotti y los Nederlander dan una lectura en efecto apasionada, haciéndonos sentir las oleadas musicales de la partitura, pero también buscando la melodía, buscando agradar. Y lo consiguen sin desvirtuar en ningún momento la obra.

Punto a favor de Viotti. El sonido de la orquesta puede que no esté en mi top ten de los más hermosos, pero está lejos de ser feo. 

Canciones de Rückert de Mahler 

Mathias Goerne, que era un poco el gancho del concierto para muchos melómanos, anunció su indisposición el día anterior, y le sustituye ... la hermana de Lorenzo Viotti, Marina Viotti. Buena cantante, que está en la primera parte de una bonita carrera y con la que hace bastante poco disfrutamos en La Perichole de Offenbach en este mismo teatro.

La voz de Marina Viotti se escucha en la sala sin dificultad ninguna, siendo la orquesta tan nutrida, es un mérito sin duda del director. Puntazo para Lorenzo Viotti.

No se trata de una voz imponente y es imposible luchar contra las versiones en disco de la Ludwig o Ferrier o de Baker -aunque tampoco estabamos ahí cuando estas cantantes legendarias eran jóvenes (Marina nació en 1986)-. 

Lo cierto es que la Viotti tiene bonito timbre, buen fraseo, volumen más que aceptable. Y sobre todo, en el famoso “Estoy abandonado para el mundo”, acompañada por el sollozante (y estupendo) corno inglés de los Nederlander, una serie de frases a media voz ... Ay. Hermosas, muy hermosas ... 

Nos viene a la mente la versión que la temporada pasada dio la di Donato. Pero esta cantaba con una orquesta más pequeña y su voz está más sentada porque no están las dos en el mismo punto de sus respectivas carreras ... ¡Y además no se puede pasar uno la vida comparando !

Puede decirse con total franqueza que la versión de los Rückert por los Viotti ha sido realmente buena, por adecuación al texto, por sinceridad expresiva, por sutileza de la orquesta y de la solista.

Y llegamos a Brahms

Para quien esto escribe, Brahms es uno de los compositores más difíciles de interpretar. Compositor de muy hermosas melodías y de desarrollos muy cerebrales, lo ideal es que el intérprete nos restituya toda la belleza tanto melódica como cerebral, llevándonos de la mano por los vericuetos intelectuales creados por el compositor.

Viotti (que ha tomado el micrófono antes para contarnos una historia de pastoral, y de montañas y de fiestas populares, que para mí poco tienen que ver con la música de Brahms, que es de los compositores que más música pura, sin programa, hacen) da una lectura apasionada de esta Segunda sinfonía. Todos los pupitres cantan, todos se entusiasman, y en cuanto hay una melodía, ahì está Viotti para que la escuchemos con mucha intensidad. 

Desde un punto de vista estructural, su versión me convence menos, y entre melodía y melodía, uno se pierde un poco … Tal vez por ello el scherzo y el último movimiento sean los más conseguidos.

El publico aplaude contento. Y de bis nos ofrecen … el Ave verum corpus de Mozart cantado con delicadeza por los propios instrumentistas (casi la mitad de la orquesta son mujeres) que apenas unos pocos profesores acompañan a las cuerdas, con Lorenzo Viotti, sin dirigir, cantando entre ellos. Momento hermoso e inesperado.

Para terminar, como segundo bis, una fulgurante Danza Húngara del mismo Brahms, interpretada con brío y entusiasmo. Ovaciones. Merecidas ovaciones.

Nos vamos a casa pensando en nuevas generaciones, nuevas formas de entender la música tal vez, nuevos tiempos de redes sociales y otros fenómenos mediáticos, con el reino de la Imagen...

De entre los viejos directores de orquesta, el modelo actual es sin duda más Bernstein que Celibidache. Yo por si acaso, escribo estas líneas escuchando la versión (pirata, por supuesto) del rumano … 

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