España - Castilla y León

Cámara hibridada

Samuel González Casado
martes, 14 de febrero de 2023
Manuel Martínez Burgos © EEMM Manuel Martínez Burgos © EEMM
Valladolid, martes, 7 de febrero de 2023. Centro Cultural Miguel Delibes. Sala de cámara. Martínez Burgos: Liminalis. Beethoven: Septeto en mi bemol mayor, op. 20. Maxim Brilinsky (violín), Andrea Götsch (clarinete), Sophie Dervaux (fagot), José Miguel Asensi (trompa), Marc Charpentier (viola), Màrius Diaz (violonchelo), Thiago Rocha (contrabajo). Ocupación: 75 %
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El concierto que se comenta se inscribe en el ciclo de cámara de la temporada del Centro Cultural Miguel Delibes. Es de agradecer que este ciclo por fin exista, lo que resulta importante en muchos sentidos, y entre ellos no es menor el aprovechamiento de la estupenda sala de cámara. Pero sería deseable que tuviera alguna coherencia, lo que probablemente ocurriría si muchos de sus conciertos no fueran coyunturales: artistas que visitan la ciudad para otros eventos, artistas con cargos, artistas que militan en grupos de cámara de la OSCyL.

Todo eso podría incluirse, pero con orden (hilos conductores, desdoblar abonos por estilos, etc.). En la presente temporada conviven Savall, Volodos, grupos híbridos de tres orquestas y un homenaje a Jesús Legido. Evidentemente, un ciclo no es exactamente eso. No hay que olvidar, sin embargo, que los presupuestos a veces mandan y que se monte una temporada de cámara, aunque sea así, puede tener mucho de ingenio y encaje de bolillos. Será cuestión de ver cómo evoluciona el asunto en las sucesivas.

El programa que motiva estas líneas tiene el atractivo de poner en el escenario dos obras para septeto. La obra que se estrenó, de Manuel Martínez Burgos, Liminalis (¿abandonará alguna vez la música contemporánea el latín para sus títulos?), tiene evidentes ecos stravinskianos y resulta muy accesible, desde su brevedad y un mundo sonoro repleto de onomatopeyas y efectos coloridos. Los recursos utilizados no resultan demasiado novedosos, pero es cierto que con esta formación a veces adquieren dimensiones tímbricas interesantes, nacidas de un desarrollo temático riguroso que nunca se sale de esa exploración de la idea de liminalidad, como explica Martínez Burgos en los tres párrafos de las notas al programa del concierto. Ese concepto da pie a sutiles cambios, como si distintos polos atrajeran en momentos dados lo que se encuentra en tierra de nadie, que termina en una suerte de disolución.

La interpretación fue limpia y ortodoxa, quizá un punto rígida, aunque el diminuendo final de la cuerda grave fue impecable y en general la claridad del concepto ayudó a que los efectos sonaran transparentes y diferenciados. No se benefició tanto de este estilo el Septeto de Beethoven, donde se fue a lo seguro y en general se apuntó un concepto, rítmicamente vivo (Tempo di menuetto, Andante con moto), que solo anunció lo que podría haber sido. Aquí no me convencieron artistas de gran currículum como Maxim Brilinsky (violín), algo dubitativo y no sobrado de imaginación, o Andrea Götsch (clarinete), de sonido equilibrado pero propuestas muy estáticas, en las que se echó en falta más direccionalidad en los momentos de mayor protagonismo (Adagio cantabile). Solvente interpretación de Sophie Dervaux (fagot), normalmente en segundo plano, y de los miembros de la OSCyL, aunque es evidente que el sonido de violonchelo y viola no empastaba bien con el del resto del grupo, especialmente con el violín. Destacado nivel el de José Miguel Asensi (trompa), lo que se agradece mucho en esta obra, y muy sólido Thiago Rocha en el contrabajo, siempre en su sitio.

Un veterano crítico se quejó del programa de mano: “¡Ni un triste comentario para el Septimino!”. Y sí, tiene razón: hay que hacer lo posible por que al menos parezca que no nos sacamos de encima de cualquier manera los conciertos de cámara. En los escuetos textos de esta publicación hay errores graves, incluida una falta de ortografía al nombrar la obra de Beethoven en el programa y el llamar de dos formas distintas al violinista. Además la portada, con el kilométrico nombre del grupo en letras sobredimensionadas, es lo contrario a la funcionalidad armónica y no invita a descubrir maravillas interiores. 

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