Artes visuales y exposiciones

La majestuosidad del 'Paris Magnétique', en el Museo Judío de Berlín

Juan Carlos Tellechea
viernes, 3 de febrero de 2023
Paris Magnétique © 2023 by Wienand Verlag Paris Magnétique © 2023 by Wienand Verlag
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A comienzos del siglo XX, París era reconocida como un faro artístico esencial, así como un refugio de libertad. El famoso Bateau-Lavoir de Montmartre, donde Pablo Picasso y Georges Braque crearon el cubismo en 1907, contribuyó sin duda a esta reputación. Pero fue Montparnasse el barrio que acogió a artistas de Bielorrusia y Europa Central, la mayoría judíos, que huían de países a los que no pertenecían. También llegaron polacos, japoneses y holandeses, atraídos por la vanguardia.

Otto Freundlich, «Composición», 1919;. © 2023 by Musées de Pontoise, Musée Tavet-Delacour.Otto Freundlich, «Composición», 1919;. © 2023 by Musées de Pontoise, Musée Tavet-Delacour.

En 1925, el crítico André Warnod, que frecuentaba a estos pintores y escultores, cuyo talento apreciaba, reunió a estos artistas tan diferentes bajo el nombre de École de Paris, afirmando así la aportación de estos creadores que, conservando la singularidad de su origen, contribuyeron al desarrollo de corrientes artísticas: cubismo, fauvismo, futurismo y abstracción (y sus diversas corrientes, como la abstracción-creación y la abstracción geométrica). Esta Escuela de París sigue siendo una página importante de la historia del arte.

Rudolf Levy, «Vista del Pont Marie», 1910. © 2023 by Bernd Kirtz / Lehmbruck Museum, Duisburg  .Rudolf Levy, «Vista del Pont Marie», 1910. © 2023 by Bernd Kirtz / Lehmbruck Museum, Duisburg .

El Museo Judío de Berlín acoge ahora desde el 25 de enero al 1 de mayo próximo la gran exposición titulada Paris Magnétique. 1905 – 1940, con unas 120 obras distribuídas en 10 secciones, que muestra cómo las posiciones de los migrantes, a menudo marginalizadas, que integraban una parte de la vanguardia parisina, dieron forma a la comprensión actual del arte moderno occidental.

Más y menos conocidos

Se exponen obras de artistas conocidos y menos conocidos: Marc Chagall, Amedeo Modigliani, Chana Orloff, Sonia Delaunay y Jacques Lipchitz, entre otros. Además de numerosas pinturas, el Museo exhibe esculturas y dibujos. Documentos contemporáneos como fotos, recortes de periódicos y películas ilustran el contexto histórico y las biografías de los artistas, sus redes y lugares de encuentro como Montparnasse o la casa-estudio La Ruche ("La colmena"). Todo ello da una vívida impresión de la diversidad judeo-europea en la capital francesa.

Chana Orloff, «Serenidad», 1916. © 2023 by FR, Paris, Atelier Chana Orloff / VG Bild-Kunst, Bonn 2023.Chana Orloff, «Serenidad», 1916. © 2023 by FR, Paris, Atelier Chana Orloff / VG Bild-Kunst, Bonn 2023.

El término Escuela de París, que acuñara André Warnod, no hace referencia a una escuela de arte ni a un marco estilístico, sino a una escena artística cosmopolita que se enfrentó a las voces nacionalistas y xenófobas a la hora de nacer la vanguardia europea de París.

En un análisis muy pertinente al respecto, Warnod escribiría en aquellos tiempos, ocho años antes del ascenso al poder en Alemania del régimen nacionalsocialista, genocida, racista, xenófobo y antisemita de Adolf Hitler (1933 - 1945):

Es muy difícil precisar lo que los extranjeros toman prestado de nosotros y lo que nosotros tomamos prestado de ellos. (…) La Escuela de París existe. ¿Podemos considerar indeseable al artista para quien París es la tierra prometida?

Romper fronteras

La directora del Museo Judío de Berlín, Hetty Berg, subrayó en la conferencia de prensa convocada para presentar la exposición que la Escuela de París fue considerada en todo el mundo como modelo, punto de referencia, orientación y comparación de la evolución artística:

Esta vanguardia parisina rompió las fronteras estilísticas no solo de los géneros individuales, sino también de los géneros (en sus distintas categorías y clases), y dio a todo el modernismo europeo sus impulsos decisivos. Con esta exposición, recordamos que esta vanguardia incluía a muchos artistas judíos y a muchas mujeres, y que se movían o se habían movido entre países, culturas y medios.

Singularidad

Los artistas de la École de Paris llegaban a Francia desde Alemania, Italia y el antiguo Imperio Ruso, desde Polonia, Lituania, Ucrania o Bielorrusia, para encontrar un entorno nuevo y libre para su trabajo. La Dra Shelley Harten, conservadora del Museo Judío de Berlín, destacó en la misma rueda con los informadores la especial importancia y singularidad de París a principios del siglo XX:

Como un imán, la metrópoli francesa atraía a artistas de todo el mundo: les ofrecía clases en diversas academias, una gran cantidad de exposiciones y museos, un activo mercado del arte y, por último, pero no por ello menos importante, la comunidad de bohemios de los numerosos cafés y bares de la ciudad. Algunos artistas pudieron así escapar de las malas condiciones de vida en sus países de origen, de la marginación y la discriminación, e incluso de los pogromos.

Leopold Gottlieb, «Autorretrato», 1907. © 2023 by Esther Charrin / Sammlung FR, Lyon.Leopold Gottlieb, «Autorretrato», 1907. © 2023 by Esther Charrin / Sammlung FR, Lyon.

Muchas de las obras expuestas proceden de las colecciones del Musée d'Art et d'Histoire du Judaïsme de París ( MAHJ) y del Musee National d'Art Moderne del Centre Pompidou, así como de coleccionistas privados. El Museo de Arte e Historia del Judaísmo de París concibió y presentó en 2021 la exposición titulada Chagall, Modigliani, Soutine...Paris pour école, (1905 – 1940).

Catálogo

De esa exhibición precisamente procede el catálogo de la presente exposición de Berlín, publicado por la editorial Wienand, de Colonia. Se trata de una traducción al alemán del original en francés, dirigido por la Dra Pascale Samuel, conservadora de las referidas colecciones de Arte Moderno y Contemporáneo del Musée d'Art et d'Histoire du Judaisme de París.*

Siguiendo la tendencia de las colonias de artistas de la época, Alfred Boucher fundaría en 1902 la casa de artistas La Ruche. El escultor y filántropo se consagraba al ideal de establecer un lugar para que los artistas vivieran y trabajaran. Cuando se desmanteló la Exposición Universal de 1900, compró el pabellón de los viticultores de la Gironda e hizo reconstruir la rotonda en un solar del Passage de Dantzig, no lejos de las carnicerías de Vaugirard, en el distrito XV.

Desde entonces, el edificio diseñado por Gustave Eiffel, cuya forma recuerda a una colmena, fue un lugar para artistas. El alquiler era moderado. La Ruche ofrecía a unos 200 artistas, muchos de ellos extranjeros, unos 140 estudios que compartían entre sí. Junto a los pintores y escultores, también vivían en La Ruche artesanas, poetisas, escritoras y actrices. Para muchos de ellos, el yiddish era la lengua común, y el mundo imaginario asociado a la vida judía en Europa Central y Oriental configuró su obra.

Manjares

Chaim Soutine, «El buey despellejado», 1925. © 2023 by FR, Grenoble, Musée de Grenoble.Chaim Soutine, «El buey despellejado», 1925. © 2023 by FR, Grenoble, Musée de Grenoble.

Iossif Chaikov vivió en La Ruche desde 1911. Junto con Marek Szwarc, Isaac Lichtenstein y Henri Epstein, fundó la revista Makhmadim (en hebreo, "Manjares"; así se autodenominaba este grupo de jóvenes artistas), que debía tratar "sobre el estilo judío en la escultura". Diseñada en La Ruche, impresa y cosida a mano, prescindía del texto y fue la primera publicación dedicada exclusivamente al arte judío.

Como uno de los centros de la vida artística parisina, hubo un constante ir y venir en La Ruche: Léon Indenbaum y Ossip Zadkine se instalaron en 1911, el mismo año en el que Marc Chagall se había trasladado. Zadkine volvió a dejar La Ruche en 1912, Chagall se quedó hasta 1914, Indenbaum hasta 1927. Entre 1912 y 1914, también se instalaron aquí Pinchus Krémègne, Michel Kikoïne y Chaïm Soutine, quienes eran amigos desde su formación en Minsk y Vilnius.

Debates

El objetivo de Paris Magnétique es recordar la efervescencia artística que reinó en la primera mitad del siglo XX. Aunque la mayoría de estos pintores y escultores vivía a duras penas en La colmena, frecuentaban sin embargo el Dôme, la Rotonde y la Coupole, cervecerías donde se enzarzaban en interminables discusiones.

Todos luchaban por la emancipación política, social, cultural y religiosa. En particular, los judíos de Europa Oriental huían de la discriminación en la Rusia zarista, pero también de una situación económica desastrosa. 

Marc Chagall, «El estudio», 1911. © 2023 by VG Bild-Kunst, Bonn.Marc Chagall, «El estudio», 1911. © 2023 by VG Bild-Kunst, Bonn.

Dado que el acceso a los estudios de arte estaba restringido en el Imperio Ruso, y el número de personas admitidas en la educación y en numerosas profesiones se determinaba en función de cuotas, acudían a París -a menudo tras estancias en otras grandes ciudades europeas- para estudiar arte, reconciliarse con el modernismo y precipitarse en él, para poder crear con total libertad. Conocían a los maestros franceses del siglo XIX y a los impresionistas, a través de sus profesores en las academias de arte de Cracovia o Múnich. Y estaban fascinados por Francia, que en 1791 fue el primer país de Europa en declarar a los judíos ciudadanos iguales.

Unidos por la historia

El hecho de que aparecieran de repente artistas judíos en un medio en el que ya actuaban críticos y comerciantes en arte de origen judío dio la impresión en los años veinte de que existía una "escuela judía". En el ambiente social de la época, en el que el antisemitismo político se expresaba sin inhibiciones en la esfera pública, esto provocaba a veces un rechazo feroz. Pero a pesar del deseo común de romper el molde de la vida judía, de dominar su propio arte y obtener cierto reconocimiento, los artistas judíos se encontraron rechazando los sistemas anteriores y queriendo seguir un camino único que su nuevo estatus por fin les permitía. En realidad, no pertenecían a ninguna "escuela", sino que estaban unidos por una historia y un ideal comunes, y algunos de ellos por un trágico destino.

Marie Vorobieff (Marevna), «La mujer y la muerte», 1917. © 2023 by Studio Monique Bernaz, Genève / VG Bild-Kunst, Bonn 2023.Marie Vorobieff (Marevna), «La mujer y la muerte», 1917. © 2023 by Studio Monique Bernaz, Genève / VG Bild-Kunst, Bonn 2023.

Marc Chagall, Chaïm Soutine, Morice Lipsi, Emmanuel Mané-Katz y André Kertész, se harían famosos, otros como Jules Pascin, Jacques Lipchitz, Marevna, Louis Marcoussis, Mela Muter, Lou Albert-Lasard, Vladimir Baranov-Rossiné, Walter Bondy, Marianne Breslauer, Béla Czóbel, Isaac Dobrinsky, Chana Orloff y Ossip Zadkine, serían menos conocidos y otros más caerían en el olvido.

La nómina de artistas cuyas obras se muestran en Berlín incluye también a Adolphe Feder, Léopold Gottlieb, Otto Freundlich y Samuel Granowsky (quienes integraron el grupo Cercle et carré, junto con Joaquín Torres García), Alice Halicka, Henri Hayden, Philippe Hosiasson, Georges Kars, Moïse Kisling, Ergy Landau, Rudolf Levy, Jacob Macznik, Simon Mondzain, Alfred Reth, Issachar Ryback, Marcel Slodki, Oser Warszawski, Léon Weissberg, Eugène Zak.

Reacción al antisemitismo

En definitiva, el movimiento de la École de Paris recibiría su nombre cuando estaba en peligro. En 1923, la Société des Artistes Indépendants anunciaba que los artistas parisinos expondrían a partir de entonces en sus Salones anuales, ordenados por nacionalidades. Para Marc Chagall, que había nacido en Vitebsk y acababa de regresar a París desde Moscú vía Berlín, esto significaba que tenía que entrar como ciudadano de la Unión Soviética, y para Moïse Kisling, que procedía de lo que entonces era la Cracovia austrohúngara, que tenía que entrar como polaco. Lo mismo puede decirse del antiguo súbdito ruso Louis Marcoussis, de Varsovia, mientras que Lou Albert-Lasard, nacido en Metz, antigua ciudad fronteriza entre el Reich y Alemania, era ahora ciudadano francés.

Muchos de los escultores y pintores que exponían regularmente en el Salon des Indépendants tenían también un origen común que iba más allá de lo nacional: eran judíos. Su derecho a vivir y trabajar en París fue impugnado a menudo, con mayor énfasis en un artículo de la revista Mercure de France, que respondía afirmativamente a la pregunta de si existía "un arte judío", pero al mismo tiempo negaba a ese arte cualquier cualidad estética.

El crítico André Warnod se volvió contra esta nueva forma de demagogia antisemita en un ensayo en el que situaba específicamente a los artistas de origen judío junto a los artistas extranjeros no judíos en Francia, es decir, Jules Pascin junto a Picasso, Marcoussis junto a Juan Gris, Ossip Zadkine y Jacques Lipchitz junto a Galanis y Kees van Dongen. Fue así que los englobó a todos bajo un término que se había acuñado anteriormente para la pintura francesa de alto nivel del gótico tardío: la École de Paris.

Fauvismo y cubismo

Alice Halicka, «Naturaleza muerta cubista» 1915. © 2023 by RMN_Jean Gilles Berizzi / VG Bild-Kunst.Alice Halicka, «Naturaleza muerta cubista» 1915. © 2023 by RMN_Jean Gilles Berizzi / VG Bild-Kunst.

El periodo fauve con sus composiciones luminosas, contrastaba con la austeridad de Sonia Delaunay, que impone presencia. El cubismo ocuparía rápidamente un lugar importante bajo la influencia de los españoles Picasso y Juan Gris, cuyas extraordinarias obras interesaron a los artistas. Alfred Reth realizó trabajos muy personales de inspiración cubista, parcialmente legibles.

El cubismo se extendería a los salones a partir de 1911 y rápidamente encontraría una respuesta internacional. Marcoussis, Hayden y Reth, que habían llegado a París entre 1903 y 1907, eligieron este nuevo camino. Con gran libertad y sin ningún dogma, estos artistas dieron al movimiento numerosos acentos nuevos. También Alice Halicka adoptó las innovaciones cubistas en diversos grados, a veces más simples, a veces en complejas formas fragmentadas y alusiones a los "papiers collés" de Braque y Picasso; todos pintados con una paleta de colores reducida, alejándose del fauvismo.

Orfismo

Sonia Delaunay exploraría el juego de contrastes entre colores yuxtapuestos a partir de 1912. Las formas y los tonos fuertes eran una característica importante de su obra, como en la de su marido Robert Delaunay, lo que llevó a Guillaume Apollinaire a llamarlo orfismo.

Una figura clave de esta escuela es Chagall, cuyos cuadros, teñidos de poesía, se descubren siempre con el mismo encanto y a menudo dan testimonio de su apego a Vitebsk, entre nostalgia y modernismo. En el incómodo edificio de La colmena se reunían y trabajaban juntos la colonia rusa y la polaca que era muy grande. El escultor Lipchitz (junto con Oleksandr Arjipenko) se convertiría en uno de los grandes innovadores y participaría plenamente en la vanguardia a partir de 1910.

Lipchitz recibió la influencia del cubismo a partir de 1913. Fauves, cubistas, futuristas, pintores abstractos... los artistas extranjeros participaban dinámicamente en una vanguardia en París que no podía ser confinada. En el ajetreo creativo, poetas y escritores como Apollinaire, Max Jacob, André Salmon y Blaise Cendrars fueron, por tanto, partidarios, críticos y mediadores, todo en uno.

Fotografía

Modigliani también contribuyó al renombre de la École de Paris; sus refinados desnudos y retratos reflejan la naturaleza del modelo. También presente: Soutine, cuyos retratos están tratados con una especie de brutalidad, con rostros deformados que se organizan en un caos de fuerte paleta.

A pesar de la guerra de 1914, que provocó la salida de súbditos convertidos en enemigos, la situación cambió poco hasta 1939. Montparnasse encarnaba la idea de un crisol de nacionalidades y lenguas, con algunos éxitos personales y muchos fracasos, cuyo final no se conocerá nunca debido a su total oscuridad.

Las fotografías dan testimonio del París de 1920-1939 y la escenificación de sus monumentos urbanos se pueden admirar a través de las imágenes captadas por Brassaï, con el Pont-Neuf entre luces y sombras, Man Ray, Germaine Krull y Kertész, entre otros.

Fin de la École de Paris

La derrota de 1940 y la ocupación nazi barajaron de nuevo los naipses, convirtiendo a los extranjeros que vivían en Francia en metafísicos en el mejor de los casos. En el peor de los casos, eran judíos que debían ser entregados por los colaboracionistas y exterminados por los nazis. Hubo, pues, un periodo de clandestinidad parecido a una hibernación.

Chana Orloff, «Saltamontes», 1939

Copyright: FR, Paris, Atelier Chana Orloff © VG Bild-Kunst 2023. © 2023 by FR, Paris, Atelier Chana Orloff / VG Bild-Kunst.Chana Orloff, «Saltamontes», 1939 Copyright: FR, Paris, Atelier Chana Orloff © VG Bild-Kunst 2023. © 2023 by FR, Paris, Atelier Chana Orloff / VG Bild-Kunst.

La Segunda Guerra Mundial y la invasión alemana anunciaron el fin de la École de Paris. Con el inicio de las hostilidades, muchos artistas abandonaron París para instalarse en provincias; algunos, como Kisling, se alistaron en el ejército francés. A partir de 1939, Chana Orloff trabajó, entre otros, sobre el motivo de las langostas en alusión a las Diez Plagas bíblicas; Jacques Lipchitz creó una escultura rica en simbolismo, a la que llamó "La huida". El 4 de octubre de 1940, el gobierno de Vichy decretó por ley que los "extranjeros de raza judía" fueran internados en "campos especiales" o se les asignara una "residencia forzosa". Muchos artistas huyeron o se escondieron.

En agosto de 1940, el periodista estadounidense Varian Fry llegaba a Marsella, fundaba el Comité de Rescate de Emergencia (que más tarde se convertiría en el Comité Internacional de Rescate) y organizaba la huida de numerosos intelectuales, artistas, entre ellos Chagall, Kisling y Lipchitz, con pasaje a Nueva York. Para la mayoría de los judíos, sin embargo, el sueño de una vida mejor en Francia se convertiría en una pesadilla. Serían internados o se les asignaría una residencia forzosa antes de ser deportados a los campos de concentración y de exterminio.

Genocidio

Vladimir Baranoff-Rossiné, Henri Epstein, Adolphe Feder, Otto Freundlich, Samuel Granowsky, Jacob Macznik, Marcel Slodki, Oser Warszawski y Léon Weissberg murieron en la Shoah  (el Día Internacional del Holocausto se conmemoró el pasado viernes 27 de enero). Fue el fin de la École de Paris: sus artistas fueron asesinados, pasaron a la clandestinidad, fueron expropiados, huyeron al exilio. Sus obras fueron saqueadas o destruidas.

Aunque algunos de ellos, incluido Chagall, regresaron tras la guerra, París nunca recuperó su aura y su atractivo internacional de antaño. Solo unos pocos comprendieron realmente la gran pérdida. Uno de ellos fue el periodista polaco Hersch Fenster, quien describió la vida de los artistas asesinados en los campos de concentración en su libro Undzere farpainikte Kinstler ("Nuestros artistas torturados hasta la muerte", 1951). Desde 1945 a 1972 se desarrollaría lo que se ha dado en llamar la Segunda Escuela de París. Pero esta es otra historia que merecerá seguramente una nueva exposición singular.

Notas

Pascale Samuel (ed.), «Paris Magnétique 1905 - 1940», Köln: Wienand Verlag GmbH, 2023, 280 Seiten mit 131 farbigen und 74 s/w Abb. ISBN 978-3-86832-734-2. Softcover 28,00 €

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