Una jirafa en Copenhague

Entrevista Intrapersonal Confrontada: Omar Jerez con Iván Varo

Omar Jerez
miércoles, 1 de marzo de 2023
Iván Varo © 2023 by Iván Varo Iván Varo © 2023 by Iván Varo
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Si eres nacionalista: Para Cataluña, mon amour eres un cretino de concurso.

Si eres independentista: Para Cataluña, mon amour eres gilipollas integral.

Si eres pro español por mis cojones: Para Cataluña, mon amour no eres digno de mención.

Si eres anarquista: Para Cataluña, mon amour eres desconcertante.

A Cataluña, mon amour ni pretende ni le interesa caer bien a nada ni a nadie.

Iván Romo, tiene una AK-47 con la que dispara y luego no pregunta, sigue apuntado a sus objetivos para rematar la estupidez en un estado catártico para así aliviar el desastre.

Es la obra que no quieren que leas, pero definitivamente es la que todos por decreto ley (como hace la Generalitat de Catalunya) deberiamos leer.

Iván Romo es un jodido titán de la literatura.

He aquí el desglose de lo que es Cataluña, mon amour y todo lo que conlleva a los ciudadanos más preocupados por pagar facturas que por las estúpidas luchas de egos entre la clase política.

Está obra huele a mierda con jazmín, y su fragancia es embriagadora.

Entrevista Intrapersonal Confrontada-Iván Varo

1. ¿Qué supone Cataluña, mon amour en Cataluña?

Un enfoque fuera del discurso oficial. Pero también un vacío, una sutil brisa de indiferencia a todo aquello que molesta. Eso lo sabemos hacer muy bien los catalanes. Cualquier punto de vista que se aleja o discrepa del régimen imperante nunca se ataca frontalmente, sencillamente se obvia, se deja en el limbo. Aquí hemos vivido muchos años de estupidez superlativa, desde los tiempos de Pujol que yo conozca, pero llevan dando por el culo más de un siglo. Ese quiero y no puedo, esa frustración, ese enemigo encarnado en España, ese Hombre del Saco que nos viene a comer, ese imperturbable sentimiento de pertenencia, tiene mucha guasa. Al menos para mí. De hecho, tengo muchos cuentos y tiras de guion o conversaciones absurdas, como me gusta llamarlas, donde los satirizo sin piedad. Y es que el sentimiento hace mucho daño en política, produce monstruos y esosmonstruos, a su vez, producen muchos más, es como una gran montaña de mierda.

Pues bien, Cataluña, mon amour es una novela donde esa montaña de mierda se pone delante del espejo. Cataluña también es charnega o nyorda (término que gusta mucho ahora) y esta novela además es muy punk, cínica, descreída y un tanto nihilista. No me caso con nadie. Puede generar cortocircuitos mentales a mucho independentista de última ola, aquellos que por moda, arribismo o estrechez de miras, profesaban insultos indiscriminados por las redes sociales y medios de comunicación de toda índole (TV3 a la cabeza) durante los años duros del Procés. Es más, se la dedico a todos ellos porque, sin duda, son la materia prima de mis historias. Aquí, catalanes todos, o se parte la baraja.

2. ¿Y Cataluña, mon amour en España?

Pues un enfoque fuera de todo discurso, ni oficial ni extraoficial. Somos tan insignificantes en el resto del país. A veces pienso que los catalanes nos creemos el centro del universo. Si a España le interesamos lo justo y necesario, imagínate al resto de Europa. Bien es cierto que durante los años duros que culminaron en aquel delirante 1-O, parecía que nos habíamos vuelto relevantes más allá de si el Barça ganara La Liga o la Champions. Pero no era más que un espejismo, una pataleta de las que nos dan cada cincuenta años. Cataluña, mon amour explora el otro camino, la culminación de ese espejismo en forma de República independiente o más bien el proceso hacia la liberación mesiánica del yugo español. Si es que estamos tan reprimidos aquí, en este trocito de tierra, que no podemos salir ni a la calle sin que la policía nos pegue. 

Lo cierto es que durante más de una década hemos sido tan cansinos que no me extraña que a España le generemos desconfianza. Si bien la novela explora con más detalle esa desconfianza en sentido inverso (quiero decir, de catalanes a españoles), no está exenta de comentarios críticos acerca del nacionalismo de Estado, tan putrefacto como el centrífugo. Soy muy respetuoso con los catalanohablantes de mi novela. Nunca quise traducir al castellano sus diálogos y el lector que no los entienda, que vaya al Google Traslate o que se esfuerce un poquito porque se entienden perfectamente. Los personajes de la novela se mueven en una Cataluña futura donde las diferencias sociales se acentúan, los pobres siguen siendo los nyordos e inmigrantes del extrarradio, la clase media desaparece y lo que queda de ella solo es obediente y servil funcionariado de la Generalitat. Los ricos siguen siendo los mismos, esa clase exclusiva que ya mamó del franquismo en su momento, el cerebro y la financiación del separatismo. Lo mismo podría pasar en España pero sin el choque de sentimientos y nacionalidades. 

Escribir una novela futurista en un contexto centralista sería mucho más fácil, pero aquí nos gusta complicarnos más la vida. En Cataluña, mon amour radiografío a los personajes en función de sus circunstancias y éstas no siempre son políticas. Es ahí donde radica la autenticidad de la obra. Su ritmo en presente de indicativo lleva al lector a una película, algo así como una invitación a formar parte de la vida de esas personas. El hombre que solo se mueve por ideología no existe, solo puede concebirse en la ficción y yo escribo para acercarme a la vida. Lo demás no me interesa.

3. ¿Quién es Alberto, su protagonista?

Pues un hombre normal, blanco, heterosexual y de mediana edad. Nace en l’Hospitalet como podría haber nacido en Cornellà, Badalona o Santa Coloma. Ha visto como todo se ha ido transformando y deteriorando a la vez. Vive en precario a pesar de tener estudios universitarios. En definitiva, es un hombre que no puede quitarse el olor a periferia de encima. Creí, cuando empecé a escribir, que ese punto de vista, de fuera a dentro, era el más apropiado porque, desde dentro, Cataluña es un bucle y vende continuamente el mismo relato. Un protagonista periférico tiene la ventaja del distanciamiento, otra manera de ver las cosas aunque puedan resultar incómodas. De hecho, deben resultar incómodas. El arte, en cualquiera de sus formas, tiene que interpelar.

4. Es una historia que transpira testosterona en tiempos en los que la masculinidad está en entredicho. ¿Qué importancia tienen las mujeres de la novela?

Alberto es un hombre con sus luces y sus sombras. Sus reflexiones son sinceras, es capaz de tener un discurso más o menos intelectual, pero sin rehuir del animal, del mamífero que lleva dentro. Vivimos tiempos raros. Parece como si quisiéramos atenuar nuestras conductas sexuales a toda costa, disimular los instintos. Estamos regresando a los tiempos de la mojigatería victoriana. Alberto no difiere mucho de otros hombres que giran la cabeza disimuladamente para contemplar el trasero de alguna mujer que camina despreocupada por la calle. ¿Es eso micromachismo? Si esta novela transpira testosterona, imagínate las de Henry Miller, HouellebecqDan Fante o las del mismísimo Bukowski. Si sigues los medios de comunicación, puedes pensar que las mujeres en este país no salen a la calle para que no las violen. Se magnifican los casos tanto de violencia sexual como de violencia de género. No niego que existan y los condeno, pero visibilizarlos como una plaga social es cuanto menos exagerado. Puede que en los años ochenta e incluso en los noventa se follara más y con menos cargos de conciencia. Basta una ley que te diga implícitamente cómo tienes que pensar para que genere la idea contraria. En Cataluña, mon amour huyo de los estereotipos. Los detesto. 

Las mujeres de la novela son contradictorias (tanto o más que los hombres) y todas tienen un motivo, una circunstancia que las impulsa a determinados objetivos, como todo personaje de ficción. También aparecen homosexuales y los trato con el mismo distanciamiento, no por pertenecer a colectivos minoritarios tengo resaltar sus virtudes por encima del resto de personajes. Todos tienen sus objetivos, insisto, y no todos los objetivos deben ser honestos por el simple hecho de ser mujeres, gays, no-binarios o rinocerontes blancos. Mi propósito es narrar, contar historias, no hacer discursos morales. Para eso ya están los telediarios, la prensa digital y alguna que otra cotorra literaria subvencionada. No obstante, son ellas, las mujeres, las que determinan la vida de Alberto. Así que, me atrevería a decir, que Cataluña, mon amour es una novela de mujeres protagonizada por un hombre. Suena extraño, sí; pero sin ellas, la narración no tendría sentido.

5. Cataluña, mon amour es ciencia-ficción pero parece presente. ¿Cuánto hay de distópico y cuánto de realidad?

Pues no lo sé, la verdad. Cuando empecé a escribirla, allá por el 2017, ya tenía planteada la trama principal. Quería que Cataluña se independizara. Y eso sólo puede ser ciencia-ficción, ¿no? En aquel momento era más factible que ahora, pues el Procés estaba en pleno auge. Acabábamos de ser independientes, aunque solo fuera por unos segundos. Pero después llegó el Covid. No contaba con eso. Así que tuve que reescribir algunas cosas para contextualizar mejor la historia. En cuanto a lo que hay de distópico y real en la novela, eso es algo que el lector debe sentir al enfrentarse a ella. Lo que está claro es que desde la muerte de Jordi Pujol (que sucederá) hasta esa hipotética independencia, hay trazado un plan, llámalo Agenda 2030 o como quieras. Y ese plan ya está aquí: transición ecológica, desaparición del dinero en efectivo, autoexplotación, digitalización de la sociedad, generismo queer... 

Dicho de otro modo, la novela parece presente porque el marco espacio- temporal que elijo está enmarcado en un futuro próximo. ¿Pero acaso no estamos instalados ya en una distopía? Pregunto. Puede que sí. El caso es que Cataluña, mon amour no es mi primera aproximación al género. Mis dos primeras obras de teatro (Urna 321 y ¡Oh, Itimad, Itimad!) y algunos guiones de cine que tengo en el cajón, tienen contextos distópicos. Lo más complejo de escribir ciencia-ficción no es el proceso de documentación para hacerla verosímil, es la habilidad de construir personajes e introducirlos en esa fabulación global. Es decir, ir de lo pequeño, a lo grande.

6. La novela está llena de referencias cinematográficas, pictóricas, musicales, literarias, es un crisol de cultura dispersa. ¿En qué te inspiras? ¿Quiénes son tus referentes?

Me inspira todo lo que veo, todo mi bagaje, todo el cine que me cautivó y me cautiva, algún cuadro, la música como algo directo al corazón, escritos y artículos de algunos contactos de las redes sociales (sí, todavía hay gente que piensa y analiza críticamente), algún libro de filosofía que no pude entender del todo… Eso me fascina, no entender, quedarme con ganas de seguir dándole vueltas a las cosas, hacerme preguntas. No me interesan las ficciones con discursos cerrados. Una ficción cerrada, sin puertas abiertas, es como una crema de calabaza, te ahorra masticar pero aburre a la segunda página.

7. ¿Qué hay de provocación y qué de impostura en tu novela?

Hay acontecimientos que pueden tener cierta impostura. La mayoría están relacionados con el erotismo, que aquí abordo de forma bastante natural y un poco salvaje. Me gusta explorar el deseo en mis personajes y después desarrollar meticulosamente las escenas de sexo. Recuerdo que Marisex (hasta ahora mi última obra de teatro), giraba en torno a la sexualidad de una estrella del porno retirada y en aquella época (hablo de 2015) se puso de moda algo llamado Las 50 sombras de Grey. No me interesa ese erotismo prefabricado y artificioso, por mucho que a cierto público le pueda gustar. El sexo huele, los cuerpos de la inmensa mayoría no son perfectos y es en esa imperfección donde me gusta moverme. La imperfección es sexy. (Atención: si por casualidad estás leyendo esta entrevista y estás pensando en leer mi novela, pero la posibilidad de ver la palabra polla en un texto te escandaliza, no la leas, mejor será que vayas a tu librería de cabecera y te compres lo último de Albert Espinosa, no te decepcionará. Además, siempre hay libros de él en los estantes, no tendrás ni que encargarlo.)

En Cataluña, mon amour no hay momentos pornográficos propiamente dichos porque sencillamente hay un discurso detrás. Sin dicho discurso, podrían ser relatos de cualquier revista de contactos. Sin embargo, los momentos más provocadores de la novela no tienen nada que ver con el sexo y no se cuentan explícitamente. Eso se debe a mi obsesión porque el lector (o espectador en mi faceta teatral y cinematográfica) reconstruya los hechos. Ya dije antes lo de la crema de calabaza, ¿no? Pues eso.

8. ¿Existe en España un marco en el que se pueda escribir libremente, sin autocensura?

Sí. Si no, no estaríamos hablando de esta novela. Otra cosa es que te hagan caso los que te tienen que hacer caso. Para poder vivir de esto te tienen que hacer mucho caso y para que te hagan mucho caso tienes que decir lo que la gente que te tiene que hacer mucho caso quiere que digas para que así, a su vez, aparezca más y más gente que te haga mucho más caso. Es como una rueda de hámster. Pero sí, en España existe gente que escribe libremente. Para muestra, un botón.

9. ¿Qué hay de biográfico en Cataluña, mon amour? ¿Quién se esconde detrás de Joan Romaní i Baró?

Nada o todo. Es mejor leerse la novela.

10. En la novela desmitificas figuras públicas como la de Jordi Pujol entre otros. ¿Crees que siguen habiendo reticencias a la hora de criticar a ciertos personajes?

Por supuesto. Aunque pueda parecer lo contrario, Pujol, a pesar de que todo el mundo sabe que es un corrupto, sigue siendo un personaje respetado y respetable en el paraíso catalán. Cataluña se comporta con ciertos personajes como esa madre de delincuente que se niega a asumir que su hijo es lo que es, un delincuente. Pasa con muchos, no solo con Pujol. El tema es que tienen que transcurrir algunos años para fabricar el mito de forma consciente y deliberada ya que todavía está vivo. Pero en cuanto la palme rendirán homenajes sobre su cadáver todavía caliente. Lo han hecho con Companys, lo hicieron con Macià y hasta con los gánsteres de Estat Català con los hermanos Badia a la cabeza. Es más, si hasta Francesc Cambó, que financió los bombardeos italianos sobre Barcelona durante la Guerra Civil, tiene su monumento en Vía Laietana. Nada nuevo bajo el sol. Estas cosas pasan en todos los países, también en España o en el resto de España, según se mire. Y en Boston, Massachussets, también allí, aunque no sea un país.

11. Hasta ahora has publicado tres libros, los dos anteriores (Cuentos Insolentes y Fondo de Armario) de relatos, ¿qué supuso pasar de los cuentos a la novela?

Pues más trabajo y mucha más disciplina. Cuando te embarcas en una novela tienes que imponerte una rutina más férrea, escribir cada día, encerrarte, luchar contra la procrastinación. El relato es maravilloso. De hecho, es lo que más me gusta, pero cuando empecé a escribir notas y a armar un poco el esqueleto de Cataluña, mon amour, me di cuenta de que con unas pocas páginas no era suficiente. Así que me dejé llevar y desarrollé la trama hasta llegar a un final satisfactorio. Un final, por cierto, que nunca traicioné. En eso soy muy metódico y bastante taxativo. Si no tengo el final, no empiezo a escribir. Traicioné prácticamente todo el trabajo de estructura previo porque fui improvisando sobre el mismo a lo largo de todo el proceso creativo, pero nunca cambié el final. Había días que sencillamente no sabía lo que estaba haciendo y pensé en tirar la toalla en más de una ocasión. La novela está escrita en primera persona y eso me supuso un reto porque era la primera vez que utilizaba el narrador equisciente en una de mis ficciones. Todos mis relatos están narrados en tercera persona, con un punto de vista omnisciente, falsamente neutral (nada es neutral). Cuando escribo para adultos soy muy cínico y despiadado con mis personajes, a veces hasta el paroxismo. No así cuando lo hago para un público infantil (tengo varios cuentos para niños aún sin publicar). En ese caso me dejo llevar por mi lado más tierno, que lo tengo, pero siempre con la intención de dejarle abierta la puerta al receptor de la historia. Con esta novela logro cambiar la tendencia en cuanto al narrador y abogo por una historia parcial, sesgada y con matices autobiográficos, algo que hasta el momento, siempre me dio cierto reparo. Ahora, en este momento de mi vida, me da absolutamente igual lo que el lector piense de mí como autor. En estos tiempos que vivimos, donde hay muchísima gente que no es capaz de separar un autor de su obra y donde se institucionaliza la demonización del artista por sus comportamientos en su vida privada, es necesario tomar partido contra la estupidez colectiva. Un artista puede ser gilipollas porque ser gilipollas también es propio del arte. Yo, en cuanto a autor, puedo caerte mal o bien. Pero mi obra es otra cosa. No es difícil de entender, ¿verdad? Pues hay gente que le cuesta. Y muchos de ellos tienen carrera universitaria. En todas partes hay gente idiota, dice aquella canción de Ilegales.

12. ¿En qué está enfrascado Iván Varo actualmente? ¿Algún proyecto que se pueda anticipar?

Pues a finales de este año estreno obra después de siete años de silencio dramatúrgico. Se trata de la adaptación de un cuento incluido en Cuentos Insolentes, catálogo de relatos irreverentes, mi primer libro, editado, como todos

los que le preceden, por Libros Indie, la editorial que apostó por mí desde el primer momento. El cuento se titula Niebla y la obra también. Estamos en proceso de ensayos y cuento con un equipo maravilloso. Esta vez me acompaña a la dirección Montse Vidal. En el elenco figura Núria Granell, la cara más conocida de Cía. Les Maniquís (trabajó en todos mis montajes) y dos caras nuevas, el actor vilafranquí Tony Regueiro y la vilanovina Núria Valls.

En paralelo, me busco la vida en el mundo del marketing y la publicidad, así como con el guion de ficción y documental. Soy un pirata, puedo decir lo que quieres oír con bonitas palabras. Desde aquí hago un llamamiento a las productoras, agencias e instituciones: o me contratáis o me subvencionáis. I have a price, brothers.

13. Por último y no por ello menos importante, ¿Cataluña será independiente algún día?

Sí, la independencia llegará el día en el que el RCD Espanyol de Barcelona gane la Champions League.


*Entrevista Intrapersonal Confrontada (O cómo responder y después preguntar)

La entrevista es un género periodístico fundamental. De hecho, se podría considerar su piedra angular, porque permite al periodista confirmar, acceder y conocer los hechos de manera directa, sin intermediarios, hablando con la fuente y estableciendo un diálogo con los protagonistas.

Lamentablemente, y salvo honrosísimas excepciones, la entrevista, ese momento excepcional que combina conversación, reto y seducción, se ha convertido en un acto seco, forzado, en el que demasiado a menudo el entrevistado no quiere responder y al entrevistador le da lo mismo que no quiera. El momento sublime que permite al periodista ejercer su derecho a preguntar se transforma en un trámite, una penitencia o directamente un combate tosco y sin ningún vencedor.

En otras ocasiones, los entrevistados han tenido una clase por parte de sus asesores para evitar, rodear o directamente eliminar preguntas incómodas, que suelen ser precisamente las que el periodismo debe y puede hacer. El resultado, nuevamente, queda en un limbo de medias verdades y frases insulsas. Por no hablar de las entrevistas promocionales asociadas a algún producto cultural, tipo cine, literatura y música, donde la superficialidad es tan apabullante que se podrían mantener las preguntas hechas años antes y tendríamos la certeza de encontrar las mismas respuestas.

Ante este panorama, desolador y habitual en demasía, el artista y creador Omar Jerez propone una nueva fórmula, una nueva aproximación al género que exige una complicidad de ambas partes (tomando como inspiración las entrevistas noveladas que hizo durante años Milan Kundera) para generar un contenido atractivo, valiente, que enriquezca al lector y que suponga una aventura donde ni el camino ni el destino queda prefijado.

El nuevo concepto se llama Entrevista Intrapersonal Confrontada, (EIC), y tiene como cimiento inamovible la siguiente premisa: el entrevistado genera un discurso a priori, provocado y sugerido (o no) por el entrevistador, y posteriormente el periodista edita y da forma periodística a ese contenido. Se crea una arcilla pura que será moldeada por las manos expertas del entrevistador, a posteriori.

A continuación se exponen los 10 puntos que definirán cualquier EIC que se haga a partir de ahora, y que creemos supone una innegable revolución en este género. Es tan sencillo como invertir el orden para recuperar la pureza que nunca debió perder.

Decálogo para una Entrevista Intrapersonal Confrontada (EIC)

  1. Cualquier persona, tenga o no relevancia pública, podrá solicitar a un periodista la realización de una EIC. Igualmente, cualquier periodista podrá solicitar la realización de una EIC a cualquier persona o personaje.
  2. Cualquier EIC tiene como base fundamental la relación que se establece entre el periodista y el entrevistado, así como la reinterpretación del concepto de entrevista para el siglo XXI.
  3. Una vez aceptada la realización de la EIC, se propondrá, por cualquiera de las partes, un tema sobre el que girará la narración, así como su extensión. Igualmente podrá ser de libre elección si así se decide de mutuo acuerdo.
  4. El entrevistado construirá libremente una narración sobre la temática escogida, que podrá ser creada en cualquier formato: texto, audio, vídeo, ilustración, así como cualquier combinación entre estos. El periodista no intervendrá nunca en esta parte del proceso.
  5. El periodista recibirá esa narración y a partir de ahí construirá una EIC en la que se compromete a mantener el sentido del texto original, y podrá modificar, eliminar, ampliar o extender la entrevista para tratar de llegar a la naturaleza real del entrevistado. Podrá solicitar más información al entrevistado, así como convertirla a otro formato.
  6. Bajo ningún concepto el periodista podrá utilizar la información en bruto para difamar o menoscabar la figura o reputación del entrevistado.
  7. El periodista deberá entregar una copia de la EIC antes de su difusión al entrevistado para que la confronte y certifique que se ha mantenido el sentido original, no entrando éste en consideraciones de estilo y forma.
  8. El periodista puede declarar la EIC nula si percibe que está falseada o que el entrevistado se aleja del objetivo principal, que es un ejercicio de honestidad consigo mismo.
  9. El espectador, para poder completar la experiencia, debería tener acceso al discurso en bruto enviado por el entrevistado y la EIC  definitiva, para comparar y enriquecer la lectura/visionado/escucha del proceso.
  10. Al contrario que en la entrevista clásica, en cualquier EIC la búsqueda de la verdad queda supeditada a la experiencia compartida, confrontada y colaborativa entre las dos partes.
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